Los empresarios vascos, también

Para abordar la crisis económica y el cambio político, López necesitará más apoyos de los que recibe en el Parlamento. Sabe que necesita a los sindicatos para garantizar la paz social, tanto como a los empresarios para crear empleo, en una sociedad marcada por años de amenazas y extorsiones del terrorismo, donde invertir era un acto casi heroico.

La renuncia de Pedro Luis Uriarte -ex consejero de Hacienda del Gobierno Vasco, ex consejero delegado del BBVA y una de la mentes más emprendedoras del tejido social vasco- a seguir al frente de la Agencia Vasca de Innovación ha sido una mala noticia. En estos tiempos difíciles, el inspirador de Innobasque no ha ocultado que una de las razones de su decisión es el cambio de Gobierno. Una lástima que cargos como el que ha ostentado ahora el que fuera consejero de Hacienda en el primer Ejecutivo de Ajuria Enea se vean tan condicionados por el color del Gobierno.

Pedro Luis Uriarte es un valor en este país. Cuando dio a conocer su decisión de abandonar, se lamentaba de que se hubiera cometido el error de particularizar demasiado el proyecto en su persona. Quizá fue ése el error que él mismo cometió. Porque los anteriores responsables de Economía e Industria de Ajuria Enea llegaron a recelar de su acción como presidente de la agencia de innovación porque se podía interpretar como una intromisión en la acción del Ejecutivo. Y no hay Gobierno que resista un marcaje desde fuera.

La saturación de proyectos propios que requerían una mayor dotación que los cuatro millones de euros al año que ya se le había asignado a su agencia terminó por alertar del peligro de que Innobasque acabara convirtiéndose en un aparato paralelo desde donde se dirigiese la política industrial del Gobierno. Sea como fuere, su alusión al cambio de equipo en Ajuria Enea, en donde ya no gobiernan los nacionalistas, para dimitir indica que su ideología le impide, entre otras cosas, colaborar con el cambio.

Lógico si se entiende que él apoyó el plan Ibarretxe. Pero no deja de ser una contrariedad. No está el Gobierno vasco para prescindir de mentes lúcidas. En la prioridad por cerrar la cantera de ETA, el lehendakari ya sabe que necesita la decisión que está adoptando, además de un gran apoyo político y social. Por eso cree que entrar en agravios comparativos con los anteriores gobernantes debilita al Estado democrático.

Con esta actitud va avanzando en la necesidad de acabar con los espacios de impunidad que ha tenido la banda durante muchos años. El acuerdo entre Eudel y el Ejecutivo para garantizar que no se den manifestaciones de enaltecimiento del terrorismo, a la vez que emplaza a la sociedad para que no se resigne y «vea como normal» la presencia en las calles de símbolos de propaganda terrorista, es la prueba más palpable de que en gobiernos anteriores no se perseguía al entorno de ETA con semejante intensidad.

Pero la gran asignatura pendiente del lehendakari (las medidas para afrontar la crisis económica) va a cobrar un lógico protagonismo porque Euskadi también va profundizando en la recesión; aquí también se ha desplomado la producción industrial y se ha frenado el consumo. Y si el lehendakari mantiene su compromiso de no convertir nuestra comunidad en «un país de subsidiados», necesitará más apoyos que los que recibe en el Parlamento vasco. Ya no es sólo que sea el PP el que le sostenga -por cierto, tanto el consejero Ares, hoy en EL CORREO, como Patxi López, reconocen la importancia de su papel como socio preferente para dar estabilidad al Gobierno-. Se trata de la necesidad de un apoyo económico y social.

López está siendo más hábil y práctico que el presidente Zapatero en el diálogo social. Seguramente porque la situación en el País Vasco está marcada por tantos años de amenazas y extorsiones del terrorismo, el lehendakari sabe que necesita a los sindicatos para garantizar la paz social, tanto como necesita a los empresarios para crear empleo en una sociedad en la que, durante muchos años, invertir era un acto casi heroico. «Nosotros somos los verdaderos patriotas, creando puestos de trabajo y sacando este país adelante», le espetó el desaparecido empresario José María Vizcaíno a un Otegi que, en tiempos de tregua, se entrevistaba con todos los «agentes sociales» del País Vasco prometiendo el final del llamado conflicto.

Hoy, al mismo tiempo que el Eustat dé a conocer los datos de la economía vasca durante el segundo semestre del año, que serán negativos, la presidenta del Parlamento, Arantza Quiroga, recordará en una conferencia en Bilbao las dificultades que han tenido los empresarios vascos para desarrollar su creatividad por culpa del terrorismo organizado. Un sector al que hay que reconocer su trayectoria y del que, en la celebración del 25 aniversario de Confebask, se destacó su capacidad de sacrificio. A los industriales, que bastante han sufrido con el impuesto terrorista, no se les puede exigir un impuesto ideológico. Se trata de vencer todavía muchos prejuicios.

Han sido muchos los políticos que han intentado emular al presidente Obama en los últimos meses. Sobre todo en sus frases. Pero mucho menos en sus hechos. Cuentan que, al formar su equipo, preguntó: «¿Quién sabe más de economía en los EE UU?» Y le contestaron: «Paul Volcker». «Pues que venga». Y este experto, ex presidente de la Reserva federal, que llevaba años fuera de la primera línea y que no respondía a los clichés de quienes prefieren gobiernos de diseño porque es republicano y tiene 82 años, asesora hoy al presidente. Igual, igual que en nuestro país.

Tonia Etxarri, EL CORREO, 14/9/2009