Seguramente el concepto que más convenga a la España del momento es la itinerancia. Por transversal: valía para definir a los asesinos más letales de la banda terrorista ETA, el comando itinerante que capitaneaba Henri Parot. Actuó en Madrid, Zaragoza, Irún, Barcelona, Castellón y Sevilla, donde fue detenido su cabecilla. También fue itinerante la marcha de Pedro Sánchez desde Xirivella, feudo de Ábalos, donde el personal gritaba: “sí, sí, sí, Pedro ya esta aquí”, evidentemente deudora del “Sí, sí, sí, Dolores a Madrid”, que inspiró una canción alusiva de Ana Belén y aquí su marido. Luego vinieron Murcia, dos Hermanas, Castellón, Madrid, Navarra, La Rioja, Gijón, Santander, Barcelona, Mallorca, en aquel viejo Peugeot, su Babieca, que esto ya era costumbre cuando el Cid.
El principal partido de la oposición también se ha puesto itinerante con una convención que pasó por Santiago, Valladolid, Madrid, Sevilla, Cartagena y Valencia, donde cerró ayer con multitud. El viaje ha sido un éxito, baste ver las fotos de la plaza de Valencia, mítico aforo de masas para el PP, como en los viejos tiempos. Hay otra señal del éxito: entre los invitados extrajeron para dar lustre estaba Nicolás Sarkozy, que actuó el miércoles en Madrid con gran contento de los anfitriones. Pablo Casado animó a los suyos a “tomar los buenos ejemplos de gestión. Los buenos ejemplos, siempre basados en unos principios y unos valores compartidos”. Al día siguiente, el marido de Carla Bruni fue condenado a un año de prisión por la financiación ilegal de su campaña en 2012.
Al PP apenas le ha supuesto coste, a pesar de que el PSOE es especialista en pasar varias veces al cobro la misma factura. Apenas un chiste de Miquel Iceta: “¿Qué tendrá que aprender el PP en el extranjero en materia de corrupción?” y en eso tenía razón, las cosas como son; sin salir del feudo chico del PSC, podría haber puesto ejemplos: “su invitado Sarkozy, un año por financiación ilegal, un año. Nuestro Josep Maria Sala, dos, y sin tener que recurrir a las grandes figuras: Manuel Chaves y José Antonio Griñán, presidentes del PSOE entre 2000 y 2014.
Un tercer factor positivo es el apoyo que Ayuso le expresó el sábado. El ambiente presagiaba cambio en la plaza de toros: el público se desgañitó aclamando al líder, presidente, presidente; un Casado que era ya candidato, se comportó como tal, desgranando a lo largo de una hora de intervención su programa de manera detallada, incluso prolija. No nombró a Pedro Sánchez, aunque se refirió a él en términos inequívocos: “ya es pasado aunque no lo sepa”. Tampoco citó a Vox y eso puede considerarse un paso adelante desde la moción de censura de Abascal hace casi un año. Hay un número cada vez más importante de españoles que aspira a sacar a Sánchez de La Moncloa. Cualquiera sería bueno para encomendarle la tarea: Casado, un suponer. Solo hace falta que siga dando pasos para recomponer la relación con Abascal y que acepte lo que para todo el mundo es evidente, que Ayuso es la mejor líder para el partido en Madrid después de haber demostrado que lo era para la autonomía madrileña. Recomponer lo de Cayetana parece más difícil, pero debería intentarlo.