EL MUNDO 16/02/14
· Naia y Eider, en libertad, miembros del KT y a las órdenes de Arantza Zulueta, aprovechaban los ‘vis a vis’ para pasar los mensajes a sus parejas, presos de la banda
· Para eludir los controles de los funcionarios de prisiones, enrollaban los comunicados de ETA en pequeños canutos que ocultaban dentro de su cuerpo
Naia Zuriarrain es una mujer joven, agraciada, madre de una niña llamada Lur de apenas unos días –nació el 7 de febrero–, y cuyo aspecto de extrema fragilidad esconde una personalidad firme que ha estado durante años entregada a la causa de ETA. Sus fotos de los últimos meses la muestran embarazada, pasando por el despacho de la abogada de la banda, Arantza Zulueta, donde recogía los documentos validados por la organización y los llevaba, insertos en su cuerpo mediante un canutillo, hasta la prisión de Sevilla II para que su pareja, el asesino Asier Arzallus Goñi, impartiese, como jefe de la estructura en el centro, directrices a otros etarras.
Su hermana Eider también ha venido realizando una función similar. Esta vez con el padre de su hija, nacida en octubre, Unai Fano, cabecilla etarra en Botafuegos (Algeciras). Ambas se saben todas las ventajas que la ley les concede y las usan, y forman parte de la red de correos del KT, el Grupo de Coordinación de presos encabezado por Zulueta y que ahora, tras su encarcelamiento, se encuentra desorientado.
Así pues, Naia estuvo haciendo de correo mientras una buena parte de su tiempo lo dedicaba a su trabajo, adquirido en noviembre, de profesora suplente en el Instituto Ibarrekolanda de Elorrieta. Ahora está de baja maternal. Pero no fue siempre así. Antes, toda su dedicación estuvo volcada en el núcleo duro del KT, el Grupo de Coordinación de presos, del que formaba parte. El argumento que le dio a Arantza Zulueta para que le permitiera ampliar sus horizontes fue: «Quiero ser profesora para poder seguir la lucha desde otro frente». Y eso ha hecho, aunque, como veremos, a su jefa nunca le pareció bastante.
El caso de Naia Zurriarain es paradigmático de cómo funcionaba el llamado KT, ocho de cuyos miembros, encabezados por Arantza Zulueta y por el abogado Jon Enparantza, fueron arrestados el 8 de enero por constituir el único aparato de ETA activo en España. Zulueta tenía el despacho en Bilbao y Enparantza en San Sebastián. Allí se recibían documentos de la organización terrorista y se elaboraban otros. Desde allí partían las instrucciones de la banda para garantizar la cohesión de sus presos y la imposición de la disciplina interna.
El vínculo era tan intenso que, en la operación Halboka contra el colectivo de abogados de la banda, efectuada en 2010, a la abogada le fue incautada documentación con la que se ubicaban varios zulos de ETA y alusiones a posibles objetivos. Inexplicablemente para todos, también para la izquierda abertzale que la consideraba una molestia, Zulueta se libró entonces de la prisión con el pago de una fianza y pudo continuar con sus funciones de control de las cárceles.
Los investigadores sostienen que el KT utilizaba para difundir sus instrucciones al menos un correo por prisión. La abogada visitaba a los jefes principales y delegaba el resto. Un familiar, seleccionado por el KT, se pasaba primero por los despachos, recogía los papeles en su correspondiente canutillo y se los entregaba al preso elegido aprovechando los permisos para encuentros vis a vis. Era el sistema utilizado en las cárceles españolas y en las francesas que ha quedado interrumpido desde enero, cuando se produjo la operación Jaque.
Naia Zurriarain es la mayor de tres hermanas de una familia acomodada, claramente identificada con la causa proetarra. Su padre es un histórico de la izquierda abertzale que compartió cárcel con Txomin Ziluaga. Fue detenida por primera vez tras el asesinato del inspector de Policía Luis Andrés Samperio por su estrecha relación con Óscar Barreras, el autor de ese atentado. Quedó en libertad pero huyó a Francia para ratificar su incorporación a la organización terrorista. Los famosos papeles de Susper –el que fuera jefe de ETA– la muestran como la inminente responsable de un comando que iba a empezar a asesinar en Vizcaya y que vio frustradas sus aspiraciones al ser detenida en Lourdes, en 2002, con documentación falsa. La Justicia francesa la condenó a ocho años de los que cumplió seis antes de ser expulsada a España.
Su perfil era el adecuado para que Zulueta se fijase en ella. La jefa del KT buscaba colaboradores que hubieran estado en Francia, jóvenes de convicciones irreductibles sobre los que poder volcar su influencia. Naia, inteligente, con dos carreras universitarias a pesar del tiempo pasado en la clandestinidad, se integró totalmente en la estructura poniendo a punto todo el aspecto informático de la Coordinadora de presos, incluidos la base de datos y los mecanismos para su distribución interna.
Sin embargo, algo le ocurrió en 2010 que le empujó a diversificar sus intereses. Un amigo, Ibai Beobide, miembro de un comando de etarras no fichados, fue detenido. Eider, la hermana de Naia lo había mantenido oculto y también fue arrestada, y ella permaneció escondida durante un tiempo por si le pasaba lo mismo. Cuando salió, sus prioridades habían cambiado. Quería ser madre y dedicarse a dar clases, y así se lo dijo a Zulueta quien, a pesar de los argumentos empleados por su subordinada, tan identificados con los intereses de ETA, no lo entendió.
Un documento de la organización terrorista así lo demuestra. «Marxel (Arantza) habla de Lierni (Zurriarain)», viene titulado el texto en el que hay una frase demoledora: «Es mala militante, más preocupada por los problemas personales que por la causa. Tiene un problema de prioridades poco claras y me preocupa el desequilibrio que está mostrando». Zulueta la acusó de haber delatado todos los alias de sus compañeros en una de las ocasiones en las que declaró ante el juez.
De hecho, Zurriarain también había sido detenida en la operación de 2010 contra el colectivo de abogados, y también logró salir en libertad. A partir de 2011, a pesar de las reticencias de su jefa, dejó de trabajar a tiempo completo para el KT –fue sustituida por Aitziber Sagarminaga, hoy en prisión– y se centró en la red de distribución de la cárcel donde se encuentra el padre de su hija, Asier Arzalluz Goñi, un etarra condenado ya a 377 años de prisión por varios asesinatos y acusado de haber perpetrado el atentado que causó la muerte del columnista de EL MUNDO José Luis López de Lacalle, del coche bomba colocado en Sallent de Gállego en el que murieron los guardias civiles Irene Fernández y José Ángel de Jesús, o del intento de asesinato del dirigente del PSOE Eduardo Madina. A él le fue incautado a finales de noviembre uno de los borradores, el de contenido más radical, del documento leído por el EPPK, el colectivo de presos, el 28 de diciembre.
Su mujer intentó excarcelarle incluyéndole entre la lista de los reclusos enfermos que la izquierda abertzale esgrime como susceptibles de recibir igual trato que Uribetxeberria Bolinaga, el secuestrador de Ortega Lara. Una lista repleta de favoritismos, en la que el KT indica quién entra y quién no, y en la que no están todos los que son.
El informe de Arantza Zulueta ante ETA fue inclemente y claramente inmerecido. Tanto Naia como Eider han mostrado su lealtad en todas las circunstancias. Eider, que está en libertad bajo fianza tras ser condenada en marzo a siete años de prisión, y a pesar de que la Ertzaintza volvió a arrestarla en mayo –probablemente influyó en su libertad que entonces estuviera embarazada–, no ha dudado en llevar sus mensajes por el mismo sistema que su hermana al centro penitenciario de Botafuegos, en Algeciras, donde está recluido su marido y padre de su hija, Unai Fano.
Hijo también de un miembro de ETA, la primera imagen que tuvimos de él fue la rueda de prensa que protagonizó junto a Arnaldo Otegi, que lo presentaba como un ciudadano ejemplar al que las Fuerzas de Seguridad habían perseguido injusta y fraudulentamente al colocarle una baliza de seguimiento en el coche. En realidad, Fano, condenado hoy a 20 años de prisión, era el comisario político de ETA en las negociaciones que Batasuna, el PSE y el PNV mantuvieron en el santuario de Loyola en 2006. Fue quien ordenó a Otegi en la última reunión, por orden de la banda, que anulara el pacto al que había llegado en los días previos, en una decisión que preludiaba atentados inminentes, como así fue. Otegi, acató.
Naia y Eider se saben todos los trucos y los requicios de la ley y los utilizan. Naia fue tratada con guantes de seda, como embarazada, en la Audiencia Nacional en la operación de enero en la que también fue detenida y puesta en libertad. Poco después de las detenciones, pudo disfrutar de nuevo de un vis a vis con su marido, aunque lo lógico hubiese sido que el juez, cuando redactó las medidas cautelares, hubiese exigido que previamente pidiese permiso. Las dos saben que, cuando se visita a una pareja, es más difícil que los funcionarios realicen registros integrales y ambas utilizaron los embarazos, antes de la operación policial, para pasar datos sabedoras de que nadie les haría pasar por el control de rayos X.
La efectividad de las operaciones contra el colectivo de abogados de la banda se deja notar. Zulueta trabajó disciplinadamente para retrasar los pasos esperados en ETA respecto a sus presos. El ejemplar del plan del lehendakari para sacar a los reclusos de forma escalonada encontrado en poder de la abogada está absolutamente tachado como muestra de rechazo. En su opinión, los asesinos detenidos a partir de 1995 son los que más se han sacrificado y se negaba, en sus comentarios, a que les fuera aplicado el nuevo Código Penal. Fue ella la que organizó el acto de Durango con los presos beneficiados por el Tribunal de Estrasburgo, en contra del criterio de Sortu. Y distribuyó estratégicamente al resto de los miembros del KT para controlar la escena.
Cuando en 2010 fue detenida, el Grupo de Coordinación quedó inservible, los presos no recibían directrices y mostraron su ansiedad. Ahora, con el núcleo duro en prisión desde enero, ni los afectados en la operación contra la estructura de Herrira –a favor de los presos– quieren encargarse de sus funciones. Tampoco fueron capaces de escribir un comunicado a favor de la manifestación organizada por Sortu –que mostró su alivio– y por el PNV a favor de los reclusos el 11 de enero. El único documento hecho público, semanas después, sobre las detenciones, tuvo que ser redactado por el propio Enparantza desde prisión y ser difundido a través de un familiar. La operación Jaque ha tenido esos efectos, por ahora, a pesar de que era más amplia y no se llegó a realizar, como estaba previsto, en su totalidad.