Luis Ventoso-ABC
- Los presidentes de otras comunidades deben oponerse a que el separatismo dicte el futuro de España
Nunca debe subestimarse la ola de burramia que nos asuela. Hace tres meses entré en una librería tradicional de La Coruña y le pedí ‘El Príncipe’ de Maquiavelo a un joven dependiente, de «la generación mejor preparada de la historia», que diría Zapatero. Antes de buscar en el ordenador, me preguntó: «Maquiavelo, dice… ¿Y quién es el autor?».
Pese de la existencia de esta suerte de especímenes, hasta ayer mismo cualquier persona con un dedo de frente podía contestar con acierto a esta sencilla pregunta: ¿Tienen los mismos derechos y deberes los vecinos de Noceda, en el Bierzo leonés, y los de Breda, en la comarca de La Selva gerundense? La respuesta era obvia: sí, por supuesto, todos son ciudadanos españoles en un país de libres e iguales. Pues ya no. Por un error histórico de quien nos mal gobierna, ahora en España ya existen dos categorías de ciudadanos: los catalanes y todos los demás. ¿Exagero? ¿Soy un alocado carca con aroma a alcanfor y morriñas imperiales? Me temo que no. Es un hecho: el futuro de España -o su no futuro- se va a dibujar en una mesa bilateral entre el Gobierno de Sánchez y los mandatarios separatistas de la comunidad autónoma de Cataluña, mientras que el resto de las regiones no pintarán nada, habrán de tragar con lo que allí se acuerde. Es decir, los vecinos de Breda tendrán a sus representantes cortando el bacalao sobre cómo será España -o sobre el fin de España-, pero los de Noceda serán unos corderos sin voz ni voto.
¿Exagero? Los dirigentes catalanes que malversan, prevarican y dan golpes sediciosos son premiados con indultos especiales a la carta. ¿Exagero? Mientras todas las comunidades eran controladas con celo por Hacienda para cumplir las metas de consolidación fiscal y se apretaban el cinturón, una se pasaba todo por el arco del triunfo, dilapidaba la pasta en promocionar el ‘procés’ e iba de cabeza a la quiebra. ¿Y qué ocurrió? Pues que fue auxiliada por el Estado con un colosal rescate y ahora será premiada de nuevo con prebendas económicas, que se pagarán restando fondos a regiones cumplidoras. ¿Exagero? A finales de este mes se celebrará, por fin, la conferencia de presidentes autonómicos y el Gobierno, una importante cita para estudiar el asunto de los fondos. Aragonès ya ha dicho que él no irá. El pueblo superior no se mezcla con la plebe, solo acepta reuniones ‘bilaterales’ España-Cataluña. El presidente catalán explica además que dedicará julio y agosto a promocional «la amnistía y la autodeterminación» -ambos ilegales- de cara a su mesa con Sánchez en septiembre.
Ante este estado de cosas, es lamentable el silencio de los presidentes autonómicos comprometidos con España y su Constitución. ¿A qué esperan Ayuso, Feijóo, Page, Mañueco, Moreno… para hacer un frente común y proclamar que no están dispuestos a que la soberanía nacional y el futuro de un país de 47 millones de españoles descansen, por felonía de Sánchez, en las manos de unos partidos separatistas que en los últimos comicios sumaron 1,3 millones de votos? Espabilen, por favor. Defiéndanos de este abuso.