Guillermo Dupuy, LIBERTAD DIGITAL, 14/9/12
Recomiendo a los lectores la emocionante crónica en la que Cayetano González relata la seguridad que Ortega Lara mostró, nada más ser liberado de su cautiverio, en que el Gobierno de Aznar no cedería al chantaje de ETA en lo relacionado con el acercamiento de sus presos a cárceles del País Vasco, exigencia terrorista por la que también fue secuestrado –y asesinado– poco después Miguel Ángel Blanco.
Es una pena que D. Cayetano no la hiciera pública muy poco después de que los hechos se produjeran, en aquellos momentos de infausta memoria en los que Aznar, tras presentarnos el chantajista comunicado de «tregua indefinida» de la banda terrorista como si de una «oportunidad para la paz» pudiera tratarse, autorizó «contactos con el MNLV», apeló a la «generosidad» de las víctimas y accedió al mayor acercamiento de presos etarras de toda nuestra historia.
Si hago este comentario a esta espléndida crónica de D. Cayetano no es para volver a denunciar los errores del pasado, sobre los que Zapatero edificó su infamia, y que son también decisivos para entender la reincidencia en el error que una nueva tregua de ETA está llevando a cometer a un nuevo Gobierno del Partido Popular. Lo hago porque en su espléndida crónica D. Cayetano advierte oportunamente de algo que manifestó Alfredo Pérez Rubalcaba el pasado domingo en el Comité Federal del PSOE: «La política antiterrorista está pactada con el Gobierno».
Para saber que la política respecto a ETA –me niego a llamarlaantiterrorista– está pactada desde hace mucho tiempo entre Rubalcaba y Rajoy basta, en realidad, con recordar el compromiso que ambos candidatos desvelaron ante las cámaras de televisión durante el debate electoral celebrado por televisión poco antes de las últimas generales: tras felicitarse y volver a presentarnos el más reciente, pero no menos chantajista, comunicado terrorista como si del fin de ETA se tratara, Rubalcaba literalmente dijo:
Si estoy en la presidencia del Gobierno, sabe usted que le llamaré para dar los pasos siguientes que hay que dar para poner fin definitivo a este terrible problema que hemos tenido casi 50 años. Y, si estoy en la oposición, contará usted con mi leal colaboración para llevarlos a cabo.
A lo que Rajoy respondió:
Yo suscribo sus palabras y haré exactamente lo mismo.
Como por aquel entonces ya me pregunté, ¿se puede saber qué «pasos siguientes hay que dar» para poner fin definitivo a lo que ya definitivamente se ha dado por erradicado? ¿En qué quedamos?
Los pasos a los cuales se podían referir son los que están señalados en la ocultada hoja de ruta dictada por ETA. Y que Rajoy se había alineado con Rubalcaba era ya patente desde el mismo momento en que el candidato popular a la presidencia calificó de «buena noticia» el chantajista comunicado en el que los etarras accedieron al calificativo de definitivo –tal y como les habían pedido sus interlocutores socialistas–, pero sin renunciar por ello a unas condiciones que, entre muchas otras, y al margen de la neutralización de la Ley de Partidos, reclamaban, como «primer paso a la amnistía», el «traslado de presos/as a Euskal Herria» y la «liberación de presos/as con graves enfermedades».
Como dije entonces, el problema está en que si proclamas el fin del terrorismo sobre la base de lo que, solo en parte, dicen los terroristas en sus comunicados («alto el fuego definitivo»), te arriesgas a que esa paz estalle si no atiendes satisfactoriamente al resto de lo que los terroristas dicen en esos mismos comunicados.
Meses antes de que el entonces candidato popular a la presidencia del Gobierno hiciera su engañosa valoración del comunicado etarra –no menos despreciable que la de Rubalcaba– ya advertí de que habría que «vigilar al Gobierno de Rajoy«. Me quedé corto. Rajoy no ha resultado ser una deficiente alternativa a Zapatero, sino su más inconsciente e irresponsable sucesor.
Guillermo Dupuy, LIBERTAD DIGITAL, 14/9/12