¿Era catalán Di Stéfano?

ABC  12/07/14
IGNACIO CAMACHO

· El Ministerio de la Verdad ha decretado que el Barça del falangista Miró-Sans era un emblema del antifranquismo

POCO, muy poco ha faltado para que esta semana nos enterásemos de que Di Stéfano era catalán, como Colón, Cervantes, Santa Teresa y otras glorias patrias asimiladas por el imperialismo español. Pero como el victimismo nacionalista no se podía quedar quietecito en ocasión tan señalada como la muerte del primer gran mito del fútbol, su aparato de propaganda ha rescatado el viejo bulo sucedáneo de que don Alfredo no jugó en el Barça porque lo impidió Franco. Para aplastar «el sueño libertario de Cataluña» (sic) según un exprestigioso periódico italiano. La vieja mano negra siempre atenta al sabotaje de la energía emancipadora del pueblo cautivo. Y la fuerza expansiva, invencible, de los tópicos.

Esa ventaja de los falsos estereotipos se debe en primer lugar al atractivo de las historias conspirativas y en segundo término a la pereza que da desmentirlas remando contra corriente. En eso se basa la creación de las patrañas victimistas que sustentan el imaginario esencial del nacionalismo, capaz de extender como dogma de fe histórica una interpretación delirante que convierte la Guerra de Sucesión del siglo XVIII en un antecedente del conflicto secesionista. Ante ese prodigio de manipulación, la narrativa sesgada del aterrizaje de Di Stéfano sólo constituye una mera anécdota. Otro agravio al destino manifiesto. «Espanya ens roba».

Esta versión es mucho más persuasiva y atrayente que la de la terca realidad del fichaje, la de un tira y afloja entre sectores del régimen. Un pulso entre un Barcelona que entonces era el club hegemónico, controlado por la influyente burguesía franquista catalana, y un mediocre Real Madrid que sólo había ganado dos Ligas… durante la II República. El desistimiento barcelonista tras el laudo salomónico, fiados los culés en la superioridad de un Kubala rutilante. El pago por el Madrid del dinero adelantado por los azulgranas a River Plate. Detalles inútiles. Qué puede significar toda esa incordiante y prolija letra pequeña, por verídica que resulte, ante la retórica del agravio y la sugerente invención retroactiva de otro gran fake ideológico construido durante los años setenta y asentado por el statu quo pujolista: el del simbolismo identitario del Barça como ejército desarmado del catalanismo militante.

Como no se puede luchar contra la potencia devastadora del mito, la Historia se va escribiendo a base de impunes embustes por los amos del pensamiento dominante. Si ha cuajado el bucle melancólico de los fueros del Antiguo Régimen frente a la invasión borbónica cómo no va a fraguar la leyenda de una Cataluña en vanguardia del antifranquismo. Nunca hubo un establishment franquista catalán, nadie vitoreó al dictador en las calles de Barcelona y el Barça del falangista Miró-Sans fue el emblema de la resistencia nacionalista en los años oscuros. Ése es el dictamen del Ministerio de la Verdad. Eppur si muove.