ETA dejó de extorsionar a empresarios tras el alto el fuego

Desde que declaró el alto el fuego el 10 de enero, ETA se ha mostrado más discreta en el País Vasco: una disminución de las cartas de extorsión a empresarios hacen presagiar un abandono de esta práctica histórica, principal fuente de financiación del grupo armado.

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Ni una carta más para reclamar el pago del «impuesto revolucionario», con el logo de ETA con la serpiente envolviendo un hacha, fue recibida «en las últimas semanas», explica la patronal vasca, Confebask.

Desde que declaró el alto el fuego el 10 de enero, ETA se ha mostrado más discreta en el País Vasco: una disminución de las cartas de extorsión a empresarios hacen presagiar un abandono de esta práctica histórica, principal fuente de financiación del grupo armado.

Iñaki, propietario de una pequeña empresa, que se identifica solamente por el nombre de pila, recibió en septiembre la última carta -en euskera y en español- que le reclamaba 300.000 euros, firmada por «Euskadi ta Askatasuna» (ETA, «País Vasco y libertad»), indicó AFP.

Ha recibido cuatro en total, la primera de las cuales hace cuatro años reclamándole 120.000 euros, pero jamás pagó.

En la carta «había amenazas de que si no aceptaba, ‘su persona, su familia y bienes’ podían ser objeto de atentado, de venganza, por parte de ETA», recuerda este empresario de unos 60 años. «Podían poner una bomba en el coche como han hecho con otros empresarios hasta que atentar la fábrica con bomba…»

Admite estar «más tranquilo» tras la tregua, pero sigue siendo prudente: «Andar poco por algunos barrios, de vez en cuando mirar bajo el vehículo», añadió.

«Por el momento, no creo que van a volver las cartas. Pero quiero ver un poco los próximos pasos que va a haber. Estoy más tranquilo, pero no del todo», confió.

Ni una carta más para reclamar el pago del «impuesto revolucionario», con el logo de ETA con la serpiente envolviendo un hacha, fue recibida «en las últimas semanas», explica la patronal vasca, Confebask.

Joseba Marcaida, presidente de la asociación Zaitu de defensa de las personas amenazadas por ETA, dice incluso que «no se ha recibido ninguna carta nueva desde noviembre.»

Este parón de cartas de extorsión sería el primero en la historia de ETA, mientras que esta práctica lucrativa siguió aplicándose en las dos últimas treguas, en 1998/99 y 2006/07.

Para el catedrático Mikel Buesa, especialista en «economía del terrorismo», un parón en estas semanas no prueba que se haya abandonado la práctica: estos últimos años, los envíos de cartas se hicieron por tandas, con «pausas» de varios meses, explicó.

En 2010, los envíos probablemente se intensificaron, con montos exigidos más importantes, como si ETA se llenara los bolsillos para recoger el máximo de dinero antes de su tregua.

Cada carta menciona un monto preciso, que varía entre miles y varias centenas de miles de euros, según el tamaño de la empresa a la que apunta, explica el experto en ETA Florencio Domínguez.

A la manera de una agencia de cobros morosos, la organización separatista envía cartas recordatorias, y en las «siguientes cartas establece un recargo por no haber pagado en tiempo».

Según Buesa, sólo entre un 10% y un 20% de los empresarios amenazados pagan y lo hacen a menudo en distintos pagos escalonados durante varios años.

También las sumas reclamadas en los últimos años (3,5 millones de euros en 2009 y 5,1 millones en 2010, según los cálculos de Buesa) podrían seguir alimentando las cajas de ETA en los meses próximos.

El miedo sembrado por ETA es mucho más débil ahora y su último atentado data de agosto del 2009. Pero eso no significa que los empresarios amenazados hasta el año pasado se sientan liberados.

«Pienso que estamos cerca de que se termine definitivamente (ETA, ndlr) pero no estoy del todo convencido», comentó prudentemente Iñaki.

«El procedimiento de extrosión es mucho mas sutil, los empresarios lo saben. La amenaza no es de muerte, sino de hacerte una vida imposible y ocasionar perdidas económicas», concluye Buesa.

El Universal (Venezuela), 27/1/2011