EL MUNDO 27/03/13
· Advierte al Gobierno de las «consecuencias negativas» de no haber negociado en Oslo.
Probablemente la frase más característica del comunicado que ETA hizo público ayer fue aquella en la que dice: «ETA quiere destacar la responsabilidad y el nivel de compromiso de todos sus miembros, decisiva para evitar accidentes y enfrentamientos ante la irresponsabilidad del Estado». La organización terrorista sintió la necesidad de advertir de que su salida de Oslo sin poder negociar con el Gobierno de Mariano Rajoy va a tener «consecuencias negativas» en general y de precisar, no obstante, que «seguirá trabajando para construir una decisión definitiva», es decir, que como viene diciendo desde el cese definitivo, no va a volver atentar, pero no pudo evitar deslizar una amenaza subrepticia.
Quiso dejar claro el mensaje de que si no está pasando nada -y en ese nada incluye también alguna eventual división interna- es gracias a ella, porque a cualquiera de sus miembros se le puede escapar un mal gesto (involuntario, naturalmente); puede haber un accidente si alguien tropieza con uno de sus arsenales o puede escaparse alguna bala en alguna detención.
El presidente del Gobierno, precisamente desde París, recordó ante Françoise Hollande -también interpelado por la banda- que todo eso se puede evitar si hace lo único que debe. Mariano Rajoy alegó que prefiere «pensar en positivo» y que «las consecuencias positivas para todos los españoles serán cuando ETA anuncie su disolución definitiva».
El comunicado, que se produce en una de las tradicionales fechas elegidas por los terroristas para sus comunicados -el Aberri Eguna-, trata de intensificar la presión sobre el Gobierno español para que negocie, trata de acusarle de haber incumplido sus compromisos, pretende inducir al PNV también a este hostigamiento y es emitido en plena campaña de presión sobre el Tribunal de Estrasburgo, que ha de decidir sobre la vigencia de la doctrina Parot, de cuya aplicación depende el destino de 60 presos. No en vano, la izquierda abertzale se adelantó antes de la última vista para advertir a Europa de que «el proceso de paz» estará en peligro si la doctrina no es eliminada.
ETA reconoce lo que publicó este periódico hace un año: que los dirigentes de la banda se encontraban en Oslo desde que Rajoy llegó al Gobierno, que han recibido a representantes políticos e internacionales, que se han quedado esperando al Ejecutivo para negociar la hoja de ruta pactada por Rodríguez Zapatero y presentada en la Declaración de Ayete y que se han tenido que ir.
ETA advierte de las «consecuencias negativas» que pueden generarse de la decisión de «deshacer el espacio de diálogo y de negociación». Dicen que así «se atrasa y dificulta la resolución del conflicto», que para ellos estará resuelto cuando negocie con el Gobierno sobre presos y huidos, desarme y desmilitarización, y se alcance un acuerdo político. Asegura que ha cumplido su parte del acuerdo. Lo que oculta es que, aunque responsabiliza al Gobierno, hasta los verificadores internacionales dieron por perdidas por intransigentes las posiciones de Josu Ternera, David Pla e Iratxe Sorzabal, a quienes ETA confirma en la interlocución. Los terroristas les recordaron, como ahora revelan, que ellos estaban allí sólo para constatar que no atentaban porque el asunto de darles las armas pertenecía a otra fase. Y los verificadores se fueron.
Una cosa no aclara: dice que ha sido constructiva «cuando el Gobierno ha pedido tiempo para la reflexión y cuando surgió la ocasión de una relación discreta y estable». No precisa a qué Gobierno se refiere.
EL MUNDO 27/03/13