EL MUNDO – 24/03/16
· Los kamikazes, nacidos en Bruselas, crecieron sin apuros económicos y se radicalizaron pasada la veintena Turquía asegura que arrestó a uno de los suicidas, pero la Justicia belga no lo detuvo.
· Después de la tragedia, del dolor insoportable del martes, Bélgica sufrió ayer el escarnio provocado por la incompetencia. Mientras el país trataba de asimilar todavía el peor atentado de su historia, con más de 30 muertos y cientos de heridos en dos ataques en la capital, las informaciones sobre los autores materiales, sobre la célula terrorista y los inexplicables fallos de seguridad golpearon de nuevo a una nación huérfana de buenas noticias.
A media mañana, el fiscal federal del país, Frédéric Van Leeuw, explicó los importantes avances registrados en poco más de 24 horas. En ese lapso de tiempo la Policía había podido identificar a ciencia cierta a dos de los atacantes, los hermanos Ibrahim y Khalid El Bakraoui, responsables de dos explosiones suicidas en el aeropuerto de Zaventem y la estación de metro de Malbeek, respectivamente. Dos hermanos de 30 y 27 años, nacidos y criados en Bélgica. Europeos de pura cepa, como los Abdeslam. Crecidos sin apuros económicos, curtidos en la delincuencia común y radicalizados de forma simultánea bien pasada la veintena
La secuencia de los hechos muestra dos explosiones prácticamente seguidas en la terminal de salidas del aeródromo a las 07.58 de la mañana. Las cámaras de vigilancia captaron una imagen de tres sospechosos. Uno, Ibrahim. Un segundo kamikaze, que según las pruebas de ADN, resultó ser Najim Laachraoui, hombre clave en la logística del martes y del pasado noviembre en París y al que se creía huido. Y un tercero que todavía no ha sido identificado.
La Fiscalía explicó que el tercer hombre de la fotografía, a la izquierda del todo con un guante negro sólo en una mano, no había detonado su maleta, «la que tenía la carga explosiva más grande» y que tampoco había muerto. No se sabe las razones. Está en paradero desconocido y es la persona más buscada de Europa ahora mismo.
El problema para la Inteligencia del país es que los principales sospechosos, los ya identificados, eran viejos conocidos de las fuerzas del orden. Durante años estuvieron fichados, pasaron por prisión y se radicalizaron ante sus ojos. La conexión con Salah Abdeslam estaba clara desde hace meses. Llevaban semanas en el radar directo de las fuerzas antiterroristas y aun así lograron atacar el corazón de la capital.
No sólo eso. El presidente turco, Recep Tayyp Erdogan, fue anoche un paso más allá y aseguró que uno de los suicidas, Ibrahim, fue detenido en 2015 en Turquía y deportado a Bélgica, tras intentar entrar en Siria. Erdogan aseguró que la embajada belga, así como las autoridades holandesas fueron informadas. Y que aun así, fue puesto en libertad.
La versión turca es demoledora. «Uno de los perpetradores es una persona que fue detenida en junio de 2015 en la provincia de Gazientep y deportada», indicó Erdogan. Informamos a la embajada de Bruselas del proceso de deportación, con una nota el 14 de junio de 2015. Sin embargo los belgas lo soltaron», se lamentó el presidente, que hace apenas unos días había criticado la posición europea respecto a los grupos terroristas que operan en su país, y había advertido del peligro sobre su propio territorio de esa actitud. «Es un campo de minas», había alertado.
El ministro belga de Justicia, Koen Geens, negó inmediatamente la afirmación, asegurando que el presunto terrorista fue devuelto a Holanda, y no a Bélgica. Y que cuando se les preguntó no pudieron establecer ningún vínculo con el yihadismo, pues era «un delincuente común en libertad condicional». Pero desde Ámsterdam se apunta a que fue liberado porque Bélgica fue incapaz de encontrar una conexión que un año después se ha revelado fatal.
La imagen de los belgas ha vuelto a quedar por los suelos. Tras la matanza de París, Francia arremetió con dureza, en público y en privado, contra la incapacidad del Gobierno y las disfuncionalidades en Bruselas. Varios servicios de Inteligencia de todo el mundo han dado pistas desde ayer de que el Ejecutivo de Charles Michel estaba sobre aviso de ataques inminentes e incluso de que Zaventem era un objetivo, según Israel, pero ni siquiera tras la captura de Abdslam el viernes se subió la alerta hasta el nivel máximo.
¿Quiénes eran los tres suicidas? Uno de los hermanos El Bakraoui, probablemente Khalid, habría alquilado con documentación falsa la vivienda en el barrio de Forest en la que la Policía realizó una redada la semana pasada, matando a un yihadista armado que hizo frente disparando con un kalashnikov. Los agentes sospechan que las dos personas que huyeron esa tarde del piso cercado podrían ser ellos.
Allí mismo se encontraron las huellas dactilares de Abdeslam, pero también las de Laachraoui, cuya conexión con el primero se remonta al menos a septiembre, cuando fue localizado en Hungría, a donde Abdeslam acudió en coche dos veces para recoger a personas vinculadas con los atentados de París el 13-N.
En octubre de 2010 Ibrahim fue arrestado por un enfrentamiento con la Policía después de un robo nocturno. Hirió de bala a un agente y fue condenado a nueve años de prisión, según La Derniere Heure, pero estaba ya en libertad condicional. Trató de llegar o lo hizo a Siria, y el año paso regresó deportado a Europa. Y a pesar de haber violado los términos de la condicional no fue interrogado ni encarcelado ni, aparentemente, sometido a una vigilancia especial.
En las inmediaciones de la vivienda que fue registrada por la Policía al martes por la noche se encontró un ordenador personal, que le pertenecía, y en el que se encontró su testamento así como revelaciones de la enorme presión que tenía al sentir a la Policía encima y la idea de que no estaba dispuesto a terminar sus días en prisión, como Abdeslam.
Su hermano Khalid fue juzgado en 2011 por robo de coches en Bruselas, condenado también a cinco años, pero no los cumplió enteros. La Policía cree que parte de su radicalización sucedió en prisión.
Najim Laachraoui, el «hombre del sombrero» en la foto del aeropuerto, fue a siria en 2013 a recibir formación. Sus huellas lo vinculan a los atentados de París y a los explosivos utilizados en ambos casos. La Policía cree que llegó el otoño a Europa de nuevo, entrando con un pasaporte falso a nombre de Soufiane Kayal. Fue sometido a un control de carretera cerca de la frontera entre Austria y Hungría, en compañía de Abdeslam y de Mohamed Belkaid, el hombre abatido por un francotirador el martes 15 en el piso de Forest.
EL MUNDO – 24/03/16