TERESA JIMÉNEZ BECERRIL – EL MUNDO – 19/03/17
· Es a España a quien tiene que pedir perdón ETA porque es a todos los españoles a los que la organización terrorista ha aterrorizado, herido y martirizado durante 50 dolorosos años. Es la libertad de todos la que estuvo secuestrada, la de unos más que la de otros, lo sé, pero fueron muchísimos los que vivieron con el miedo en el cuerpo y otros, que por fortuna no se sentían en la diana, pero que no por ello se salvaron de servir a los intereses políticos de los terroristas, terminando igualmente acribillados a balazos o destrozados por bombas asesinas.
Víctimas de diferentes edades, condiciones y procedencias. La mayoría policías, guardias civiles, militares y políticos, pero también taxistas, comerciantes, periodistas, ingenieros, jueces, amas de casa, empresarios, jubilados, empleados, albañiles, panaderos, químicos, vendedores, etcétera. Eso sin contar los 24 niños asesinados, más de 60 heridos y centenares de huérfanos. Todo ello, con la marca de ETA, que como cualquier organización terrorista mata a unos para aterrorizar a todos. Por ello afirmo que algunos tuvimos menos suerte pero toda España fue víctima de ETA.
Son la mayoría de los españoles quienes no han perdido la memoria, los que han transmitido a sus hijos el sacrificio vivido por tantas familias durante estos años de terror junto a los valores de la libertad y la democracia por los que las víctimas del terrorismo dieron sus vidas. Son ellos los que siguen exigiendo «memoria, dignidad y justicia», los que desconfían y se rebelan al igual que yo ante estos anuncios de ETA, que se aproximan más a la propaganda política que a una verdadera disolución.
Lo que se nos debe a los españoles es mucho más que una entrega de armas inservibles, ante mediadores extranjeros, buscando el aplauso internacional y el de su parroquia nacional. A España ETA le debe una rendición en toda regla y a sus víctimas la petición de perdón, el arrepentimiento que nace del reconocimiento del daño causado y la voluntad de colaborar con la Justicia para esclarecer los más de 300 crímenes aún sin resolver.
Eso para empezar, o mejor dicho, eso para terminar. Porque no sé qué expectativas tendrá la organización terrorista tras este último teatro, pero en lo que a mí respecta, y presumo que como yo piensa una buena parte de la sociedad española, lo único que deben esperar los terroristas es cumplir íntegramente sus condenas. No basta sólo con hablar de derrota del terrorismo, hace falta creérsela, sentirla y entender qué quiere decir esa palabra.
Por supuesto que lo más importante y lo que nos ha llevado hasta aquí ha sido el valiente y admirable trabajo de nuestras Fuerzas de Seguridad del Estado, pero qué flaco favor les haríamos a ellos y a todos los que tanto hemos sufrido y luchado si ahora abriéramos un escenario distinto, como si tuviéramos nosotros que mover ficha. ¿Por qué? ¿Acaso tememos que vuelvan a las andadas? Nunca lo daría por descontado, pero dudo mucho que estén en condiciones de hacerlo.
Por ello, hay que dejarles muy claro a estos matones y a quienes les jalean desde sus escaños o desde sus casas, que entreguen lo que entreguen, se disuelvan en agua o se vuelvan gaseosos, quienes han sembrado de dolor nuestra amada patria durante cinco décadas no obtendrán de nosotros más beneficio que nuestro desprecio y el más profundo olvido, simplemente porque no les debemos nada. La esperanza de los terroristas me inquieta porque es proporcional a la desesperanza de sus víctimas y de todos los españoles con memoria y sentido de la justicia. Estamos hablando de rendición, que nadie lo olvide, no de negociación. Y confundirlo sería muy peligroso para la dignidad de España.
Teresa Jiménez Becerril es eurodiputada y hermana de Alberto Jiménez Becerril, asesinado por ETA en 1998.