Darío Ojeda-El Confidencial

  • Los problemas en Aragón y sobre todo en Cataluña apuntan a que los equipos de rastreo son insuficientes para hacer frente a una segunda ola del coronavirus

Al comienzo de la desescalada, pasado el peor momento de la pandemia del covid-19, las comunidades se lanzaron a anunciar la contratación de rastreadores para hacer frente al coronavirus. La primera ola de la enfermedad pilló desprevenida a España. Una de las lecciones aprendidas fue la necesidad de contratar más personal para realizar el seguimiento de los contactos de los positivos. Evitar una segunda ola, o al menos conseguir que fuera lo menos dañina posible, iba a depender de la capacidad de rastreo: identificar cuanto antes al mayor número posible de contactos para aislarlos y evitar más contagios. Dos meses después, cuando los casos han comenzado a aumentar, la conclusión es que no todas las comunidades han aprovechado la tregua del covid-19 para prepararse.

A mediados de junio, la Generalitat de Cataluña cifró en 288 los integrantes de su equipo de rastreo, con una previsión de ampliarlo con otras 100 personas en caso de ser necesario. Eso es lo que comunicó al Ministerio de Sanidad. La mayor parte (203) era personal externo contratado a una filial de Ferrovial, según informó El Confidencial. A juicio de Magda Campins, jefa de Medicina Preventiva y Epidemiología del hospital Vall d’Hebron, insuficiente. No solo porque según ella solo eran 150 y no los prometidos por la Generalitat, sino porque cree que se necesitan 2.000. Ni con los 500 refuerzos anunciados este jueves se llegará a ese número.

«La contratación ha sido pobrísima»

«La realidad es que se ha contratado muy poca gente hasta ahora en todos los sitios», asegura Joan Carles March, profesor de la Escuela Andaluza de Salud Pública. «Escocia, para cinco millones de habitantes, tiene 2.000 rastreadores. Andalucía y Cataluña tienen más población. La contratación ha sido pobrísima».

Tener 2.000 rastreadores para toda Cataluña supondría uno por cada 3.800 habitantes, una ratio parecida a la que tiene Alemania, donde el Gobierno recomendó a los estados uno por cada 4.000. En España, el Ministerio de Sanidad no fijó un número. En los indicadores del proceso de desescalada solo hablaba del «número de profesionales de los servicios de vigilancia epidemiológica dedicados a la respuesta de covid-19 en relación con el número de casos diarios detectados», sin especificar cuántos eran necesarios.

«Es cierto que podemos llegar a poner una cifra de rastreadores. Podemos ponerla por población, por número de casos, por densidad de población, por tiempo que se puede dedicar en lugar de por personas…», dijo este jueves Fernando Simón. «Todas estas variables se tienen que asociar a la situación específica de cada momento y cada área». El director del Centro de Coordinación de Alertas y Emergencias Sanitarias no es partidario de fijar un número y sí de que las comunidades adapten sus equipos según el entorno, con especial atención a las zonas urbanas.

«Entiendo la postura de Fernando Simón, pero en ese tema creo que se ha sido demasiado poco directo», dice March. «No mojarse en la necesidad de poner unas ratios va en contra del proceso de seguimiento de los casos. Eso no permite que tú tengas un número de personas bien formadas desde el inicio, sino que sucede como en Cataluña: han buscado ahora 500 personas para que hagan ese proceso de rastreo. Creo que es una equivocación. Si tú no te planteas que esto puede ser un problema y que vas a tener que necesitar muchos más rastreadores… Eso necesita que desde el inicio haya un número de personas mínimo en cada comunidad y a partir de ahí aumentar en función del número de casos. Si no, nos encontramos una situación como la actual, en la que no funcionamos del todo bien».

Cada comunidad ha tenido libertad para conformar sus equipos de rastreo. Algunas han decidido descargar ese trabajo en la atención primaria y han contratado personal. Otras han decidido montar ‘call centers’ para reforzar esa labor. En Madrid, por ejemplo, los sindicatos llevan semanas denunciando que la Consejería de Sanidad no ha llegado a contratar a todo el personal prometido. El CSIF también ha pedido que se contraten más en las zonas costeras, y Antonio Figueras, investigador del CSIC, ha dicho que hacen falta 20.000 en toda España, una cifra que ahora mismo queda muy lejos.

«A medida que aumenta el número de casos es necesario identificar y seguir a más contactos. Por lo tanto es necesario más personal», dijo Simón

Harán falta más rastreadores

«En algunas zonas de España se ha visto que sí que podría ser necesario un incremento importante de personas que hagan este seguimiento. En algunos puntos habría que reforzar el número de personas que se dedican a esta tarea«, dijo este jueves Simón. A su manera, y sin citar ninguna comunidad, el director del CCAES reconoció que algunas comunidades no lo están haciendo bien en el rastreo. A nadie se le escapa que apuntaba a Aragón y, sobre todo, Cataluña, las dos regiones que peor lo están pasando en esta fase de la pandemia.

Cataluña y Aragón están anunciando lo que puede pasar en el resto de España. En esas dos comunidades hay transmisión comunitaria y la situación es preocupante. Ante ese panorama, los equipos de rastreadores diseñados al inicio de la desescalada pueden no ser suficientes. Hará falta más personal para evitar que se repita lo sucedido en marzo y abril. Lo dijo Fernando Simón este jueves. «A medida que aumenta el número de casos es necesario identificar y seguir a más contactos. Por lo tanto es necesario más personal. Si queremos prever el riesgo de que haya una segunda ola con un número muy importante de casos, tenemos que tener previsto cómo conseguir el número adecuado de personas que hagan este seguimiento. Pero tenerlo previsto no quiere decir que tengamos que tener un volumen muy importante de personas cruzadas de brazos cuando no hay transmisión, o cuando es mínima», declaró.

«Las comunidades tienen que tener listo el plan de cómo incrementar los recursos en diferentes situaciones. Además de eso, tienen que tener una base mínima que permita una actuación permanente de seguimiento de contactos, que esté probablemente sobredimensionada, aunque no en exceso, para, en situaciones de incremento rápido de la transmisión, poder responder correctamente en el período en que se tarda en adaptar las capacidades», añadió.