Juan Pablo Colmenarejo-ABC
- Con la mitad de la deuda pública almacenada en la bodega del Banco Central Europeo no se puede seguir contando el mismo cuento de toda la vida. Se acabó
España vive al día, a crédito. En el sitio en el que Rajoy dejó las cosas quietas en 2013. Después de las reformas, laboral y financiera, nuestro rescate en la crisis del euro, nada; salvo la reducción del déficit público pautada por Bruselas, como la medicación en una enfermedad crónica, que Sánchez empezó a saltarse, que no se olvide, antes de la pandemia en 2019. Se acerca ya el momento. El Banco Central Europeo va a cerrar el grifo. Ya no se podrá beber a morro. La Comisión Europea no permite más requiebros y embelecos. Las averías pendientes se aparecen, como los terrores nocturnos, al Gobierno bonito, envejecido antes de hora.
El presidente pasa del Congreso, con o sin alarma: se desliza por las mullidas alfombras. Saca pecho por su gestión a sabiendas de la mala reputación entre las bambalinas de la Comisión Europea. Lejos de moderarse, para evitarle más vergüenza ajena al respetable, le echa otro órdago a la realidad: «Estas navidades van a ser las de la recuperación y estaremos mucho mejor de lo que estuvimos hace un año». Y se queda otra vez en su paz, como cuando anunció la derrota del virus en junio del 20, mientras le aplaudían los socialistas madrileños del joven Lobato. Por cierto, ni mención de Sánchez a Díaz Ayuso que de esa tarea se encargan los del PP ocupados en minimizar el millonario dato de audiencia de la presidenta de Madrid en Antena 3. Deberían emplearse a fondo en ejercer la oposición a Sánchez y asumir que la tolerancia a la frustración es un signo de madurez.
España va a necesitar mucho más que ayuda financiera de la Unión Europea. El Gobierno se queda sin farol. No habrá más fondos de los 19.000 concedidos sin la ampliación, que no derogación, de la reforma laboral y la contención del gasto en pensiones; ampliando los años de cálculo y retrasando la edad de jubilación. Con la mitad de la deuda pública almacenada en la bodega del Banco Central Europeo no se puede seguir contando el mismo cuento de toda la vida. Se acabó. No pasa nada en España hasta que una mañana cualquiera va y sucede casi de todo.