Carmen Rigalt-El Español
- Tamara Falcó, Ada Colau, Pedro Piqueras y Arnaldo Otegi; la autora comenta lo más destacado de la semana a través de sus protagonistas.
Tamara Falcó
La hija de Isabel Preysler y el fallecido marqués de Griñón está en vísperas de casarse con el conocido playboy Íñigo Onieva. La última vez que escribí de Tamara Falcó acababa de romper con el novio por una estúpida cuestión de cuernos. A Íñigo lo habían pillado doce con otra en una discoteca y Tamara echó a correr como si hubieran dado las 12 en el cuento de Cenicienta. Por suerte, hicieron las paces y ahora se encuentran muy atareados organizando la boda, que se celebrará el día 8 de julio, si el tiempo y la autoridad no lo impiden, como en los toros. Pero el evento está cada vez más en el aire por las divergencias de la novia con sus modistas, unas creadoras bilbaínas encargadas de dar forma a sus trajes (lo digo en plural porque las chicas de ahora se casan con dos o más trajes).
Tamara y su equipo habían señalado a la firma Sophie et voilà como sus creadoras preferidas, pero a estas horas el contrato que las unía se ha roto, y puede que también haya hecho aguas la organización del menú, atribuido a Eneko Hancha, uno de los mejores chefs de España. Dado que las modistas y el chef pertenecen a la misma familia, es de suponer que todo el montaje se irá al traste.
Tamara merecía un pack único como el que había soñado inicialmente. Un vestido joven y original, a la par que un menú insólito.
A Tamara no le pega nada un bodorrio rimbombante y empalagoso, con un vestido sembrado de diamantes como si fuera la heredera del imperio de Kazajistán. Ella es marquesa y no necesita tanto bombo. Ahora, Tamara ha arramblado con el protagonismo nacional, pasando por delante de Sánchez, Ayuso, Feijóo, Yolanda y toda la patulea metida en una mala carrera de sacos hacia las urnas. La boda de Tamara nos permitirá olvidarlos a todos para recordar de aquí a la eternidad que no somos nadie.
Ada Colau
Muchos no lo saben, pero la alcaldesa de Barcelona fue «okupa» en su día. Junto con otros colegas ocupó un viejo cuartel de la Guardia Civil antes de convertirse en la primera alcaldesa de la historia de la ciudad. Sin embargo, la hazaña de Colau destacó durante mucho tiempo por su constante lucha con los desahucios. Se pasaba el tiempo yendo y viniendo, organizando movimientos vecinales y ayudándoles a hacer la vida más fácil. En los barrios, la lucha era incesante, y la solidaridad, creciente. Unos y otros se ayudaban entre sí. Y cuando la policía hacía acto de presencia para poner firme al vecindario todos iban a una, como en Fuenteovejuna. Allá donde fuera, ella hablaba de los desahucios. Era una jabata. De la política saltaba al teatro, y del teatro a la nova cançó, la tele, el arte, la literatura y las tertulias políticas. Lo alcanzaba todo, pero no olvidaba los desahucios ni por casualidad.
La última acción del movimiento «okupa» se ha producido en el Paseo de la Bonanova, cerca del colegio Lasalle. Allí se arremolina la gente, como si de un momento a otro fuera a pasar una cabalgata. Uno de los edificios ocupados ha sido rebautizado como «el Kubo» (antes «cubo») por su forma arquitectónica, que ahora lleva y además tiene terraza pintada con una gigante A (de anarquista), para que la distingan bien los helicópteros de la policía. Por esta zona vivieron en su tiempo los Mercader (Pablo y Caridad) que tenían casa en Sant Gervasi de Cassolas y luego se mudaron al «Carrer Ample» antes de pasar a la historia. Desde que se casó, Caridad empezó a relacionarse con los anarquistas, que debían de ser como los de ahora, aunque los de ahora votan a la derecha y los de antes a lo mejor ni votaban.
El Passeig de la Bonanova se juntaba con el final de la calle Balmes, donde ahora se arremolina la gente para ver qué pasa en la plaza y en el resto de las calles.
De los okupas de ayer a los desokupas de hoy, nombre con el que Dani Esteve ha bautizado a su empresa y hoy se gana la vida desalojando a los intrusos de Barcelona. No le está yendo mal. No hace mucho se trasladó a Madrid y obtiene sus ganancias por partida doble.
Pedro Piqueras
Llamado Pedro María Piqueras en Wikipedia (Albacete 1955), es uno de los más afamados profesionales del periodismo. Un loco del oficio, como casi todos los que lo ejercemos. Saltó de la empresa pública Radiotelevisión Española a la privada. Primero en Antena 3 y luego, hasta ahora, en Telecinco, había venido privada que venía de Italia apadrinada por el sabio Berlusconi. Durante mucho tiempo fue el rostro que anticipaba el paso por Sálvame de caras tan conocidas como Raquel Mosquera, Lydia Lozano o Belén Esteban, lo que originaba situaciones surrealistas que en más de una ocasión le sacaron los colores a Pedro.
Todo hay que decirlo: la excelencia profesional del periodista y su bonhomía como persona son sus mejores virtudes. Ningún político, por prepotente que fuera, le negó nunca (o casi nunca) una entrevista. Lógico. Siempre era amable, cordial y de palabra cercana. Una de las ocasiones que nos inspiró más ternura fue en La Palma, cuando acudió en compañía de Jesús Calleja a conocer el volcán. Aquel día Piqueras vivió uno días más apasionantes de su vida. Hasta se le chamuscaron los zapatos.
Días atrás, algunos diarios comentaron la próxima jubilación de Piqueras, aunque muy pocos la creyeron, incluido el propio Piqueras, que seguramente no desea creerla.
Llamé al periodista intentando sonsacarle y me contó una verdad a medias. Luego hizo un quiebro verbal y con elegante sentido del humor dijo. No me llama la jubilación, pero si hay que ir, se va.
Arnaldo Otegi
Entre la hornada de personajes de la izquierda abertzale reunida bajo el paraguas de la coalición llamada Bildu, más de uno ha sido considerado el diablo. Cierto es que todos tienen su tiempo y su afán político, pero lo que les marcó realmente fue su proximidad a ETA. Y cuando se han apuntado a las listas electorales del 28 de mayo, sus competidores han tirado de historial. De ahí la renuncia de los siete con delitos de sangre en sus amortizadas cuentas con la Justicia. Se supone que por decisión del jefe, Arnaldo Otegi, que tiene un pasado agridulce gracias a su cooperación en el cese de la lucha armada. La parte agria de sus distintas edades la pone su participación en acciones terroristas. La más sonada es seguramente la del secuestro de Luis Abaitua, directivo de la empresa Michelin, al que metieron en un zulo no más grande que el de Ortega Lara.
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Había salido de casa a los 19 años. Huyó a Francia. Entonces le llamaban el gordo, seguramente porque lo merecía. Con el tiempo, después de pasar por la cárcel, se fue convirtiendo en la cara visible de la renuncia a la violencia y el paso a las vías democráticas de quienes, aunque nunca lleguen a reconocerlo, más hicieron por cargarse la democracia recién nacida en los años ochenta. Y hoy día Arnaldo Otegi se ha convertido en una coartada del líder del PP, Núñez Feijóo, para echar a Sánchez de la Moncloa. De hecho, está marcando el paso de la campaña electoral por cuenta de los cuarenta y cuatro exetarras incluidos en las listas de las elecciones territoriales del 28 de mayo.