La gran esperanza rubia del podemismo se llama Yolanda Díaz. El difunto (políticamente hablando) Pablo Iglesias la ungió como sucesora suya en la Vicepresidencia, mientras pasaba a Ione Belarra los trastos de los Derechos Sociales y la Agenda 2030. Su ex compañera, la marquesa de la Mesa, se quedó capote por no haber querido bajar a la arena electoral a medirse con Ayuso. Ya se sabe que hay cosas que vale más hacerlas que mandarlas. Lo tuvo que hacer él personalmente en persona con el resultado ya sabido. Y claro, se vengó al borrarla de la herencia. Luego, por si eso fuera poco borró su declarada condición de padre de los tres niños que le hizo en un par de años. Este es un dato biográfico que por sí solo resulta muy perturbador: ¿Cómo pudo acceder a la Vicepresidencia Segunda del Gobierno un tipo incapaz de asumir su responsabilidad sobre sus propios hijos?
El caso es que Yolanda se ha convertido en la estrella del podemismo en el Gobierno. Es natural. Descartadas ese par de acémilas que son Garzón y Castells, tampoco se la puede comparar con Ione Belarra, la indocumentada que acusa al Tribunal Supremo de prevaricar. Queda la marquesa, pero Yolanda, que no es que sea más lista, pone un aire risueño, donde Montero se pone ríspida, aunque tiene disculpa. Duerma usted todas las noches con Pablo Iglesias y ya me dirá que carácter se le pone.
En lo intelectual empatan. “Autoridades, autoridadas, autoridades”, dijo para empezar su saludo en el Congreso de CCOO, aunque quizá debió decir ‘autoridados’ en primer lugar. Recordarán, está grabado, que no sabía lo que era un ERTE, que creía haber implantado aquí la igualdad de salario por razón de sexo. Rafael Calvo Ortega, ministro de Suárez: Estatuto de los Trabajadores, marzo de 1980, artículo 17. De su vocabulario forman parte también: “matria, urgenta, ertes volcánicos, señoro”, y lo que le rondaré, rubia teñida.
Sánchez anunciaba ayer en Mérida la aprobación el próximo martes de lo que calificó como la primera Ley de la Vivienda “después de 40 años de historia de la democracia, para convertir un derecho que está en la Constitución en un verdadero derecho para nuestros jóvenes”. Sánchez, que ya le había madrugado a Podemos la derogación de la Reforma Laboral del PP la semana pasada le ha quitado también otro de sus grandes temas, la vivienda, con el anuncio de que la ley va a “prohibir la enajenación de vivienda social a los fondos de inversión especulativos como han hecho algunos territorios de nuestro país”. O sea, lo que sus socios populistas venían llamando ‘fondos buitre’’.
La adolescencia es lo que tiene, esa permanente obsesión por inaugurar la historia. Pero los hechos son los hechos y en democracia ya habíamos regulado jurídicamente el asunto de la vivienda en media docena de ocasiones: Ley sobre arrendamientos urbanos 1994; Ley de ordenación de la edificación, 1999 y en este plan. Eso sin contar lo de Carme Chacón, que tan pronto creaba las ayudas al alquiler para la emancipación de los jóvenes, como anunciaba la creación de diez juzgados para agilizar los desahucios (27-9-2007). Ojo, Yolanda cuenta con el dictamen favorable de una vistosa inutilidad, Iván Redondo, que se tirará por el barranco en cuanto ella se lo pida. Ya tiene costumbre.