Etarras de segunda generación, «los hijos de la ira»

ABC 05/03/14

· La adolescente Ikazkun leía las odas que su padre hacía al fusil. También entró en ETA.

En una sociedad contaminada por el terror, como ha sido la vasca durante muchos años, el entorno familiar se ha convertido a veces en la mejor escuela de terroristas. El padre, en la cárcel o en la clandestinidad, ha sido el referente. Visitas periódicas a Algeciras o Puerto II; homenajes en la «herriko enparantza»; las arengas diarias de la «amatxo»… Dicen que en el caso de la saga de los Troitiños –suman entre sus miembros alrededor de 50 asesinatos– fue una de las matriarcas del clan la mejor reclutadora.

Egoitz Urrutikoetxea creció con la convicción de que su padre, «Ternera», estaba llamado a ser el Simón Bolívar vasco que debía conducir su pueblo hacia la «liberación nacional». Muy joven dirigió una red de «taldes» para desplegar la «guerrilla urbana» en el País Vasco francés. A la vista de la acumulación de méritos, su padre lo fichó, primero, para dirigir la Batasuna francesa y, después, para formar parte de su «oficina política», encargada de negociar el futuro del País Vasco y Navarra con el Ejecutivo de Zapatero. Cuando «Ternera» se quitó de en medio porque el «proceso» agonizaba, llevó consigo a «Ternerita».

La saga de los Troitiños

Ha habido más clanes familiares dentro de ETA. José Javier Zabaleta Elósegi, «Baldo», integró en los años de plomo el «comando Goierri Kosta», con el que asesinó a una decena de personas. Después pasó a la dirección de la banda. De tal palo, tal astilla. Su hijo, Iraun Zabaleta, se entregó en 2000 tras ser identificado como uno de los etarras que en 1998 intentaron robar una troqueladora en Irún. Le acompañó en la fechoría Aratz Gómez, hijo de otro etarra, Enrique Gómez Korta, asesinado en Francia por el Batallón Vasco Español.

Pero si hay una saga que ha dejado huella en el sanguinario historial de ETA ha sido la de los Troitiños. Jon Joseba Troitiño Ciria tenía 7 años cuando su padre, Domingo, fue detenido bajo la acusación de perpetrar la matanza de Hipercor. Y unos meses más cuando a su tío, Antonio, lo pusieron también a disposición de la Justicia para que rindiera cuentas por sus más de veinte asesinatos cometidos con el «comando Madrid». Su madre le llevaba una o dos veces al mes a Algeciras, Puerto II…, para visitar al cabeza de familia, entre barrotes. Así que el hijo, a temprana edad, quiso emular al «aita». Entró en ETA, cargó la mochila y se fue al Levante a matar «españoles», como el padre y el tío. Las Fuerzas de Seguridad le identificaron de inmediato, y emigró con lo puesto a Francia. Allí, enchufado por la estirpe, pasó a la dirección de los «comandos», hasta que fue detenido. Otro hijo de Domingo Troitiño, Mattin, se quedó a las puertas de ingresar en la banda, y ejerce como portavoz de Etxerat.

En octubre de 2009 fue detenido en el sur de Francia Aitor Elizaran Aguilar, cabecilla del «aparato militar». Aitor se encontraba aún en el vientre materno cuando a su padre, Justo Elizarán, le asesinó el Batallón Vasco en Biarriz. Nada más cumplir los 20 años, Argi Perurena ingresó en prisión por pertenencia a ETA. Había seguido desde temprana edad los pasos de su «aita», Bixente Perunera, «Peru», muerto en atentado de los Gal.

En el mismo «comando»

Manuel Urionabarrenetxea, «Manu», llevaba 30 muertos sobre sus espaldas cuando en septiembre de 1989 fue abatido por la Guardia Civil en un tiroteo. Su hija Izaskun tenía entonces 16 años. Con 24 fue arrestada por su pertenencia a la banda. La adolescente se había inspirado en los poemas que entre crimen y crimen hacía su padre en homenaje a la metralleta, y dedicados a su mujer Iciar: «La mejor metralleta que hay es la UCI/ Y si la UCI fuera mujer/ Le pondría de nombre Iciar».

Juan José Rego Vidal y su hijo, Ignacio, llegaron a formar parte del mismo «comando», el que quiso asesinar al Rey en Palma de Mallorca. El tío de Ignacio, Venancio Horcajo, perteneció al «comando Madrid».

ABC 05/03/14