ETA mató la verificación

FLORENCIO DOMÍNGUEZ, EL CORREO 04/03/14

· El ‘sellado’ de zulos es un movimiento encaminado a que los mediadores internacionales presionen al Gobierno de Rajoy.

En el plan de ETA estaba sacar un comunicado unos días después de la comparecencia triunfal de los verificadores y lo han sacado. El mensaje debía estar escrito con anterioridad y lo han mantenido sin hacer cambios demostrando que sus autores no se han enterado de lo que ha pasado desde que se dio a conocer el supuesto «sellado» de unas armas.

ETA no parece haberse percatado de las críticas que ha recibido su puesta en escena, ni de la desmoralización que ha provocado entre los creyentes más incondicionales de los verificadores, ni del escepticismo generalizado que quedó instalado en la sociedad vasca. Por no enterarse ni siquiera se han dado cuenta de que su «sellado» sólo ha servido para provocar uno de los números más inspirados de ‘Vaya semanita’.

La banda terrorista no se ha dado cuenta de que el número que hicieron para poner, supuestamente, fuera de uso a cuatro armas ha acabado con el modelo de verificación que defienden en el comunicado difundido el pasado sábado. Ese modelo se lo han cargado la propia ETA con la anuencia de los miembros de la Comisión Internacional de Verificación.

La credibilidad de los verificadores ha quedado dañada no sólo por la forma en que se desarrollaron los acontecimientos, sino porque los hechos han demostrado que lo que contaron a los periodistas en Bilbao el día 21 no era cierto: «Manikkalingam aseguró en un aparte con periodistas vascos que el armamento está a buen recaudo y que si la banda quisiera volver a usarlo los verificadores serían ‘los primeros’ en enterarse de que algún terrorista ha echado mano de ello», informaba EL CORREO en su edición del sábado. Luego se vio que eso no era cierto, que no sólo no sabían qué había ocurrido con las armas después del casting del «sellado», sino que tampoco tenían capacidad para controlar su destino.

Ahí es donde los verificadores se jugaron su credibilidad y la perdieron, al dar garantías que no podían dar. Todo era un juego de apariencias: los etarras hacían como que neutralizaban sus armas, los verificadores hacían como que se lo creían y unos y otros querían convencernos a los demás de que tuviéramos fe en su palabra sin tener en cuenta sus hechos.

El último comunicado de ETA, además, diferencia dos etapas. Una la del «sellado» de sus armas y otra etapa bien distinta la del desarme. La banda se compromete a seguir sellando inventarios de papel, pero no a perder el control efectivo de sus arsenales porque el desarme real queda condicionado a una negociación.

El «sellado», por tanto, es una forma de ganar tiempo y protagonismo propagandístico. Es un movimiento encaminado a buscar que entre la pléyade de mediadores internacionales que pululan por el País Vasco se generen presiones sobre el Gobierno de Mariano Rajoy en vez de que haya presiones para pedir a ETA su definitiva disolución.

FLORENCIO DOMÍNGUEZ, EL CORREO 04/03/14