ALBERTO PéREZ GIMéNEZ-El Confidenciañ

Independentismo y constitucionalismo lucharán en las urnas catalanas: si aquellos suman un porcentaje mayor que los segundos, el ‘procés’ seguirá vivo gane quien gane

La unidad independentista en Cataluña ha saltado oficialmente por los aires: llevaba agrietada varios meses y hacía agua desde que ERC anunciase su abstención a la investidura de Pedro Sánchez. El presidente sin escaño, Quim Torra, anunciaba este miércoles solemnemente —cómo no, en una comparecencia sin preguntas, una modalidad que inauguró en el País Vasco hace años un personaje como Arnaldo Otegi y su mesa nacional de HB y que ha sido copiada desde entonces por todo tipo de personajes políticos de izquierda y derecha— que la legislatura «no tiene más recorrido político». Pero, como todo en Cataluña, nada se mueve sin la luz verde de Puigdemont. Y el ‘presidente fugado’ ha exigido una voladura en diferido: primero la entrevista con Pedro Sánchez, luego los Presupuestos y, finalmente, sin prisas, las elecciones.

Esta hoja de ruta que se diseña en Waterloo nos lleva, de momento, a que el Govern siga con respiración asistida hasta mediados de mayo, que será cuando las cuentas puedan estar tramitadas. Solo entonces Torra anunciará la fecha de las elecciones, teniendo en cuenta que en septiembre serán también las vascas y las gallegas y que Cataluña nunca quiere compartir la convocatoria con otra autonomía, por eso de la ‘singularidad’ de nación.

Los comicios catalanes se jugarán sobre dos ejes: de un lado, el pulso entre ERC y JxCAT, con el PSC como árbitro, por ver el color y la composición del próximo Govern; por otro, independentismo frente a constitucionalismo: porque, por primera vez, aquellos intentarán sumar un porcentaje mayor que los segundos en las urnas.

En cuanto al primero, Puigdemont y Torra tienen varios meses por delante para poner ERC en el centro de la diana —de momento, ya hay carteles con el lema ‘Botifl-erc’— para hacer pagar a los republicanos su «traición» por romper «la unidad de acción del independentismo» y permitir que se despojara al ‘president’ de su acta de diputado. En el fondo, lo que subyace es la lucha de JxCAT para que ERC no capitalice los réditos de ser el interlocutor de Sánchez en Madrid y acabe presidiendo un nuevo tripartito en Cataluña con los ‘comuns’ y los socialistas.

El tripartito ganaría hoy

Según el último CEO (CIS catalán), realizado tras las elecciones de noviembre y después de conocerse la sentencia del ‘procés’ que incendió las calles de Barcelona, ahora mismo Sánchez, Junqueras e Iglesias están ganando claramente la partida a Puigdemont y Torra. ERC sería claramente el ganador de las elecciones, con 38 o 39 diputados (ahora tiene 32), mientras que JxCAT pasaría al segundo lugar y caería de los 34 diputados de ahora a 29-31. En tercera posición aparece el PSC de Miquel Iceta, que de los 17 escaños actuales escalaría a 24 o 25. En cuarto lugar, uno de los grandes derrotados: Ciudadanos, que de ganar las últimas elecciones con 36 diputados caería a 14-16. Los ‘comuns’ también subirían (de ocho a 11-13 escaños); la CUP escalaría de cuatro diputados a nueve o 10; el PP apenas subiría uno, de cuatro a cinco escaños, y Vox estaría luchando por entrar en el Parlament, con 0-2 diputados.

La encuesta oficial, por tanto, da ahora mismo una holgada victoria al tripartito: ERC-PSC-En Comú Podem sumarían entre 73 y 77 escaños, cuando la mayoría absoluta de la Cámara catalana se sitúa en los 68. Torra y Puigdemont tienen por delante varios meses para intentar ‘convencer’ a ERC de que forme una mayoría ‘de país’ con JxCAT y la CUP (76-80 escaños) y no ‘traicione’ el ‘procés’. Para ello, no dudará en convocar las elecciones en el momento en que más pueda complicar la vida política a ERC, cuando tengan que votarse los Presupuestos de Sánchez o para evitar que los republicanos puedan sacar réditos políticos de su posición en el Congreso con la mesa con el PSOE o la posible reforma del Código Penal. Asistiremos a una constante batalla en el bando independentista, que se recrudecerá en cuanto se apoyen unos Presupuestos que ERC también quiere sacar adelante.

Soberanistas contra constitucionalistas

Pero si los independentistas van a luchar a brazo partido por ver quién gobierna y con quién tras pasar por las urnas, hay una segunda lucha en que los soberanistas mantendrán prietas las filas en las lecturas de los datos, y es qué bando —independentista o constitucionalista— saldrá ganador en la noche electoral. El CEO, en la misma encuesta de diciembre, reflejaba que el 43,7% de los catalanes se mostraba partidario de la independencia mientras que un 47,9% se mostraba contrario. Prácticamente la diferencia era la misma que en julio (44% a favor y 48,3% en contra), lo que significaría que la sentencia y los incidentes no han variado el sentir de los catalanes.

Sin embargo, la desmovilización del voto de Ciudadanos —tras el batacazo en las generales—, el estado de gravedad que vive el PP desde hace años en Cataluña y la irrupción de Vox, que no parece tan significativa como en otras autonomías, hacen que, por primera vez, los independentistas vean que es posible vender un triunfo en porcentaje de los partidos que votan independencia. Según el CEO, la suma de ERC (25,4%), JxCAT (19%) y CUP (7,3%) arrojaría un 51,7% de voto independentista frente al PSC (18%), En Comú Podem (10,2%), Cs (12%), PP (4,3%) y Vox (2%), que se quedarían en el 46,5%. Este sería el principal mensaje de los independentistas en la noche electoral para sobreponerse a las luchas internas, las traiciones y la falta de unidad, y seguir cabalgando sobre el tigre del ‘procés’: que más de la mitad de los votantes catalanes apuesten por el independentismo.

Por ello, cobra especial importancia la información adelantada este miércoles por El Confidenial: Cs y PP están explorando la posibilidad de pactos preelectorales que sumen fuerzas, no dividan el voto, acaben con la desmotivación del electorado (lo que gana el PSC no compensa la gente de Ciudadanos que se quedaría en casa) y supongan un incentivo para acudir a votar… cuando Puigdemont decida. Aún queda mucho tiempo, pero todos los actores comienzan a moverse. Desde Waterloo a Madrid. Y viceversa.