ABC 01/02/16
· El partido de Iglesias intentaría captar a las bases de Sortu con otra política penitenciaria
Más de cuatro años después de anunciar el cese definitivo de la actividad terrorista, ETA está más aislada que nunca. También le han dado la espalda aquellos sectores de la comunidad internacional que le insuflaron oxígeno cuando, derrotada policialmente, se apresuraron a demandar al Gobierno una negociación para la «resolución del conflicto», con iniciativas como la Declaración de Bruselas o la Conferencia de Ayete.
Estos «agentes internacionales» han acabado por desistir en su empeño. De un lado, al chocar con la resistencia de la banda a disolverse y entregar las armas. Y de otro, por la firmeza del Gobierno, que no ha querido premiar a la organización criminal por el solo hecho de dejar de matar. Lo acaba de reconocer Brian Currin en su última visita al País Vasco. El coordinador del Grupo Internacional de Contacto se mostró muy crítico con la deserción de sus antiguos aliados: «La comunidad internacional ha fracasado, no ha hecho la contribución que debiera, no ha presionado más al Estado español». Así las cosas, la última esperanza que le quedaría a una ETA más aislada que nunca sería un Gobierno en el que estuviera representado Podemos.
Los presos de la banda ya expresaron su confianza en esta posibilidad para lograr su traslado a cárceles del País Vasco como antesala a la excarcelación, según comunicaciones interceptadas a varios de ellos, de las que se hizo eco ABC. Currin admitió, en este sentido, que «lo más deseable sería un cambio político en Madrid».
Expertos en la lucha antiterrorista consultados subrayan que tras la detención de David Pla e Iratxe Sorzábal el pasado mes de septiembre ETA no ha logrado recomponer su dirección. Y a falta de interlocutores válidos, el propio Pla se vio forzado a exponer las reivindicaciones de la banda, desde prisión, a través de «Gara». «El riesgo ahora –advierten los mismos medios– es que el futuro Ejecutivo se pliegue a las pretensiones de una ETA descabezada y derrotada y reagrupe a los presos para después ponerlos en libertad, sin exigir antes su disolución y entrega de las armas». Un riesgo que tomaría forma si Podemos entrara en el nuevo Gobierno e intentara, con este tipo de gestos, atraerse a sectores de una «izquierda abertzale» descontenta con Sortu y Bildu.