ETA aboga por la «reconciliación nacional», pero sin renegar del terrorismo

EL CORREO 28/09/13

· La banda asegura que no aceptará el «relato de los opresores» en un extracto de un comunicado en el que no alude al desarme.

En un aparente juego de contradicciones, ETA apostó ayer por establecer un proceso de «reconciliación nacional» –un término inédito en su discurso, pero utilizado, por ejemplo, en algunos gobiernos latinoamericanos con la guerrilla–, aunque sin renegar de su pasado terrorista. En principio, un mal planteamiento para su deseo de «cerrar heridas» en Euskadi, al que añade un jarro de agua fría a los verificadores y políticos que confiaban en un anuncio de desarme: en un comunicado, cuyo extracto avanzó la web Naiz.info y que hoy difundirá ‘Gara’ de modo íntegro, no aparece una sola referencia a la entrega de arsenales.

ETA volvió a establecer un nuevo capítulo de luces y, sobre todo, sombras en torno a sus intenciones inmediatas en el denominado proceso de paz. En el comunicado hay una única luz que arroja: la reafirmación absoluta en las tesis tradicionales de su ideario; es decir, los llamamientos al diálogo a los gobiernos español y francés, la denuncia de su inmovilismo mientras la organización mantiene la «mano tendida» para que ambos «entren en el camino de la paz» o la consideración de Euskadi como «prisionera» de la «violencia de Estado» y de un Estatuto que «le niega la palabra» y el «derecho a decidir».

Las sombras, en cambio, son alargadas. A la espera del comunicado completo, los terroristas ni siquiera aluden al desarme que le han pedido reiteradamente los verificadores internacionales y del que se ha rumoreado insistentemente durante este verano en círculos políticos, incluso de la propia izquierda abertzale. De no haber alguna referencia en el resto del mensaje, esta circunstancia constituiría un auténtico jarro de agua fría no solo para esas expectativas, sino para el ‘foro social’ de expertos en resolución de conflictos convocado por Lokarri en marzo y que expresamente aconsejó iniciar el procedimiento de entrega de armas.

Tampoco dejaría en el mejor lugar al equipo de verificación dirigido por Ram Manikaningam, que, como ya adelantó este periódico, anunció la semana pasada su propósito de continuar su labor de intermediación, pese a que hace seis meses emplazó a la cúpula etarra a dar pasos y el plazo expira a medianoche del lunes.

Pero si evita pronunciarse sobre sus gestos, ETA no tiene dificultad en subrayar que no renegará de su «trayectoria de lucha» ni aceptará «el relato de los opresores». «No demandamos que el resto de fuerzas políticas compartan nuestro punto de vista, pero, al mismo tiempo, no podemos aceptar que tengamos que renegar de nuestra trayectoria de lucha y asumir el relato de los opresores», señala el comunicado, difundido con motivo del ‘Gudari Eguna’ en el que rinde homenaje a sus militantes muertos.

La negativa del Gobierno central a una negociación o el rechazo del PP y del PSE a secundar una normalización en los términos exigidos por la banda o en los que considera escorados hacia las tesis de la izquierda abertzale son dos aspectos que, como cabía esperar, ETA evalúa negativamente. Destaca que el «pueblo vasco» no puede aceptar esa «cerrazón» ni el «veto permanente» de las fuerzas políticas, por lo que reclama estructurar un proceso «desde Euskal Herria y mirando a Euskal Herria» que ponga la base de la «convivencia democrática».

Situaciones de «excepción»

Es en este punto donde introduce un concepto que, si no totalmente inédito, sí resulta infrecuente en sus comunicados. Asegura que su idea de proceso serviría para avanzar en la «reconciliación nacional», al objeto de restañar heridas, abordar las consecuencias del conflicto y analizar las situaciones «de excepción relacionadas con la confrontación armada». Entre otras, el regreso de los presos y los huidos a Euskadi.

La idea de ‘reconciliación nacional’ tiene escasos referentes en la política española. De hecho, hay que remontarse a 1956, cuando el comité central del PCE propuso un compromiso entre las clases sociales para sustituir la dictadura franquista por un gobierno cívico sin reactivar las heridas de la Guerra Civil ocurrida veinte años antes. Sin embargo, es un concepto que ha obtenido rango cuasioficial en gobiernos como los de Colombia y El Salvador para abordar los conflictos con las guerrillas. La reconciliación en estos términos pasa por la inserción en la vida civil de los militantes de grupos armados garantizando al tiempo las exigencias de verdad, justicia y reparación de las víctimas.

La otra novedad que puede encontrarse en el texto es la mención al ‘suelo ético’ que el PSE y el PP exigen a EH Bildu para participar en una ponencia de paz. La dirección terrorista dice que la tortura resta legitimidad a quienes hablan de ‘suelo ético’ y censura a los socialistas por «alejarse de toda iniciativa de paz». Arremete también contra el actual marco jurídico-político de Euskadi y reivindica el derecho a decidir y la independencia: «Quieren tener prisionera a Euskal Herria entre el suelo que se construye sobre la violencia del Estado y el techo jurídico-político que le niega la palabra y la decisión», lamenta, antes de alentar a la izquierda abertzale a dar continuidad al proceso «de liberación». El PSE, el PP y UPyD urgieron a la «disolución» y «derrota» –en el caso del partido de Rosa Díez– de ETA como respuesta al comunicado.

EL CORREO 28/09/13