Escocia cree que España aceptaría su independencia

EL MUNDO 17/01/13

· El primer ministro Salmond reconoce que hay claras diferencias con el caso catalán.

El primer ministro escocés, Alex Salmond, aseguró ayer que España aceptaría la independencia de Escocia y se refirió directamente a las palabras del ministro de Asuntos Exteriores, Jose Manuel García-Margallo, a su paso por Londres en febrero de 2012.

«Si en el Reino Unido las dos partes se ponen de acuerdo en que eso es acorde con su ordenamiento constitucional, escrito o no escrito, España no tendría nada que decir», dijo Salmond, haciendo suyas las declaraciones textuales de García-Margallo. «Simplemente constataríamos que no nos afecta».

«Eso quiere decir que no objetarían la independencia consensuada de Escocia», recalcó Salmond. «Lo cual me parece una declaración muy sensata por parte del ministro de Asuntos Exteriores español».

Salmond respondió así a la tercera pregunta sobre las posibles similitudes del caso escocés y del caso catalán, durante una comparecencia ante medios extranjeros en Londres, con amplia representación española. Después de lanzar balones fuera, y de reiterar su principio de «no injerencia en asuntos de otros países», Salmond entró finalmente al trapo y vaticinó cuál sería la reacción de España a la hora de reconocer la supuesta independencia de Escocia si vence el sí en el referéndum previsto para el otoño de 2014.

Salmond reconoció de paso que «hay diferencias entre Escocia y Cataluña». El líder del Partido Nacionalista Escocés (SNP) recalcó que el Acuerdo de Edimburgo -firmado por él mismo y por el premier británico David Cameron en octubre del 2012- pone el referéndum sobre la independencia en «otro contexto» diferente al que existe en España, donde las tensiones entre el Gobierno central y el catalán son bien notorias.

El líder escocés recalcó que «el consentimiento y la cooperación» han sido un factor determinante en el proceso que ha llevado hasta el referéndum. Salmond rompió una lanza por «el nacionalismo pacífico y amable» de Escocia, que «no se ha cobrado ninguna víctima y ni siquiera ha causado una nariz ensangrentada» (precisamente ayer la Cámara de los Lores aprobó sin aspavientos la ley que transfiere al Parlamento escocés las competencias para la convocatorio del referéndum).

Salmond vaticinó que Escocia sería recibido con los brazos abiertos por la comunidad internacional, como ha ocurrido con otros países admitidos en Naciones Unidas en el último medio siglo, y se refirió muy concretamente a la separación de la República Checa y Eslovaquia.

«La idea de que un país rico en recursos pesqueros, rico en petróleo y rico en energías renovables permaneciera fuera de la Unión Europea no es creíble», advirtió Salmond, que recalcó su convencimiento de que las negociaciones de Escocia para seguir vinculada a la UE se producirían «desde dentro» y sin necesidad de ponerse a la cola y volver a solicitar el ingreso, tal y como advirtió en diciembre el presidente de la Comisión Europea José Manuel Durao Barroso.

Salmond aseguró que la jurisprudencia está de su lado y agregó que, en cualquier caso, Escocia dispondría de 18 meses tras el referéndum para negociar su estatus.

«Tras el referéndum, Escocia sería aún miembro del Reino Unido y, por definición, tendría que negociar desde dentro», recalcó Salmond, que aseguró que la independencia no se consumaría en su caso hasta las elecciones locales de mayo del 2016. «Eso es algo incuestionable».

Salmond se regodeó en el contraste histórico que se produciría si Escocia negociara su ingreso en la UE (sin adoptar el euro como moneda, y siguiendo en principio con la libra esterlina) y el Reino Unido estuviera al mismo tiempo negociando su salida. «Ése es un dilema que queda en manos de David Cameron y sus compañeros del Partido Conservador», dijo el líder escocés.

La independencia supondría según Salmond la «desnuclearización» inmediata del territorio escocés, aunque Escocia seguiría vinculada a la OTAN (el SNP renunció a su credo antiatlantista en su última conferencia para intentar ganar respaldo popular a la causa independentista).

Salmond anticipó que Escocia tendría lista su propia Constitución en el momento de alcanzar la independencia, para acabar así con la «rareza» que distingue a la democracia británica. «Todos los estados modernos y los miembros de la Unión Europea tienen una Constitución escrita, a excepción del Reino Unido», concluyó Salmond. «Una Escocia independiente sería una democracia moderna, y una democracia moderna ha de tener una Constitución escrita».

EL MUNDO 17/01/13