EL MUNDO 07/12/15 – SANTIAGO GONZÁLEZ
· Contaba ayer El País que su debate fue seguido por más de tres millones, la mitad por la tele y la otra mitad entre la radio y las redes sociales. No está mal, pero mientras los tres aspirantes se disputaban aquel debate de primarias, el verdadero candidato preparaba un debate a su medida con Bertín Osborne: 4,3 millones de espectadores. Mariano Rajoy es el político que más se parece a los televidentes españoles.
El presidente en funciones está haciendo una buena campaña y mejorando sus encuestas, justo al contrario que Pedro Sánchez, que ha empezado por renunciar a su condición de jefe de la oposición, el alter ego del presidente. Quizá haya interiorizado la mala imagen del bipartidismo, haya decidido renunciar a esa ventaja y ofrecer a todos los demás, C’s, Podemos y también los nacionalistas, una Laica Alianza contra el marianismo gobernante. Ésa es la garantía de que va a perder. Aún no sabe que Albert y Pablo quieren echar a Rajoy, pero aspiran a sustituir al PSOE y a que éste les apoye en la tarea.
Uno no sabe quien asesora a Pedro, pero no parece muy versado/a en las contiendas políticas. Al recibir la invitación de Atresmedia para participar en «el debate decisivo», debió agradecer el gesto como persona de buena crianza que sin duda es y añadir: «pero miren, casi mejor no voy. Soy el jefe de la oposición y sólo debato donde esté el presidente del Gobierno. Si éste delega en Soraya, yo les propongo a Meritxell Batet, qué gran apellido. Los tres acusarán a Rajoy de cobardía, asunto irrelevante, sin tener en cuenta que la vicepresidenta es más lista y tiene más estudios que los tres juntos. El diario de Sesiones del Congreso guarda memoria de los repasos que como portavoz de la oposición daba a la del Gobierno, aquella Fernández de la Vega, ¿recuerdan?
Albert Rivera espera un trasvase importante de votos del PP. También del PSOE, pero menos, en una relación 3 a 1. Debe andar con tiento. Los votantes populares cabreados con Mariano no le van a confiar sus votos para que apoye a este Zapatero sin gracia. Su única opción será el sorpasso para que Pdro le apoye a él. Pero si se da esta circunstancia, y el PSOE excava por debajo del mínimo histórico de Rubalcaba, Pedro será un cadáver político la misma noche del día 20 y en el PSOE no van a estar para fiestas. Colgarán un cartel en Ferraz: la familia no recibe.
¿Qué decir de Pablo Iglesias, el cuarto candidato? Él ha dicho bastante de sí mismo con el homenaje que ha rendido a la vicepresidenta: «el PP prepara la Operación Menina para investir a Soraya». Imaginen al propio Iglesias comentando: «en esta campaña voy a armar la gorda» para anunciar sus mítines con Ada Colau. Haría falta ser misógino y desconsiderado. Un León de la Riva de izquierdas. Un miserable, vamos.
Desde hace algún tiempo tengo la sospecha de que Pablo Iglesias lleva la coleta por razón análoga a la que llevó a Alcibiades, un Jemad ateniense del siglo de Pericles, a cortarle la cola a su perro: para que sus paisanos se entretuvieran con aquella crueldad gratuita y no hablaran de lo que les importaba. Él era un tipo que compartía con el secretario general de Podemos algunos rasgos de carácter: habilidad oratoria, una desmesurada ambición, según el historiador Tucídides, y una absoluta falta de principios, que le permitió considerarse ateniense, espartano y persa, según momentos e intereses. El emergente Iglesias exhibe la coleta y el look Alcampo para que la gente no mire al interior, hacia su desastrado atuendo moral.
EL MUNDO 07/12/15 – SANTIAGO GONZÁLEZ