El ministro de Interior y su homólogo galo constatan la «fase terminal» de la violencia. Camacho dice que las Fuerzas de Seguridad verifican en todo momento la situación de la organización
España y Francia van a proseguir la lucha conjunta contra ETA con la misma intensidad e idéntico empeño que hasta ahora mientras no se produzca el cese definitivo e irreversible de la violencia. Este mensaje de voluntad común de no cejar en la vía represiva fue emitido ayer por los ministros del interior de ambos países, Antonio Camacho y Claude Guéant, tras una reunión de trabajo celebrada en París al cumplirse un año del anuncio oficial de la suspensión de los atentados.
Al cabo de una hora de entrevista con el brazo derecho de Nicolas Sarkozy en materia de seguridad, Camacho explicó que había elegido París como escenario de su primera visita bilateral para agradecer a los ciudadanos, fuerzas policiales y autoridades francesas su comprensión, buen hacer y claro apoyo en la lucha antiterrorista. «Fruto de ese buen trabajo es que estamos con una banda terrorista más debilitada que nunca y, sin duda, en las últimas fases de su vida activa», diagnosticó.
Por eso insistió en reconocer de manera reiterada que «gran parte del éxito de la democracia española en la lucha contra el terrorismo está en el ámbito de la cooperación franco-española». A título ilustrativo recordó que de los «730 terroristas» arrestados durante el mandato del Gobierno socialista, «más de la tercera parte han sido detenidos en Francia» donde se han desarticulado las sucesivas «cúpulas militares y políticas» de ETA.
La conclusión de la reunión fue «la necesidad de seguir trabajando con la misma intensidad y el mismo empeño hasta que esta locura desaparezca». «En este momento ningún miembro de la banda terrorista tiene ningún refugio seguro en ningún lugar del mundo, y menos en Francia», proclamó Camacho.
En palabras de Guéant, «para Francia es un deber sagrado estar cerca de la democracia española para acabar con ese terrorismo incalificable e imperdonable». «La actividad criminal y salvaje de ETA en la Europa de hoy es inaceptable e injustificable. Por consiguiente, proseguiremos codo con codo con el Gobierno español una lucha despiadada», enfatizó el ministro francés.
Verificación de la Policía
Frente a los emplazamientos emitidos desde la izquierda abertzale en el aniversario del cese de las «acciones armadas ofensivas», Camacho reiteró la posición gubernamental de colocar en el tejado de la otra parte la pelota de las responsabilidades políticas. «La Policía y la Guardia Civil verifican continuamente la situación de la banda, la conocen perfectamente y eso se pone de manifiesto en las más de 40 detenciones que se han producido desde el mes de enero», dijo en respuesta a los reproches a una atribuida pasividad en la verificación del alto el fuego.
El ministro repitió que «el paso pendiente es la asunción por parte de la banda terrorista del sinsentido de la violencia y el abandono definitivo e irreversible de las armas». Tras insistir en que el paso lo tiene que dar ETA, parafraseó a Guéant al plantear que «es deber sagrado de las democracias luchar sin tregua contra el terrorismo».
«La banda terrorista debe ser consciente de que, mientras no haya un cese definitivo e irreversible de la violencia, España y Francia seguirán trabajando en la misma línea», resumió Camacho.
El anfitrión cifró en 138 las personas detenidas en Francia durante 2010 por su presunta relación con ETA e indicó que los arrestos se elevaron a 59 en el primer semestre de este año. Tras calificar de «totalmente ejemplar» la colaboración bilateral, Guéant expresó el deseo de que «nuestra cooperación siga en ese nivel de excelencia».
Al margen del capítulo antiterrorista, Camacho y Guéant renovaron sus compromisos de colaboración en la lucha contra el crimen organizado, especialmente, el narcotráfico, y contra la inmigración ilegal. Además abordaron la reforma de los acuerdos de Schengen y la modificación de la gobernanza del espacio común sin fronteras internas, asuntos que se analizarán dentro de dos semanas en Bruselas en una reunión que tiene como puntos principales de su agenda el posible ingreso de Rumanía y Bulgaria.
EL CORREO, 6/9/11