EL PAÍS, 23/7/2011
Pese a la polémica suscitada entre los distintos partidos, el escenario político derivado de las últimas elecciones municipales y forales convence a la mayoría de la sociedad vasca. El 57% de los ciudadanos se confiesa «muy o bastante satisfecho» con los resultados, sobre todo los nacionalistas, y cuatro de cada cinco repetiría a día de hoy el voto que emitió el 22-M.
Apenas un 2%, por el contrario, cambiaría las siglas de su papeleta. Es la principal conclusión del Euskobarómetro, el estudio semestral sobre la opinión pública vasca, cuya última oleada se dio a conocer ayer en Bilbao.
El informe, elaborado por la UPV en base a 1.200 entrevistas realizadas entre el 27 de mayo y el 17 de junio, revela también que un 56% de los vascos considera «beneficioso» para el futuro de Euskadi que Bildu, gran protagonista de los comicios, haya podido presentarse a las urnas. Casi dos de cada tres personas respaldan la legalización de la coalición que decretó el Tribunal Constitucional, frente a uno de cada cinco que no dudan en mostrar su desacuerdo. La mayoría de la población, por otro lado, rechaza la decisión del Tribunal Supremo de inadmitir el registro de Sortu, la nueva marca política con la que la izquierda abertzale pretendía concurrir a las elecciones en solitario.
Como consecuencia quizá del complejo escenario institucional, con un Ejecutivo autónomo y tres Diputaciones de distinto color, la ciudadanía se decanta por la geometría variable a la hora de formar mayorías de gobierno. Rechaza la fórmula de una gran coalición entre PNV, PSE y PP para desbancar a Bildu, y opta, de forma preferente, por respetar la lista más votada, aunque un 44% de la población no vería con malos ojos la unidad nacionalista y un 36% prefiere un gabinete de izquierdas. La posibilidad de una alianza entre peneuvistas y socialistas apenas convence a una cuarta parte de los encuestados. La división de opiniones, por otro lado, es patente en referencia a si López debe agotar o no la legislatura.
El análisis del escenario postelectoral, como principal novedad del último Euskobarómetro, refleja también el distinto grado de fidelidad del voto entre las distintas formaciones. Así, mientras Bildu ha conseguido retener a todo su electorado y sumar apoyos procedentes de PNV y Aralar en su mayoría, EB apenas ha logrado mantener el 45% de sus apoyos en comparación con las autonómicas de 2009. En la última cita con las urnas también se dio un importante trasvase del PSE al PP, «como consecuencia quizá de la recesión» económica en el conjunto de España», según advirtió ayer el director del estudio, Francisco José Llera.
Lo que confirma el informe elaborado por la UPV es que la imagen del Gobierno socialista no remonta. Al contrario. En un marco de creciente tensión política, atribuida a la división entre nacionalistas y constitucionalistas, el 56% de la sociedad suspende la gestión del Ejecutivo autónomo, que recibe como nota un pírrico 3,5 sobre diez. Solo el electorado socialista le concede el aprobado. La desconfianza en el Gabinete de López, además, se eleva hasta el 78%. El grado de acuerdo respecto al pacto con el PP, por su parte, se desploma hasta el 16%, ocho puntos menos que en la oleada previa.
La división se mantiene a la hora de valorar la labor de oposición del PNV, mientras que la de los populares solo obtiene el respaldo del 9% de los entrevistados. Por su parte, el presidente del Gobierno central, José Luis Rodríguez Zapatero, agudiza su desgaste en Euskadi, incluso entre el electorado socialista, lastrado por la crisis. La población solo valora la lucha de su Ejecutivo contra ETA.
Es en materia de terrorismo, precisamente, donde el estudio refleja con mayor incidencia el optimismo de la población, que ratifica el rechazo mayoritario a ETA. Una actitud que se impone incluso entre la izquierda abertzale, quizá como consecuencia de que su apuesta por la paz ha sido clave para los buenos resultados electorales. Solo un 4% de sus votantes confiesa un apoyo total a la banda armada. Aún así, todavía es más de la mitad de la población (52%) la que desconfía de la voluntad etarra de poner fin a los actos violentos. Para el grueso de la sociedad, además, los pasos dados por la antigua Batasuna, aunque positivos, son todavía «insuficientes».
Dada la debilidad que los vascos perciben en ETA, crece el número de personas que rechazan una eventual negociación del Gobierno con la banda, mientras que el debate permanece equilibrado en torno a la reinserción de los presos.
Malestar económico y democrático
Aunque el análisis político del 22-M centra la última edición del Euskobarómetro, el estudio de la UPV no es ajeno a la percepción pesimista de la economía que se impone entre la sociedad vasca. El 53% de la población considera que la situación es «mala» en Euskadi, un porcentaje que se eleva hasta el 77% si el escenario analizado es el conjunto de España. Son 15 y 13 puntos más, respectivamente, que en la anterior oleada de hace medio año.
Quizá como consecuencia, el paro se ha convertido en un gran quebradero de cabeza para casi dos tercios de la población y figura entre las tres principales preocupaciones del 81% de los vascos. La violencia, por el contrario, se mantiene en «mínimos históricos», según destacó ayer el director del estudio, Francisco José Llera.
El desgaste provocado por la economía ha sacudido los cimientos de la política, hacia la que los ciudadanos muestran cada vez un mayor desapego. Se refleja en el hecho de que el 69% de los encuestados, 11 puntos más que hace medio año, se confiesan «insatisfechos» con el funcionamiento de la democracia. Un porcentaje habitual hasta ahora entre nacionalistas, pero que se ha implantado también en el electorado constitucionalista, debido en parte a «la ola» de los denominados ciudadanos indignados.
En el marco de tan pesimista escenario resulta lógico que, como en ediciones anteriores del Euskobarómetro, ningún político llegue al aprobado. La líder mejor valorada es Aintzane Ezenarro, de Aralar, que se queda en 4,9 puntos sobre diez. El presidente del PNV, Iñigo Urkullu, obtiene un 4,5 y el lehendakari, Patxi López, baja hasta el 3,5, como reflejo de un desgaste generalizado entre los líderes socialistas.