EL CORREO, 4/03/13
La banda no contempla ir más allá de la declaración de ‘Txeroki’ sobre los efectos colaterales
No cree que deba ofrecer sus disculpas porque entiende que ha habido una guerra en la que «la otra parte» también quería «acabar» con la organización terrorista
No habrá asunción del daño causado ni petición de perdón. ETA descarta ir más allá de la declaración que Garikoitz Aspiazu Rubina, ‘Txeroki’, realizó el 18 de febrero en el Tribunal Especial de lo Criminal de París. Ese día, el que fuera jefe de los comandos entre 2003 y 2008, acompañado de los principales responsables de la banda en la última década, leyó una declaración en la que lamentaban el sufrimiento ocasionado «a todos los ciudadanos» que no tenían «ninguna responsabilidad en este conflicto» y que se vieron afectados en primera persona por los atentados. Los terroristas juzgados en la capital francesa pusieron como ejemplo el caso de una familia de Orio a la que robaron su autocaravana para cargarla de explosivos e intentar atentar en Marina d’Or, en Oropesa del Mar (Castellón), y a la que tuvieron secuestrada varios días. De hecho, esa acción es el motivo del juicio que aún se celebra.
Según ha podido saber este periódico, esa referencia a quienes han sufrido daños colaterales durante las tres décadas de actividad terrorista es «lo máximo» a lo que va a llegar la organización armada. La banda descartaría así cualquier posibilidad de pedir perdón por sus crímenes o tener un gesto más contundente hacia las víctimas. Las fuentes consultadas subrayan que ETA no cree necesario entonar un ‘mea culpa’ porque, en su opinión, en los últimos treinta años lo que ha habido en Euskadi ha sido una «confrontación» entre dos bandos, una guerra que les enfrentaba a «los aparatos del Estado». Dentro de esa visión, para la organización terrorista «no tiene sentido» disculparse ante quienes «tenían la voluntad de acabar» con la propia banda. Un razonamiento que vendría a ser algo así como que no se puede pedir perdón al ‘enemigo’.
El ejemplo irlandés
Las fuentes consultadas subrayan que «no existe conflicto en el mundo» en el que «una de las partes» se haya disculpado «con la otra». Y subrayan que el paso dado por ETA ante el tribunal de París es el mismo que dio el IRA en su momento –aunque la banda norirlandesa pidió perdón, palabra que no usó el exjefe de ETA– y que fue saludado por el entonces lehendakari Juan José Ibarretxe como un «gran avance».
El reconocimiento del daño causado es una de las exigencias que la totalidad de los partidos vascos y de buena parte de la sociedad mantienen sobre la banda terrorista y sobre la izquierda abertzale. La antigua Batasuna ya ha efectuado algún pronunciamiento al respecto, aunque sin llegar a cumplir las expectativas. El movimiento que ahora se ha transformado en Sortu protagonizó en el Kursaal de San Sebastián hace justo un año su principal gesto hacia las víctimas. Entonces, Maribi Ugarteburu leyó un texto en el que la izquierda abertzale lamentaba la «imagen de insensibilidad frente al dolor causado por las acciones de ETA» que había transmitido «durante décadas». Y se reprochó haber mantenido una «posición política» que «haya podido suponer, aunque no de manera intencionada, un dolor añadido o un sentimiento de humillación para las víctimas». Todo ello enmarcado «en la crudeza del conflicto» y recordando que «las políticas represivas y de guerra sucia» de España y Francia han provocado también «dolor y sufrimiento».
La izquierda abertzale sabe que la cuestión de las víctimas está en el debe de su actuación política. Sus dirigentes han tratado en los últimos meses de propiciar un acercamiento y entonar algo parecido a una disculpa. A mediados de septiembre, en plena precampaña de las pasadas elecciones autonómicas vascas, Arnaldo Otegi, exportavoz de Batasuna, pronunció desde la cárcel de Logroño una medida declaración. Transmitió sus «sinceras disculpas» a las víctimas, si en el desempeño de su labor política «he añadido un ápice de dolor» a quienes sufrieron en primera persona «las acciones armadas de ETA». Algo que era insuficiente a ojos del resto de partidos e, incluso, para exintegrantes de ETA como Carmen Gisasola. La exjefa de los ‘comandos liberados’ aseguraba ayer en una entrevista en este periódico que no creía que «de todos sus años de militancia –en alusión a Otegi– hayan sido sus declaraciones lo que más daño haya causado».
«Cierre del ciclo violento»
El ahora principal portavoz de Sortu, Pernando Barrena, también ha transitado recientemente por la veta abierta por Otegi. En noviembre, en el aniversario del asesinato a manos de ETA del exministro del PSOE Ernest Lluch, Barrena lamentó el «daño añadido o sentimientos de humillación» provocado a las víctimas. Y se mostró convencido de que el crimen de Lluch «nunca debió haber sucedido».
Las fuentes consultadas aseguran, en todo caso, que las palabras de ‘Txeroki’ lamentando los daños colaterales no eran «lo fundamental» de la declaración ante el tribunal, tal y como se había preparado en un principio. El mensaje, asumido por los últimos ‘generales’ de ETA, pretendía subrayar el fin «definitivo» del terrorismo. Transmitir la idea de que quienes habían mantenido la «línea más dura» dentro de la banda «cerraban el ciclo de la violencia». El propio ‘Txeroki’, inductor del atentado de la T-4 en el aeropuerto de Barajas, y otros ‘números uno’ de la organización armada como Mikel Karrera, ‘Ata’; Aitzol Iriondo, ‘Gurbiltz’; o Jurdan Martitegi, ‘Arlas’, reconocían en público –en cumplimiento de «una misión confiada por nuestra organización»– que su «compromiso» con el final de la violencia «es real, no hay ninguna estratagema». La referencia al daño causado, insertada en los renglones finales del texto leído por ‘Txeroki’, no aparecía en los primeros borradores del documento.