Nacho Cardero-El Confidencial

Esta vez, el Gobierno se ha visto obligado a hacer cesiones exprés a los rivales políticos y líderes autonómicos para poder sacar adelante la cuarta prórroga

«Es la primera vez que veo al Gobierno asustado de verdad», comentaba Inés Arrimadas tras sus negociaciones del estado de alarma después de 18 días sin que Pedro Sánchez descolgara el teléfono. “Se han dado cuenta de que están más solos de lo que pensaban, de que sus socios de investidura llegan hasta donde llegan”.

Tan es así que el Gobierno se ha visto obligado a hacer cesiones exprés a los rivales políticos y líderes autonómicos para poder sacar adelante la cuarta prórroga del estado de alarma. O lo que es lo mismo, ha puesto límites a la unilateralidad con la que ha gestionado la crisis.

“Las llamadas de estos días han ido como la seda. Han aparcado la soberbia a un lado después de darse de bruces con la realidad. Tienen 15 días para cumplir. No es una carta blanca indefinida”, apostilla Arrimadas, matizando a los voceros de la izquierda que jalean la decisión de Ciudadanos. «Si no cumplen, esta será la última prórroga».

El Gobierno cede con la declaración del luto nacional (PP), la cogobernanza con CCAA en temas relacionados con la circulación de personas (PNV) y el compromiso de adaptar los ERTE y las ayudas a pymes y autónomos para desvincularlos del estado de alarma (Cs), especialmente en el turismo (CC). El Ejecutivo se compromete, además, a mantener contactos semanales con los partidos para informar sobre la crisis sanitaria y consensuar la desescalada.

Gracias a estas promesas, Pedro Sánchez consigue el apoyo de Ciudadanos, PNV y Coalición Canaria. No es poca cosa

Gracias a estas promesas, Sánchez consigue el apoyo de Ciudadanos, PNV y CC. No es poca cosa. Sobre todo teniendo en cuenta la falta de estrategia mostrada por el PP y el boquete abierto entre Casado y Arrimadas. Con todo y con eso, la votación de este miércoles se saldó con 178 apoyos, muchos menos que los 321 de la primera.

De esta votación, la guardia pretoriana de Moncloa ha de extraer algunas conclusiones. Primero, que aun siendo necesaria —sobre todo, en lo que a la restricción de movimientos se refiere—, la prórroga del estado de alarma no se podía conceder ‘gratis et amore’ ni servir de coartada para congelar el sistema de garantías constitucionales.

Tal y como estaba planteado, «constituía un ejercicio antidemocrático de poder la imposición encubierta, y sin el control interno y europeo, de un verdadero estado de excepción, en el que se restringen severamente los derechos, bajo cobertura de la prórroga del estado de alarma», escribía la fiscal de Sala del Tribunal Supremo Consuelo Madrigal en ‘El Mundo’.

La segunda conclusión tiene que ver con la inconsistencia de sus socios de gobierno. No solo porque algunos le den la espalda en votaciones mollares como la de hoy, caso de ERC, tan preocupado por la crisis territorial como por la crisis sanitaria, o porque el PNV se mueva en una calculada ambigüedad. También por el quebradero de cabeza que supone Iglesias.

La Unión Europea ha hecho el PCR al Gobierno de coalición compuesto por el PSOE y Unidas Podemos y ha dado positivo. Le hizo el test rápido después de recibir el nuevo Programa de Estabilidad, que recoge un desplome del PIB del 9,2% y una escalada del paro al 19% en 2020, el peor cuadro macroeconómico de los enviados a Bruselas junto al de Italia. Pablo Iglesias y la formación que lidera son incompatibles con una recesión económica y con las medidas que la Comisión va a exigir a España para acceder a los fondos de reconstrucción.

El PSOE debería ir asumiendo que, más pronto que tarde, deberá romper con la formación morada e intentar un acercamiento a PP y Ciudadanos con la aprobación de unos Presupuestos ‘ad hoc’ para la pandemia. Pactos inéditos para situaciones excepcionales.

El PSOE debería ir asumiendo que, más pronto que tarde, deberá romper con la formación morada e intentar un acercamiento a PP y Ciudadanos

Un desiderátum que, sin embargo, no tiene visos de prosperar viendo a Adriana Lastra cómo carga contra Pablo Casado en el hemiciclo. La geometría variable con la que ha sacado adelante la cuarta prórroga no está sustentada en el pacto sino en la asimetría moral, que dice Ignacio Varela, una táctica política que lleva a apoyarte en nacionalistas e independentistas para derrocar al PP, pero que, cuando llega una crisis como la actual, hace que te olvides de tus socios y dirijas la mirada a la oposición, requiriendo su ayuda, corresponsabilizándoles del desastre, como si el PSOE no estuviera gobernando, como si los meses que Sánchez lleva en Moncloa hubieran sido un espejismo.

Más bien parece que ese plan B que esgrimía Sánchez, y cuya inexistencia sumiría el país en el caos, no era sino el final de una estrategia, el deseo del PSOE de retomar la legislatura en el punto de confrontación donde la dejó.

No habrá más prórrogas. Dentro de 15 días, el Congreso estará más polarizado que hoy, con unos partidos pensando más en los puntos de intención de voto y en cómo mutualizar el desastre de la gestión del covid que en el interés general.

Los tres países más golpeados de la Unión Europea, esto es, España, Italia y Francia, son también los que tienen más oposición y contestación parlamentaria como consecuencia de la deficiente gestión del virus y las secuelas económicas. En los tres países, se atisban algo más que cambios.