RAÚL DEL POZO-El Mundo

Ni los bancos ni la CEOE ni el Ibex ni los que mandan sin ser elegidos, ni siquiera Pablo Iglesias, van a decidir por Podemos, como temían los militantes, sino el poderoso Pedro Sánchez, que determinará quiénes son dignos de estar junto a él en el Consejo de Ministros y cuáles pueden lograr carteras que no sean de ministerios de Estado.

Nadie le tose a Pedro Sánchez. El que con su abstención de hierro bloqueó el país en 2016 y lo vuelve a atascar en 2019 ordena y manda como si tuviera mayoría absoluta, cuando tiene los mismos escaños que tenía Rajoy cuando le juró que «no es no».

Éstos son sus poderes: o Gobierno de anchoas pan tumaca o nuevas elecciones que, según Alfonso Guerra, son probables pero no inevitables. No se sabe si la investidura saldrá adelante. Pedro Sánchez ha entregado en una bandeja la cabeza del Bautista y no sabemos si dejará que los leales a Pablo Iglesias coloquen el caballo de madera bajo los murciélagos del complejo de la Moncloa. Ya lo veremos.

Cuando se le pregunta a presuntos ministrables si aceptarían una cartera en el Consejo de Ministros, responden que en la investidura no puede nacer un Gobierno de izquierdas, sino un disparate apoyado en anticonstitucionalistas: sería de existencia corta y esperpéntica.

Aunque la política es en muchas ocasiones el arte de mentir, no se puede mentir tanto y tan atropelladamente como en estos días, en las vísperas de la investidura: una sesión continua de vetos, insultos y trampas. Pedro Sánchez llegó a negar la falta de compromiso democrático de Pablo Iglesia, que lo hizo presidente del Gobierno. Ha presentado un victimario en el que casi todos los partidos forman parte de un frente, una pinza, contra él y a favor de Vox. Ha estigmatizado a los partidos de la derecha y ha acusado a sus socios preferentes de ser un obstáculo para aplicar el 155, después de haber pactado con separatistas en ayuntamientos, autonomías y diputaciones.

Sería muy posible que todas sus amenazas y descalificaciones tuvieran un coste ante unas nuevas elecciones. Llamó antidemócrata a Pablo Iglesias, con el que acababa de pactar en Valencia, Barcelona y Baleares. Los de Podemos le contestaron que estaba faltando al respeto a cuatro millones de votantes. Pero resulta también extraño que Pablo Iglesias lo creyera y olvidara el consejo de su maestro favorito, según el cual, el que ayuda a otro a hacerse con el poder causa su propia ruina. Pedro Sánchez invocó el 155 a los separatistas después de pactar con los supremacistas en decenas de ayuntamientos.