Juan Carlos Viloria-El Correo
- Sánchez va a medios de comunicación críticos, no para rectificar, sino para reafirmar sus políticas y pactos
Pedro Sánchez concedió esta semana una entrevista en una emisora de radio a un periodista, Carlos Alsina, por primera vez en sus cuatro años de mandato. No es inusual que los altos dirigentes políticos eludan micrófonos o grabadoras que no consideran concomitantes. Creo que Aznar no pasó por la Cadena Ser en años. Así que este lunes era noticia que el presidente Sánchez aceptaba ser entrevistado en Onda Cero por su conductor estrella. Tampoco se podía pasar por alto que, días antes, José Luis Rodríguez Zapatero, acérrimo sanchista, accedió a los estudios de la Cope para una entrevista con Carlos Herrera. Incluso parece que Sánchez irá al plató de Ana Rosa.
No hay que ser un genio de la comunicación para deducir que el estado mayor del equipo electoral de Moncloa ha decidido jugar fuera de casa algunos partidos antes de la gran final del 23 de julio. Ya se ha anunciado también que el presidente se sentará en ‘El hormiguero’. Con los sondeos, excepto los del CIS, que indican el trasvase de votos del PSOE al PP, tiene sentido escenificar la contricción de un Sánchez que, entre sus virtudes, no tiene la de la empatía de la calle. Y, la calle, oye mucho la radio. Se informa por sus emisoras preferidas y le da credibilidad a sus conductores favoritos.
Además, cunde en el entorno del palacio presidencial la creencia de que el origen de las recientes derrotas está en la imagen o la opinión que en medios de comunicación «de la derecha» se ofrece de las políticas de Sánchez. Que todos esos mantras como el «Gobierno Frankenstein» (de autoría de Rubalcaba) o que jamás pactaría con Bildu, que con Podemos en el Gobierno no podría dormir, que no indultaría a los sediciosos del ‘procés’, etcétera, son en realidad bulos difundidos por la derecha mediática y política. Pero después de escuchar las intervenciones tanto de Zapatero como de Sánchez jugando fuera de casa, no parece que la estrategia vaya por buen camino. En realidad la lógica inclina a pensar que después de un voto de castigo tan contundente como el del 28 de mayo, Sánchez, debería escenificar aquello de: «He entendido el mensaje y tomo nota».
Pues no. El presidente negó todos los errores sobre indultos, despolitización de la justicia, pactos con Bildu y lo despachó con que «he tenido cambios de posición». Y en una especie de rectificación ficticia traspasó la responsabilidad del ‘solo sí es sí’ sobre Irene Montero. Desde el punto de vista de la comunicación es una estrategia fallida porque proyecta al electorado precisamente el mensaje contrario: que ni ha entendido el mensaje, ni ha tomado nota. O sea, que lo volvería a hacer.