Roberto Blanco Valdés, LA VOZ DE GALICIA, 24/8/11
D esde la entrada masiva de Bildu en las instituciones, la nueva marca batasuna ha demostrado que su discurso sobre el terrorismo no es otro que el que el partido ilegalizado había venido construyendo para tratar de burlar la ley que lo dejó fuera de juego: un rechazo genérico de la violencia, que le permitía no repudiar en concreto la de ETA, no condenar sus crímenes, no exigir su disolución y no solidarizarse con sus víctimas.
Pero ni siquiera los que denunciamos los gravísimos peligros que suponía dar por buena una estrategia diseñada por los propios terroristas para volver a la legalidad de la que habían sido expulsados con tanta justicia podíamos suponer que Bildu iba a atreverse no ya a desafiar a las leyes tan abiertamente -manifestando, como lo hacía el presidente de la Diputación de Guipúzcoa hace unas semanas, que ¡aún no había llegado el momento de condenar los cientos de asesinatos cometidos por la banda terrorista!-, sino a ofender la memoria de sus víctimas de una forma tan sucia y repulsiva como acaba de hacerlo el propio Garitano.
Respondiendo el pasado viernes a una pregunta sobre varios atentados de ETA en Cataluña (entre otros, el del Hipercor en Barcelona), el primer cargo público de Bildu en importancia manifestó que esos atentados en suelo catalán habían sido «más que un error». Las palabras de Garitano no expresaban, por supuesto, su horror ante crímenes terribles que produjeron la muerte de docenas de personas, algunas de ellas niños (no diré víctimas inocentes, como se hace en ocasiones, pues inocentes lo son por definición todas las de ETA), sino -¿cómo expresarlo?- su solidaridad territorial con los muertos catalanes, a los que alguna circunstancia debe hacer especiales, a juicio de ese hombre despiadado. Tan especiales como para no merecer lo que, sin embargo, habrían merecido, según Garitano, las restantes víctimas de ETA: ser asesinadas.
Garitano tendría que explicar por qué tenía más derecho a no recibir un tiro en la nuca Ernest Lluch (por quien fue expresamente preguntado) que Miguel Ángel Blanco, Francisco Tomás y Valiente o cualquiera de las víctimas de ETA fuera de las cuatro provincias catalanas. ¿Cuál es, en opinión de Garitano, el motivo que justifica esa macabra y repugnante geografía?
Para tan espeluznante pregunta no hay más que una respuesta: Garitano se considera en posesión de una verdad omnipotente -la de unas ideas que podría compartir con Hitler o Pol Pot- que le permite decidir los que debían morir y los que no. Y también en eso es igual que los etarras.
Quienes desde la política (los partidos nacionalistas y el PSOE) o el derecho (el Tribunal Constitucional) han animado o permitido la legalización de Bildu deben ahora a las víctimas de ETA, y nos deben a todos, una urgente explicación.
Roberto Blanco Valdés, LA VOZ DE GALICIA, 24/8/11