ETA se llevó en una caja de cartón las armas que mostró a los mediadores en Toulouse

EL CORREO 24/02/14

· Los expertos aseguran en la Audiencia Nacional que no vieron la cara de los dos etarras del vídeo ni la del chófer con gafas y gorra que les recogió en la estación de tren

Los miembros de la Comisión Internacional de Verificadores (CIV) no aportaron ayer ni un solo dato al juez de la Audiencia Nacional Ismael Moreno que permita identificar o conocer el paradero de los dos etarras con los que en enero se encontraron en una vivienda de Toulouse (Francia) y de cuya cita dejó constancia el vídeo emitido por la BBC el pasado viernes.
Los verificadores tampoco tienen la menor idea, según indicaron, de dónde están o quién custodia la pequeña cantidad de armas y explosivos que supuestamente la banda terrorista puso fuera de circulación en ese acto, movimiento que, sin embargo, los propios expertos internacionales interpretaron el viernes pasado, en una rueda de prensa en Bilbao, como un primer paso hacia el desarme general de la organización criminal.
La razón de estos desconocimientos es que los etarras nunca se quitaron las capuchas en su presencia ni les dijeron sus nombres o alias y que, al término del encuentro, los terroristas guardaron en una caja de cartón usada las armas y explosivos supuestamente inutilizados que les mostraron, precintaron el bulto con cinta de embalar, y se volvieron a llevar el diminuto arsenal, según le explicaron al instructor de la Audiencia Nacional y a la fiscal Carmen Monfort.

El profesor de Sri Lanka Ram Manikkalingam, el exministro sudafricano Ronnie Kasrils y el experto británico en el conflicto de Irlanda del Norte Chris Maccabe declararon durante casi dos horas y media ante Moreno, que el día anterior les citó con urgencia como testigos para intentar la capturar a los dos etarras con los que hablan en el vídeo y recuperar las armas y explosivos que se ven repartidas sobre una mesa.

El magistrado apremió el sábado a la Policía Nacional y a la Guardia Civil para que entregasen las citaciones porque le constaba que el grupo de verificadores estaba a punto de abandonar España. De hecho, Manikkalingam, Kasrils y Maccabe fueron contactados minutos antes de que cogiesen sus vuelos de regreso a sus domicilios y la holandesa Fleur Ravensbergen no atendió el emplazamiento de la Audiencia Nacional y tomó un avión a Holanda. La quinta integrante del CIV que estuvo en Bilbao, la ecuatoriana Aracelly Santana, se fue de España el mismo viernes, y el sexto miembro del equipo, el oficial indio Satih Nambiar, no viajó a Euskadi porque estaba enfermo.

El juez Moreno, que ha abierto las diligencias de investigación 26/2014 para aclarar estos hechos, aún no ha decidido si utilizará el auxilio judicial internacional para citar a declarar a los otros tres verificadores o dará este trámite por completado con los testimonios de ayer.
Los interrogatorios clave de la jornada fueron los de Manikkalingam y Kasrils, que fueron los dos únicos miembros del CIV que se desplazaron a Toulouse para el encuentro con ETA. Sus declaraciones, en las que dieron respuestas casi idénticas, se extendieron casi una hora por los poco más de 20 minutos que duraron las preguntas a Maccabe.
Los dos expertos en mediación en conflictos contaron que su relación con la banda terrorista vasca comenzó en junio de 2011, cuando en una carta anónima les invitó a participar en el camino que iba a iniciar cuatro meses después, cuando el 20 de octubre anunció el cese definitivo de su actividad armada.
Tras varios contactos, que ellos salpicaron con reuniones en el País Vasco con partidos, movimientos sociales, instituciones y la Iglesia, recibieron otra carta anónima de la banda en la que les citaba a finales de enero de 2014, en la estación de tren de Toulouse, para iniciar el desarme.

No tocaron las armas
Según aseguraron al juez, un hombre, que no se identificó y que se ocultaba tras unas gafas oscuras y una gorra, les recogió en la terminal y en un vehículo les condujo hasta el garaje de un edificio. Subieron en ascensor hasta un piso, donde en la sala que se ve en el vídeo le esperaban los encapuchados. Los verificadores, que no saben quién es el chófer ni donde está el inmueble, señalaron que los etarras les dijeron que las armas y explosivos estaban selladas –ellos no llegaron a tocarlas– y se comprometieron verbalmente a no utilizarlas en un futuro. Toda la escena fue grabada por un tercer presunto etarra y fue la propia banda quien hizo llegar a la BBC las imágenes que emitieron en paralelo con la rueda de prensa del viernes.

Las afirmaciones ante el juez de Ram Manikkalingam y Ronnie Kasrils sobre las armas contrastan con las que el primero de ellos hizo el pasado viernes ante los medios de comunicación en el hotel Carlton de Bilbao. Entonces el profesor de Sri Lanka aseguró que el armamento que aparecía en el vídeo está a buen recaudo y que si la banda quisiera volver a usarlo los verificadores serían «los primeros» en enterarse de que algún terrorista ha echado mano de ello.

Admiten cobrar 750 euros por cada jornada de trabajo
Los verificadores explicaron a preguntas del juez de la Audiencia Nacional Ismael Moreno que cobran 750 euros por cada jornada efectiva que dedican a la labor de intermediación en el denominado ‘conflicto’ vasco y que los fondos proceden del grupo de mediación en conflictos Dialogue Advisory Group (DAG), de Amsterdam, y de las ayudas de un gobierno escandinavo, que podría ser el de Noruega, país que acogió a varios miembros de la dirección de ETA que esperaban a una posible negociación con el Gobierno de Mariano Rajoy que no llegó a a producirse.

El Dialogue Advisory Group está dirigida personalmente por Ram Manikkalingam, quien no aclaró ante el juez si el dinero que llega hasta su empresa para afrontar esos pagos procede de alguna entidad oficial del País Vasco o de alguna asociación subvencionada por instituciones vascas.