«ETA deberá reconocer el dolor que ha causado con sus acciones»

EL DIARIO VASCO, 25/7/2011

Joseba Urrosolo Sistiaga, uno de los portavoces del ‘Colectivo de presos comprometido con el irreversible proceso de paz’ -grupo de reclusos disidentes de ETA-, está convencido de que la banda terrorista debe anunciar ya su fin definitivo y de que, más pronto que tarde, «deberá reconocer el daño causado con sus acciones».

Urrosolo, condenado a cientos de años por 16 asesinatos e interno en la cárcel de Nanclares de Oca, insiste en esta entrevista en las tesis contra la violencia que mantiene desde hace más de una década. Dada su condición de preso, EL DIARIO VASCO sólo ha podido comunicarse con él a través de un cuestionario y gracias a la intermediación de Andoni Altza, otro recluso disidente de ETA que forma parte de esta corriente crítica y que está acogido a los beneficios penitenciarios del tercer grado.

– Ustedes se han autodefinido como «presos comprometidos con el irreversible proceso de paz». ¿Por qué creen que es irreversible?
– Nosotros somos conscientes del golpe que supuso en la izquierda abertzale y entre los presos la ruptura del anterior proceso de Loiola. Se ha llegado a una situación en la que ETA, sin el apoyo social que ha tenido hasta ahora, no puede continuar. Tanto en Sortu como en Bildu el posicionamiento por las vías políticas y democráticas es claro. El distanciamiento y desmarque con respecto a la utilización de la violencia es contundente e irreversible y no sólo por razones de efectividad. En todo caso, si algunos decidieran continuar ya no sería ETA la que seguiría, sino algo muy marginal y sin ningún apoyo social.
– Da la sensación de que ETA sigue queriendo buscar una victoria y no entrar en una vía para cerrar el conflicto.
– ¿Vencer? Como dice Brian Currin, los que han ganado han sido los que han apostado por las vías políticas. Y, evidentemente, otros han sido los que han perdido. La cuestión es que este proceso, a diferencia de los anteriores, no es un proceso iniciado a voluntad o propuesta de ETA. Se ha visto obligada a aceptar los emplazamientos de aquellos a quienes obligó a levantarse de la mesa de Loiola a raíz de la T-4.
– ¿Cuál es su diagnóstico de la situación creada tras la incorporación de Bildu a las instituciones?
– Es un paso más que nos aproxima a la necesaria normalización de nuestro país. Los resultados obtenidos por Bildu son un respaldo definitivo a la apuesta política por vías exclusivamente democráticas frente al sector minoritario aún reacio al cambio de ciclo. También supone la entrada de personas con un recorrido político y un perfil más abierto. Por otra parte, ponen de manifiesto que el camino que recorrió una década antes un sector de la izquierda abertzale (Abertzaleen Batasuna y Aralar) era el que tenía que haber recorrido la izquierda abertzale en su conjunto.
– ¿Cómo interpretan el último comunicado de ETA?
– Dicen que van a seguir profundizando en el camino emprendido. Pero ¿en qué van a profundizar que no sea declarando el fin definitivo de su actividad armada? ¿De qué sirve alargar la agonía de algo que sobra y estorba?
«Final ordenado»
– ¿Qué creen que debería hacer ETA a partir de ahora?
– Debería anunciar el fin de su actividad armada y centrarse en su final ordenado como organización.
– Bildu aseguró que uno de sus objetivos era buscar una «solución definitiva» para los presos. ¿Qué esperan de esa declaración?
– Que vaya acompañada de hechos, y que lo planteen con la misma decisión y seriedad que han tenido para afrontar su legalización. Creemos que sería un error dejar el tema de los presos y exiliados en manos exclusivas de ETA. De los mismos de los que ellos se han tenido que desmarcar para hacer política. Mientras llega el esperado ‘día D’, se pueden ir dando pasos que ayuden a ir desatascando y humanizando este tema.
– ¿Se han sentido vetados a la hora de incorporarse a la Declaración de Gernika que dio origen a Bildu?
– Entendemos que es un acuerdo abierto al cual no se le pueden poner vetos. Nosotros hemos solicitado nuestra inclusión en dicho acuerdo porque consideramos, y así lo hemos hecho saber, que el apoyo de los presos a ese acuerdo es necesario y fundamental. Por lo cual esperamos que nuestra incorporación no se retrase más.
– Ustedes, en un documento hecho público en mayo del año pasado, alertaban de que la salida de los presos podría alargarse si no se daban pasos. ¿Creen que las posturas maximalistas que a veces se dan en la izquierda abertzale ayudan a perpetuar esa situación?
– Son posturas que, a día de hoy, sólo mantiene el Colectivo de presos (EPPK) para con sus propios presos a los que no se les permite acogerse a la ley: solicitar beneficios penitenciarios, el cambio de grado, los traslados de prisión, los permisos de salida, etc. En el discurso que hasta ahora se ha mantenido, y que algunos pretenden seguir manteniendo, se pide la libertad condicional para los que hayan cumplido las tres cuartas partes de la condena. Pero para ello también se tienen que dar una serie de requisitos legales: hay que estar clasificado en tercer grado y el cambio de grado hay que solicitarlo. Hay que dejar la actividad armada, reconocer el dolor causado y asumir en la medida de las posibilidades la reparación de las víctimas. Estas condiciones están recogidas en el Acuerdo de Gernika: Fin de la lucha armada, reconocimiento, reconciliación y reparación de todas las víctimas. Por tanto, el compromiso de los presos con este acuerdo supone un paso más en la irreversibilidad de la lucha armada y sirve de referencia para los presos, a fin de desbloquear su situación dando pasos concretos hacia un escenario de normalización.
– ¿Esperan que más presos de la banda se unan a su postura?
– No es a nuestra propuesta a la que se tienen que unir, sino al Acuerdo de Gernika. Lo que hace falta es que el preso que haga suyo dicho acuerdo y pida que se le apliquen estos beneficios penitenciarios que ampara la ley, cuente con el apoyo de los firmantes de Gernika. Hay que ser consecuentes con lo firmado, también en los puntos que afectan al conjunto de los presos, adoptando posturas más reales y menos panfletarias, que vayan encauzando la solución al problema del colectivo.
¿Qué piensan ustedes cuando algunos de los portavoces del Acuerdo de Gernika dicen que Instituciones Penitenciarias utiliza el acuerdo para dividir a los presos?
– ¿Cómo puede ser una herramienta de división entre los presos un acuerdo firmado por el conjunto de la izquierda abertzale? Si los impulsores de Bildu para este nuevo ciclo han rechazado la violencia y han aceptado las condiciones que establecieron PP y PSOE en la Ley de Partidos, ¿por qué los presos no pueden aceptar unas condiciones que están recogidas en el Acuerdo de Gernika, cuando esto permite ir desbloqueando y humanizando su situación? Ya basta de perder el tiempo en debates estériles y situemos nuestras posturas y mentalidades en un tiempo de soluciones.
– ¿Y por qué creen que el Colectivo de presos (EPPK) no se adhiere a dicho documento?
– Porque, a pesar de que Arnaldo Otegi haya dicho que sí deben comprometerse con el Acuerdo de Gernika, la decisión sigue estando en manos de los mismos, que son quienes impulsaron la ponencia Mugarri en las cárceles.
– El papel de los presos en un proceso de paz es muy polémico. ¿Cuál creen ustedes que debería ser su rol de ahora en adelante?
– Por encima de la consideración de si es polémica o no, la cuestión es si es necesaria y creemos que sí. Hasta ahora, en ninguno de los anteriores procesos se consultó a los presos, y menos aún se les pidió la implicación o el apoyo a dicho proceso. Por eso consideramos muy importante que esta vez se dé un respaldo serio de los presos, haciendo suyo el Acuerdo de Gernika. Esto serviría a su vez para ganar credibilidad en esa parte de la sociedad que duda de la irreversibilidad del proceso.
– ¿En el caso de ustedes, en concreto, cuál debería ser su actuación?
– En enero de este año, en una entrevista para la revista ‘Argia’, mostramos nuestra predisposición a tratar de manera seria, con la colaboración adecuada para ello de personas o grupos, todo lo relacionado con la reconciliación y normalización para nuestro país, y eso estamos tratando de hacer. Sabemos que no es fácil ir abriendo camino, pero somos conscientes de la importancia de los pasos que estamos dando y del respeto que otros compañeros nos están demostrando.
«Mentiras y presiones»
– ¿Se han sentido perseguidos, ustedes o sus familias, por parte del EPPK a raíz de su postura en contra de la violencia?
– Más que perseguidos, han tratado de descalificarnos con toda la mala intención del mundo. Pero es un sector minoritario en torno al aparato que tiene bajo control al colectivo de presos y que mediante mentiras y presiones han tratado siempre de cortar y evitar cualquier debate que escapara a su control. En cualquier caso, los que más han padecido estas actitudes sectarias de unos pocos han sido nuestros familiares. Muchos de ellos, tras años de andar en el movimiento de apoyo a los presos ven que de un día para otro hay gente tan mezquina que les niega el saludo.
– ¿Cuándo se revise la historia de Euskadi, en qué papel debería quedar ETA?
– Siendo realistas va a ser difícil llegar a un relato compartido del papel de ETA. Posiblemente se mantendrán relatos diferentes. En función del punto de vista. Pero quizás lo importante será llegar a compartir un relato de lo que no debió ocurrir. Se puede llegar a compartir que una serie de acciones, actuaciones o comportamientos han sido una barbaridad, algo que no debía haber ocurrido. En cualquier caso, ese análisis crítico de la historia de ETA debería ir acompañado de una reflexión autocrítica por parte de la propia ETA. Y, como hizo el IRA, de un reconocimiento del dolor causado por sus acciones.
– Cuando se habla de un futuro de reconciliación, ¿no creen que primero habría que preguntar a las víctimas qué desean?
– No somos las personas adecuadas para hablar de los deseos de las víctimas. Pensamos que la reconciliación no va a ser fácil, pero en los casos que sea posible hay que intentarlo. Y en los casos que no sea posible, o no se quiera, hay que llegar al menos a generar un clima de convivencia normalizada.
– En la historia reciente de Euskadi hay crímenes como el de Miguel Ángel Blanco, entre otros, que han sido especialmente crueles. ¿No creen que sería necesaria una muestra de arrepentimiento muy evidente para reparar esos hechos?
– Nuestra historia reciente, y no tan reciente, está impregnada de dolor y sufrimiento. Tanto en defensa de los derechos del pueblo vasco, como en defensa del Estado de Derecho, han sido muchas las atrocidades cometidas. Nosotros, aunque quisiéramos, no podemos desvincularnos de esos hechos, ya que nuestra militancia la hemos vivido como algo colectivo. Por eso, al margen de responsabilidades en términos judiciales, en toda la izquierda abertzale, y no sólo los militantes de ETA condenados, tenemos la responsabilidad de poner en cuestión que se realizaran semejantes barbaridades. No eludimos nuestra responsabilidad, y es por eso que abogamos por el fin de todas las violencias, por el reconocimiento y reparación de todas las víctimas. No podemos seguir denunciando las barbaridades que hicieron con Lasa y Zabala sin reconocer que lo que se hizo con Miguel Ángel Blanco también lo fue.
«Actos rechazables»
– ¿Por qué su cambio de postura con respecto a la violencia se ha producido estando ya en prisión y no cuando operaban en la clandestinidad?
– Esa es una percepción que no se ajusta a la realidad. El problema es que sólo se habla de los presos que cambian de opinión estando en prisión cuando en nuestra sociedad hay mucha gente que hace 5, 15 ó 30 años consideraba que la lucha armada de ETA era legítima o un mal necesario y hoy en día, sin haber pisado prisión alguna, considera que ETA es un lastre para esas legítimas reivindicaciones. Y que continuar con su actividad sólo ha servido para traer más dolor y sufrimiento a nuestra sociedad. En nuestro caso, muchas de las críticas y posturas que hoy hacemos públicas antes las hicimos de forma interna, en algunos casos desde la clandestinidad y en otros casos desde otras prisiones.
– ¿Qué les parece que en un momento como el actual, en el que se habla de convivencia y reconciliación, que aparezca el monolito en recuerdo a Juan María Jáuregui destrozado?
– Nos parece que estos actos, vengan de donde vengan y sean contra quien sean, son rechazables y van contra la memoria de las víctimas. En este caso es ya la cuarta vez que sucede, lo que muestra un ensañamiento, falta de humanidad y respeto para con una familia que ya sufrió el golpe de la violencia y que tiene derecho a recordar a su marido, padre o hermano como ellos consideren adecuado.
– Desde su punto de vista ¿es posible la reconciliación en Euskadi? ¿Qué papel debería tener la izquierda abertzale?
– Sabemos que es difícil hablar de reconciliación cuando todavía no se ha cerrado el ciclo de la lucha armada. Aun así, pensamos que se puede y se deben dar pasos en ese sentido, de manera unilateral y sin esperar a lo que hagan o digan los demás; sin esperar a lo que haga ETA, sin esperar a que ETA escenifique su final. Una parte de la izquierda abertzale ya lo viene haciendo tanto en Iparralde como en Hegoalde. Después de que en su día se teorizara de manera vergonzosa sobre la ‘socialización del sufrimiento’, por una cuestión de coherencia y de responsabilidad se debería ‘socializar la reconciliación’. Haciendo una reflexión crítica del pasado: poniendo las bases de una nueva convivencia en nuestra sociedad; ayudando a cerrar las heridas y desbloqueando el tema de los presos. Y en esto, los impulsores de Bildu tienen una gran responsabilidad.
– El alcalde de San Sebastián (de Bildu) ha dicho que llegará el momento de participar en actos por todas las víctimas. ¿Por qué creen que no se dan pasos más rápidos?
– Creemos que existe ya el convencimiento para dar esos pasos y ahora la duda está en cómo darlos. En cualquier caso, ya hemos visto gestos y escuchado palabras que van en esa dirección, como las del alcalde de Bildu de Lasarte-Oria en el acto de inauguración de unas esculturas en recuerdo de todas las víctimas. Lo que demuestra un cambio de actitud y que se pueden ir dando pasos concretos.
– Brian Currin ha trasladado a la izquierda abertzale la necesidad de incluir en su agenda la cuestión de las víctimas. ¿Por qué creen que aún no lo han hecho?
– Una parte de la izquierda abertzale ya incluyó en su agenda el tema de las víctimas estando ETA activa. Para el resto de la izquierda abertzale, el tema de las víctimas ha sido tabú hasta hace poco. A nosotros nos criticaron por plantearlo, pero a los pocos meses ya aparecía recogida en el Acuerdo de Gernika la necesidad del reconocimiento y la reparación de todas las víctimas. Esto, como otros puntos, se puede y se debe plasmar en hechos concretos. Creemos que ya existe el convencimiento para dar esos pasos y ahora la duda está en cómo darlos.