CARLOS Mª DE URQUIJO Delegado del Gobierno en el País Vasco, EL CORREO 14/04/13
· He leído con detenimiento el tercer compromiso del lehendakari Urkullu encuadrado en su programa de gobierno para la presente legislatura. En diez páginas desgrana las razones que, en su opinión, justifican el título del citado compromiso ‘Un nuevo estatus político para Euskadi’. Las circunstancias del siglo XXI –no sé si se refiere al rescate/intervención de Irlanda, Portugal o Chipre por la Unión Europea– y el desarrollo del Estatuto de Gernika hacen que el Gobierno vasco proponga un nuevo sistema de autogobierno para dar respuesta a los retos de la sociedad actual.
Un sistema de autogobierno que permita «el desarrollo de una comunidad vasca con identidad propia, plural y abierta al mundo que incluya también la institucionalización de las relaciones con Nafarroa e Iparralde en la medida que lo demande la ciudadanía, sobre la base del ‘territorio Euskara’». Yo creí que algo de esto ya existía pero debo de estar equivocado. Afirma que busca un «acuerdo integrador» –tanto candor en la política vasca es digno de admiración– y que, a propuesta del Gobierno, «se constituirá una ponencia parlamentaria sobre el futuro del autogobierno» que abordará un nuevo modelo constituyente que «en texto articulado será remitido para su aprobación a la Cámara». El texto final será sometido a «contraste popular». En definitiva ‘Euskadi, Nación en Europa’.
Imagino que detrás de este eufemismo tan rebuscado del ‘contraste popular’ se nos plantea la celebración de un referéndum. De manera deliberada se omite en el texto –no permitas que la realidad te estropee un buen titular– cualquier referencia a los requisitos señalados en el artículo 92 de nuestra Constitución ya que resulta obvio que el Congreso de los Diputados no aprobaría semejante dislate
En otro apartado del compromiso, el dedicado a ‘Más soberanía y autogobierno’ se manifiesta un deseo: «Euskadi no es ni quiere verse encuadrada en la ‘cola del tren’. Nuestro lugar ha de estar en la ‘locomotora europea’». Como aspiración, en esta ocasión compartida por todos, resulta encomiable; lo que resulta decepcionante es truncarla adoptando decisiones que, tomadas con el corazón y no con la cabeza, nos llevan precisamente en la dirección contraria.
La situación actual nos coloca no en el furgón de cola sino en el trance de perder el tren si no hacemos las cosas bien. Ya sé que los datos macroeconómicos del País Vasco son mejores, en alguno de sus indicadores, que los del resto de España, pero triste consuelo éste para un gobernante con ambición para su país. Desgranaré algunos para que el Gobierno vasco se centre en lo que considero es lo importante y no en nuevos estatus que solo contribuirían a colocarnos en una tesitura aún mucho más delicada.
En el País Vasco tenemos en la actualidad 179.341 parados –en el cuarto trimestre del año pasado eran 162.900– Los últimos datos de afiliados a la Seguridad Social a finales de 2012 han sido 887.660, un 3,3% menos que en 2011. Nuestro Producto Interior Bruto retrocedió el año pasado un 1,3% con respecto a 2011, dos décimas por encima del conjunto de España. El índice de precios al consumo en diciembre del año pasado ha supuesto un incremento interanual del 2,7%. El índice de producción industrial cerró el ejercicio del año pasado con un retroceso del 7,7% con respecto a 2011. Podríamos seguir analizando otros índices igual de desoladores pero para muestra un botón.
Mejorar el panorama esbozado en el párrafo anterior debiera ser el único programa de Gobierno de Urkullu para conseguir un País Vasco más próspero y equitativo. La independencia de Euskadi colocándonos fuera de la Unión Europea –los artículos 4 y 49 del Tratado de la Unión son meridianamente claros sobre el destino reservado a quienes se separan de un país miembro– no deja de ser un disparate con el que no debe perderse un solo minuto ante la situación de emergencia que vivimos.
Termino ya pidiendo a Urkullu que no cometa los mismos errores de Ibarretxe en el pasado. Quizá en aquel ya lejano 2004, en tiempos aún de bonanza económica, algunos pensaron que se podían permitir ciertas frivolidades. Hacerlo en 2013 es un despropósito que la sociedad vasca, creo que incluso muchos votantes nacionalistas, no creo que nos perdonen. Sería bueno que, como la inspiración al literato, la recuperación económica nos encontrara trabajando y no perdiendo el tiempo con sueños imposibles. Cualquier cosa antes que espantando inversores que si algo buscan es tranquilidad y estabilidad, precisamente lo contrario de lo que acaba de ofrecernos el Gobierno de Urkullu.
CARLOS Mª DE URQUIJO Delegado del Gobierno en el País Vasco, EL CORREO 14/04/13