EL MUNDO 29/05/14
ENTREVISTA THORBJORN JAGLAN, Secretario general del Consejo de Europa
· El dirigente del organismo encargado de promover los derechos humanos y la democracia en el Viejo Continente cree que no hay que exagerar el auge de los partidos euroescépticos
Un lustro después de ser elegido secretario general del Consejo de Europa, el noruego Thorbjorn Jagland (Drammen, 1950) sigue haciendo gala de la misma discreción. El también actual presidente del comité que decide cada año el Premio Nobel de la Paz fue anteriormente primer ministro, ministro de Asuntos Exteriores y presidente del Parlamento de Noruega. Esta semana, en calidad de líder del Consejo –que se encarga de promover la democracia y los derechos humanos en el Viejo Continente–, ha visitado Madrid para reunirse con el ministro de Exteriores Margallo y una delegación de parlamentarios españoles.
Pregunta.–¿Cómo afronta la resaca electoral de los comicios europeos? ¿Preocupado por el avance euroescéptico y extremista?
Respuesta.–No deberíamos exagerar lo ocurrido. Ya hemos visto esta tendencia anteriormente y hay que tener en cuenta que los votantes utilizan las europeas para protestar. Y estas protestas luego no se materializan en los comicios generales. Los partidos extremistas saben además cómo movilizar a la gente. Y debo decir que me alegra que en España la sociedad no se haya vuelto radical, si bien es cierto que ha votado a partidos pequeños…
P.–¿Pero alejarse del bipartidismo no puede ser una tendencia loable?
R.–No sé si votar a los partidos pequeños es bueno… Pero insisto en que lo bueno es que aquí no hay partidos xenófobos como ocurre en países como Francia. Es muy bueno para España y muestra varios factores: la solidez de la democracia española, una sociedad que lleva bien su diversidad cultural y que incluso lleva bien su relación e integración con la comunidad gitana, algo de lo que deberían aprender muchos estados europeos. Todo esto habla mucho a favor de los españoles.
P.–Los problemas económicos que sufrimos en España, ¿no serían un buen caldo de cultivo para los partidos de extrema derecha?
R.–Eso es lo curioso. En otros países europeos con problemas similares económicos, en especial el desempleo, se ha detectado enseguida el auge de la xenofobia. Pero aquí no ha ocurrido. España tiene mucho que enseñar al resto de Europa en este aspecto.
P.–En Bruselas, ¿tendría que reinventarse la política comunitaria?
R.–Debería repensarla. Insisto en que la UE debería poner más énfasis en el empleo, el crecimiento económico y la igualdad social… Y a la vez dejar a un lado tanta burocracia, delegar más en los estados para ocuparse a fondo de los temas más importantes. No tienen por qué regular todo. Esto es, ser más fuerte en las cosas importantes y apartar las manos de las cosas pequeñas.
P.–¿Concibe una guerra en Europa? ¿Puede desencadenarse una guerra civil en Ucrania o ya se ha desencadenado?
R.–Aún no hay una guerra civil y confío en que no va a ocurrir. Los insurgentes en el este de Ucrania no tienen mucho apoyo de la población. Es un caso totalmente diferente al de la Península de Crimea. Hay muchas señales de que la mayoría de la población del este de Ucrania quiere seguir formando parte de este país. Y en la crisis ucraniana el Consejo de Europa juega un papel importante porque tanto Rusia como Ucrania son miembros de la organización. Y el objetivo ahora es tener una Constitución en Ucrania aceptada por todos y que una a todas las fuerzas políticas, así como un Parlamento que represente a todo el país. En todo caso, ya ha sido una buena señal que el presidente [Poroshenko] haya sido elegido en la primera vuelta.
P.–Tampoco era imaginable una guerra en el corazón de Europa y se produjo la de los Balcanes…
R.–Ucrania no son los Balcanes. Además, hemos aprendido ya mucho de esa guerra y sabemos que otro conflicto en Europa sería un desastre para todo el mundo. Jugar la carta del separatismo es peligroso en Europa hoy en día.
P.–Por ejemplo, ¿Cataluña en España? ¿Cree que tenemos un problema?
R.–Sí, existe un problema. Todo debe hacerse de acuerdo a la Constitución y el llamamiento a un referéndum en Cataluña es inconstitucional. Hacer cosas que no estén de acuerdo con la Carta Magna siempre lleva a problemas. Eso es lo que ha ocurrido en Ucrania.
P.–Imagine que Cataluña se independiza y desea formar parte de su organización, el Consejo de Europa. ¿Podría llegar a ser un miembro?
R.–Si esto ocurre de manera inconstitucional, al margen de la Constitución española, desde luego Cataluña no podría ser un miembro del Consejo de Europa. Además, ya hemos visto demasiados casos en que cualquier cambio que no esté basado en la Carta Magna o que no es un auténtico proceso democrático, sólo trae problemas. Mire Egipto: el golpe de Estado militar –porque fue un golpe de Estado– fue inconstitucional y por lo tanto no ha traído la democracia, sino todo lo contrario. O la anexión de Crimea: también fue inconstitucional…
P.–Pero en este último ejemplo, la anexión de la península ucraniana de Crimea por Rusia parece haber sido aceptada…
R.–No. El mundo no lo ha aceptado. Todo lo contrario. Que no se haya podido hacer nada para evitarlo no significa que la comunidad internacional lo haya aceptado.