- Ante la gravedad del momento nadie puede inhibirse. O la gente de bien reacciona o la democracia perecerá
Sánchez ha retomado el testigo de aquel PSOE de la Guerra Civil que al que no le tembló el pulso en decir que urgía la sovietización de España, el que se alzó en armas contra la propia República en 1934, que tuvo checas donde se torturaba y asesinaba a inocentes de mano de criminales como Agapito García Atadell – miembro de la ejecutiva federal de la UGT y escolta personal de Indalecio Prieto – y, en fin, el que se alió con el comunismo para mantener un horror en la retaguardia incomparable mientras sus dirigentes expoliaban las riquezas de sus compatriotas para llevárselas al exilio en calidad de botín personal. Que nadie se engañe: el PSOE que hemos conocido de Felipe no tiene nada que ver con éste de ahora, guerracivilista, rabioso, cainita, despreciador de leyes, instituciones,
reglas democráticas y fraternidad.
Lo repito, el momento es gravísimo. La política nacional la dictan asesinos etarras, golpistas catalanes y comunistas dispuestos a conseguir por la fuerza lo que las urnas no les otorgan, como la “manifestación” en favor de la sanidad pública de este domingo que no era más que una concentración de militantes rogelios venidos de toda España con billete, bocata y treinta euros para gastos de bolsillo, contra la presidenta Ayuso. ¡Que les importan a estos tipos
los problemas reales de los españoles! Todo es objeto de manipulación, de engaño, de falsedad si con ello se contribuye a su causa. Sus medios adictos están empeñados en disfrazar, cuando no mentir, acerca de los terribles errores económicos, políticos y sociales de este gobierno de incompetentes. Nadie en el partido socialista se atreve a romper la baraja porque también entre los llamados barones regionales existe el egoísmo personal que prima
ante el deber cívico de salvar a España y a su sistema democrático de la perversión a la que Sánchez la está abocando. Sánchez modifica por la puerta de atrás el delito de sedición ahora, pero mañana lo hará con otras cosas, y acabaremos viendo un pseudo referéndum en Cataluña, y en las vascongadas y en todo lugar del territorio nacional que disponga de una clase política mezquina y traidora. Y veremos a la nación más vieja de Europa convertida en una federación extraña y repulsiva, a la justicia en manos de 2 amigotes y conmilitones sanchistas – con la República también hubo jueces y jurados y todos fallaban en consonancia con los deseos del Frente Popular -, y veremos como el crimen y la delincuencia se sientan en los más altos sillones de la nación, y a Ceuta y Melilla entregadas a Marruecos y quién sabe si las Canarias. ¿Por qué? Porque Sánchez es capaz de todo y quiere un país como el que querían sus predecesores en los años treinta, un país servil y dócil a los dictados del partido, un país sin medios libres, sin oposición, sin poderes independientes, un país en el que solo sean millonarios ellos y sus compañeros de viaje. No soy alarmista ni apocalíptico, créanme, el paso dado con la sedición permite vaticinarlo. Ante esto, que supone un antes y un después en los cuarenta años de libertad que hemos gozado gracias al consenso y a la democracia constitucional, no caben inhibiciones. Ya no es solo un asunto del PP, de VOX o de Ciudadanos. Esto nos compete a todos los demócratas españoles que no queremos vivir en un sistema doctrinario y represor. Tengamos muy presente que lo que ahora puede parecernos más o menos importante no es más que la antesala del infierno que nos espera si no reaccionamos con vigor democrático. Patronal, organizaciones de trabajadores, partidos, profesionales, mujeres, hombres, estudiantes, todos estamos llamados a decir que hasta aquí hemos llegado.
Ojalá estemos a tiempo de salvar a España. Ojalá estemos a tiempo de salvarnos a todos.