«Erdogan ha comprado el silencio de Europa»

EL MUNDO 11/11/16
ENTREVISTA CAN DÜNDAR, DIRECTOR DEL PERIÓDICO TURCO OPOSITOR  ‘CUNHURIYET’ Y CIUDADANO DE HONOR DE PARÍS

El periodista Can Dündar se fue de Turquía el 1 de julio y no ha vuelto desde entonces. Casi como un extranjero más, siguió el fallido golpe de Estado del 15 de julio desde la televisión, en Barcelona, donde disfrutaba de la tranquilidad del Mediterráneo para escribir su libro. Cuando sobrevino el caos y Erdogan estableció el estado de emergencia, que aún impera, sus abogados le recomendaron que no regresara. Antiguo director del histórico peródico opositor Cumhuriyet, Dündar fue encarcelado durante tres meses, en noviembre de 2015, por «revelación de secretos» tras publicar que la Inteligencia de su país entregaba armas a los rebeldes islamistas en Siria. Durante el proceso, celebrado en mayo de este mismo año y tras el que fue condenado a cinco años de prisión, sobrevivió a un intento de asesinato –el culpable, que disparó contra él en varias ocasiones, fue liberado el mes pasado–. Tras haber presentado un recurso contra la sentencia, aún pesan sobre él varias acusaciones, entre ellas la que debe ser la más popular de Turquía en estos momentos: «Apoyo a una organización terrorista». La Fiscalía, que llegó a pedir cadena perpetua, reclama ahora entre cinco y diez años de prisión.

Dündar recibe a EL MUNDO en la sala de prensa del Ayuntamiento de París –la ciudad de sus sueños, dice– mientras espera a ser premiado con el título de Ciudadano de Honor, un reconocimiento que las autoridades de la capital francesa le han concedido por su lucha en favor de la libertad de prensa.

Finalista también del Premio Sajarov del Parlamento europeo, Dündar quiere compartir este honor con todos los periodistas que han sido encarcelados desde que empezara la represión: cientos han sido arrestados y 160 medios de comunicación se han clausurado desde el mes de julio.

Pregunta.– Tras la decena de detenciones que sufrió su periódico la semana pasada, ¿ha tenido noticias de sus colegas?
Respuesta.– Hablo con ellos todos los días. Con los que están en la cárcel no, no podemos verles, escribirles ni llamarles, y ellos tampoco. Por compararlo con mi situación el pasado mes de noviembre, cuando yo estaba en la cárcel podía ver a mis abogados cuando quisiera, ahora ellos sólo tienen la posibilidad de verlos una vez a la semana bajo la justificación del estado de emergencia.

P.– Usted se fue del país poco antes del golpe de Estado, tuvo suerte. Luego decidió quedarse en Europa, ¿esperaba este nivel de represión?
R.– Cuando vi la intervención militar en televisión y hablé con mis abogados me dijeron que sería mejor no volver, así que decidí quedarme en Europa. La intervención militar fue un regalo de los dioses para Erdogan, una señal de que él estaría preparado para imponer más poder sobre el país. Sí, esperaba represión pero se ha intensificado rápido. Gracias a una beca de Reporteros Sin Fronteras puedo seguir un año en Alemania, no pretendo pedir asilo.

P.– Su mujer sí sigue en Turquía y le han retirado el pasaporte para que no pueda salir.
R.– Sí, permanece secuestrada como si fuera una rehén. No tiene nada que ver en todo esto y no la están investigando ni hay procesos en su contra. Son tácticas de mafia. Ni siquiera en los tiempos militares tocaban a la familias, ahora están intentando castigarme a mí.

P.– Entre las más de 37.000 personas que han sido detenidas durante estos meses, a una gran mayoría, como a usted, se la acusa de apoyar organizaciones terroristas. ¿Dónde está el límite?
R.– El límite está en acabar con toda voz crítica. Erdogan quiere que el país no tenga otra voz que la suya y parar todas las críticas antes del referéndum sobre el sistema presidencial, en primavera. Ha conseguido convencer a sus votantes de que éste es el único camino.

P.– ¿En qué circunstancias contemplaría volver a Turqía?
R.– Cuando impere la ley. Ahora Erdogan domina y regula la justicia y no podemos confiar en los jueces.

P.– En su situación recibir un reconocimiento como el de Ciudadano de Honor en París debe ayudar, pero, ¿qué espera usted realmente de los gobiernos europeos?
R.– Que dejen de apoyar a un Gobierno represivo. Europa ha mantenido silencio con respecto a las políticas de Turquía por el acuerdo de los refugiados y, desafortunadamente, Erdogan compró su silencio a cambio de guardar la llave de los campos de refugiados amenazando a Europa con reabrir las fronteras y dejarles ir si abren la boca. La amenaza está funcionando con éxito y sólo ahora empezamos a escuchar voces críticas desde Europa quejándose, pero es demasiado tarde.

P.– ¿Hay alguna respuesta que aún pueda dar Europa?
R.– A Erdogan ya no le preocupa la reacción de los europeos y tampoco es que estén diciendo nada. Dicen que están preocupados pero es un poco tarde para estarlo. El otro peligro ahora es el aislamiento. Si frenan las negociaciones con Turquía no sería un castigo para Erdogan sino para el lado más aperturista del país, que está sufriendo en estos momentos. Lo que esperamos es apoyo de la comunidades europeas, de la sociedad, universidades y medios de comunicación en lugar de los gobiernos.