La estrategia de Iñigo Urkullu parece ser recuperar la capacidad de pacto a medio plazo, sin estar mirando todo el tiempo a la izquierda abertzale pensando en cómo conseguir sus votos. El PNV habría interiorizado que, incluso desarrollando políticas radicales, la posibilidad de llevarse los votos de Batasuna es limitada.
Desde la más veterana, el PNV, hasta la más reciente, Hamaikabat, cinco formaciones políticas se disputan el espacio político nacionalista, incluyendo entre ellas a la izquierda abertzale que, aunque fuera de la legalidad, no renuncia a mantener el respaldo social que ha tenido en el pasado y por el que pelea con uñas y dientes, incluso cuando no puede presentar candidaturas.
La competencia entre estas cinco siglas es muy fuerte y por ello están obligadas a realizar movimientos de diferente naturaleza para tratar de consolidar su propio espacio.
El PNV, desde su condición de partido mayoritario de Euskadi, afronta la competición sin la tensión de los minoritarios, que prácticamente se juegan el ser o no ser en cada elección. Sin embargo, a la hora de plasmar su estrategia, el PNV oscila entre la apelación a la línea seguida en los últimos años, como hacía este fin de semana el ex lehendakari Juan José Ibarretxe, y la necesidad de recuperar la centralidad política que le permitió conservar el poder mediante su capacidad para el pacto con casi todo el arco parlamentario, capacidad que en este momento no tiene.
La estrategia de Iñigo Urkullu y su equipo parece ir encaminada a recuperar esa capacidad de pacto a medio plazo, lo que conlleva alejarse de radicalismos, sin estar mirando todo el tiempo a la izquierda abertzale pensando en cómo conseguir sus votos. Es como si el PNV hubiera interiorizado que la posibilidad de llevarse los votos de Batasuna, incluso desarrollando políticas radicales, es limitada.
A la izquierda del PNV, sin embargo, la pugna por los votos de la izquierda abertzale es mucho más intensa y en ella están involucrados de lleno Aralar y Eusko Alkartasuna. Las elecciones europeas pusieron de manifiesto la dificultad de Aralar de llevarse votos de Batasuna si este partido consigue presentar una lista de conveniencia. En cambio, si no hay lista que se identifique con la izquierda abertzale, como pasó en las autonómicas del 1 de marzo, Aralar logra arañar votos de Batasuna. La estrategia del partido de Patxi Zabaleta parece pasar por cortejar a los votantes de Batasuna con algunos gestos, pero sin comprometerse en aventuras conjuntas con la formación de Arnaldo Otegi.
En el caso de Eusko Alkartasuna la predisposición a tender la mano a la izquierda abertzale, o al menos a mantener canales de comunicación estables, está generando confusión ante la opinión pública que los portavoces de su reciente escisión, Hamaikabat, intentan aprovechar en beneficio propio.
Florencio Domínguez, EL CORREO, 2/2/2010