EL MUNDO 22/06/13
· Convivencia Cívica denuncia desigualdades en las pruebas para justificar la inmersión.
La Generalitat sorprendió la semana pasada con los resultados de las pruebas de evaluación a los alumnos de 6º de Primaria: las peores notas fueron para el catalán, superado ampliamente por el castellano e incluso las matemáticas o el inglés, dos de las asignaturas que más se atragantan en edades tempranas. Para el Ejecutivo de Artur Mas, éste fue un nuevo indicativo de las bondades de aplicar el modelo de inmersión lingüística en las aulas ante la reciente aprobación de la ley Wert y toda la polvareda levantada alrededor de Cataluña.
En cambio, Convivencia Cívica Catalana, asociación que lidera la lucha por el bilingüismo en los colegios, denuncia que los exámenes en catalán son muchos más difíciles que los de castellano. Un motivo que, a su juicio, justifica la debacle de estos resultados y sirve al Gobierno de Artur Mas de aval para insistir con la inmersión.
En concreto, la nota media de los alumnos de primaria en catalán fue de 71,1 puntos, mientras que en castellano se alcanzaron los 73 y en matemáticas los 76. En la franja baja también gana el español: un 15,2% de estudiantes tiene un nivel muy bajo en catalán, por un 14% en castellano.
«Las pruebas de castellano se diseñan expresamente para ser fáciles para los alumnos con el objetivo de que las puntuaciones salgan artificialmente elevadas y poder afirmar de forma engañosa que con las únicas dos horas a la semana de enseñanza de español de la inmersión se aprende suficientemente esta lengua», apunta la plataforma.
Para probar estas acusaciones, Convivencia Cívica Catalana se ha puesto manos a la obra y ha analizado los dos exámenes que más de 70.000 alumnos de primaria tuvieron que pasar en mayo. Ambos tienen la misma estructura, basada en un dictado inicial con un texto incompleto, donde hay que rellenar los huecos a partir de un listening que pueden escuchar hasta tres veces. En el caso del español, el extracto es de Las aventuras de Alicia en el país de las maravillas de Lewis Carrol, mientras que en catalán es de L’aventura del llac assassí de Gemma Lienas, una escritora local muy conocida.
El grueso del examen es de comprensión lectora: mediante dos textos de una página de extensión cada uno se realiza un total de 15 preguntas acerca de varias cuestiones léxicas, ortográficas, semánticas y de comprensión del relato. En castellano, el primero corresponde a un pasaje del libro El Príncipe de la Niebla de Carlos Ruiz Zafón, mientras que el segundo es un texto adaptado sobre los Doctores Sonrisa de la Fundación Theodora. En catalán destaca un episodio del libro Dídac, Berta i la màquina de lligar boira de Emili Teixidor, y un fragmento didáctico de lo que es el múixing, el deporte que consiste en deslizarse por la nieve con esquíes o trineo empujados por perros nórdicos.
Aquí es donde, según Convivencia Cívica Catalana, se producen las mayores desigualdades entre exámenes. En castellano se pide saber el significado de expresiones como «mirada de hielo», «no abrir la boca» o «fundición», mientras que en catalán las palabras entrañan un poco más de dificultad. Por ejemplo, se pregunta qué quiere decir «tirallongues» (serie larga de cosas) y «eixordadora» (un ruido muy intenso), dos vocablos no demasiado comunes para alumnos de 10 y 11 años. Además, en el texto de Zafón aparecen motes como «mugre» y «hollín», por los que no se pregunta aunque su nivel de dificultad sería equivalente al de las palabras en catalán. También destacan cuestiones sobre los característicos pronombres débiles catalanes, una de las grandes asignaturas pendientes de los estudiantes de lengua. En español, las preguntas sobre sintaxis brillan por su ausencia.
«Las pruebas de catalán se diseñan expresamente para ser difíciles con el objetivo de que las puntuaciones salgan artificialmente bajas y poder afirmar que es necesario profundizar en el aprendizaje del catalán porque los alumnos no lo aprenden suficientemente y seguir aplicando la inmersión», señala Convivencia Cívica Catalana. La plataforma también asegura que en los exámenes de castellano las preguntas sobre el texto son más claras y directas.
La propia consejera de Enseñanza, Irene Rigau, ya admitió en la presentación de los resultados académicos de 6º de Primaria que se había elevado la dificultad de las pruebas con el fin de «mejorar el sistema» para justificar así las malas calificaciones obtenidas en catalán.
Las preguntas, al detalle
> Léxico. En castellano se pide saber el significado de expresiones como «mirada de hielo», «no abrir la boca» o «individualizada». En cambio, en catalán se pregunta por motes como «’eixordadora’» (serie larga de cosas) o «’tirallongues’» (que hace mucho ruido), que pueden resultar impropios para niños de 10 y 11 años.
> Sintaxis. Uno de los caballos de batalla, por su complexidad sintáctica y ortográfica, son los característicos pronombres débiles en catalán. En ambos textos aparecen preguntas sobre pronombres débiles mientras que en castellano casi todas son de comprensión lectora.
> Expresión escrita. Ambos exámenes, tanto el de catalán como el de castellano, terminan con una redacción sobre un tema concreto. En el primer caso, los alumnos deben elaborar un relato sobre su deporte favorito y explicar sus normas básicas, el equipamiento necesario y los lugares donde practicarlo. En español hay que describir un personaje de ficción con un don especial.
> Prueba oral. Un ‘listening’ con palabras a completar de un texto que los alumnos pueden escuchar tres veces en ambas lenguas.
EL MUNDO 22/06/13