- Después de lo sufrido a costa de esta gente, muchos vascos han preferido olvidar su complicidad criminal y dar crédito a sus patrañas progresistas
«Me corresponde esta noche recoger el premio al esfuerzo de tantas compañeras y compañeros que, en condiciones mucho más difíciles que las nuestras, pelearon para conseguir una Euskal Herria libre de ataduras. Hoy hemos dado un paso de gigante hacia la independencia y seamos justos, nuestro éxito no habría sido posible sin el liderazgo de una persona que con su generosidad e inteligencia nos ha traído hasta aquí, Eskerrik asko (muchas gracias) Arnaldo, hitza daukazu (tienes la palabra).
»Peio, la victoria es tuya y de EH-Bildu, se negocie lo que se negocie tras esta noche, se te ha puesto cara de Lehendakari. Agradezco tus palabras, pero no tengo ningún mérito distinto al de muchos que nos precedieron en esta batalla de David frente a Goliat. Lo que hoy celebramos lo debemos a muchos que no pueden hacerlo con nosotros, es el triunfo de los presos, los exiliados, los represaliados y tantos gudaris que nos precedieron en la lucha.
»Estos resultados históricos para la izquierda abertzale no han sido una casualidad, han llegado porque hemos sido capaces de sobreponernos a la adversidad. Hemos derrotado a la represión y a la guerra sucia del Estado, a la persecución y las ilegalizaciones, a las torturas de maderos y pikoletos y también de los Cipayos. Mucha ha sido la sangre derramada por este pueblo y muchos los años de prisión, pero han valido la pena, el pueblo nos ha reconocido el esfuerzo.
»Fijaos dónde están hoy aquellos que, ufanos, soñaron con doblegar las ansias de libertad del pueblo vasco y dónde nosotros. El PP y el PSOE, que diseñaron la política de represión, irrelevantes o entregados, la Guardia Civil y la Policía que aplicaron sus leyes de excepción con tortura y cárcel, expulsados de Euskal Herria, el euskera perseguido y reprimido, triunfante en las aulas y en la administración y la independencia que nos negaban, a la vuelta de la esquina. Hemos vencido a la democracia de opereta diseñada al alimón entre el Pardo y la Zarzuela. La lucha la empezamos aquí, pero ha continuado en Cataluña y mañana lo hará en Galicia.
»Enhorabuena compañeras y compañeros, nos ha costado algo más de cincuenta años y mucho esfuerzo y dolor, pero eso no es nada en la historia milenaria de nuestro pueblo. Los vascos hemos vuelto a vencer a los españoles, como lo hicimos hace doce siglos en la batalla de Padura. ¡Jo ta Ke irabazi arte! (dale que te pego hasta la victoria) ¡Gora Euskadi Sozialista!».
Hasta aquí la ficción que dentro de unos días puede ser una triste realidad. Algo parecido podremos escuchar de labios de Peio Otxandiano o Arnaldo Otegi para celebrar sus resultados electorales. Lo trágico es que, después de lo sufrido a costa de esta gente, muchos vascos han preferido olvidar su complicidad criminal y dar crédito a sus patrañas progresistas. Y dramático resulta encontrarnos en esta situación por puro desistimiento, especialmente en los últimos veinte años y singularmente con los gobiernos de Zapatero y Sánchez. Dar la vuelta al próximo triunfo de quienes solo aspiran a romper España en cualquiera de sus dos versiones –la salvaje y la burguesa– será un esfuerzo titánico de muchos años. Lograrlo solo dependerá de que existan hombres de Estado dispuestos a liderar partidos que, lejos de pensar en las próximas elecciones, lo hagan en las próximas generaciones.
- Carlos de Urquijo fue delegado del Gobierno en el País Vasco