ARCADI ESPADA, EL MUNDO – 28/02/15
Querido J: El ex Zapatero está en Cuba, entreteniéndose con dictadores al margen del Gobierno de España. Hace poco incurrió más o menos en lo mismo al verse con nanocomunistas y al margen de su partido. No solo por él, pero contando con su actualidad, he decidido poner en orden algo que llevo desde hace tiempo en la cabeza. Una suerte de prontuario para los ex. Para que sepan ser y estar, y tú vas a ser el primero en leerlo.
1. Lo mejor ya pasó. Es cierto que mientras vivas cada día te recordarán que el sol acaba de salir, que cada día tiene su afán, y levíticas de esa naturaleza. Pero tú sabes que estos consuelos solo rigen para los otros, los que nunca llegaron. Renuncia a vivir conectado a un pulmón artificial. Todo te ha ocurrido, salvo la decadencia. Sácale partido.
2. No opinarás sobre el presente. Ya sabemos que de un modo u otro invocarás los buenos viejos tiempos, una de las pulsiones más ridículas de la gente corriente. Imagínate cómo serán esos tiempos para ti, que los diseñaste. Solo en la más profunda intimidad de tu lecho, con la esposa, te atreverás a hablar de tus sucesores y de tu tiempo. Pero aun con el remordimiento y la vergüenza del que deja escapar un gas.
3. Cuando aparezcas en público solo te tratarás con los de tu clase. Es decir con los que fueron. Si alguna vez te llama el Príncipe para pedirte consejo respóndele, con cariño pero con firmeza, que solo sabes dar consejos al pasado.
4. Es probable que te llamen para hablar en los lugares más variados. Acéptalos si te pagan bien. Pero solo aceptarás hablar de un tema, del único que entiendes y es lo que fuiste y cómo lo fuiste. En esos coloquios evitarás como la peste el lenguaje oracular, las frases de doble sentido, el guiño vulgar, y cualquier trampa artificiosa que permita a los periodistas hacerte viajar del pasado al presente.
5. Escribirás tu autobiografía política. Detalladamente. En varios volúmenes, si es necesario. Si no sabes escribir, como es lo más probable, contratarás la ayuda de los mejores escritores de tu tiempo. Te ruego encarecidamente que lo hagas así. Si cuentas mal lo que hiciste entenderán que lo hiciste mal.
6. En la escritura de tu autobiografía, que ha de ocupar la mayor parte de tu tiempo, elude la simpleza tropical de que la vida no es lo que fue sino lo que recuerdas, y zarandajas similares. El principal reto de una escritura de este género es el de evitar todas las falacias retrospectivas. Te abstendrás, incluso, de utilizar la palabra memorias. El reto literario y moral es pulverizar el recuerdo. Trasladarte al lugar de los hechos, verte allí y desde allí escribir. Nunca fue más la escritura una mudanza.
7. No importa que el relato sobre tu vida en el poder ajuste cuentas a los hombres y practique con ellos la venganza. Pero jamás ajustes cuentas con el presente. Entre otras cosas por la sentencia que habrás leído mil veces y es la necesidad de no confundir los apocalipsis personales con los colectivos.
8. Te dedicarás sin timideces al tráfico de influencias en la medida que lo permitan las leyes, la Former Presidents Act que te corresponda. De resultas de su agenda, un ex puede ser un hub de la mejor categoría, y ese es un destino de los más honorables. Sería magnífico que pudieras ganarte ampliamente la vida con esas prácticas y liberar así al Estado de las cargas de tu mantenimiento.
9. Al día siguiente debes abandonar también toda forma de militancia en el partido político que te llevó al poder. Ni presidencias de honor, ni fundaciones asociadas. Comprendo que te resulte duro y difícil de entender. Pero piénsalo en estos términos: tú fuiste un deportista de élite. Todo lo ganaste. Y si me dijeras: «¿Le prohibirías el agua al nadador que batió récords?». Yo te contestaría: «No te prohíbo nadar, sino vencer». Yo de la política solo te prohíbo el poder.
10. Entre tus lecturas más inmediatas deberá estar Former Leaders in Modern Democracies, editado por Kevin Theakston y Jouke de Vries. Te pongo dos citas de la introducción: «Alexander Hamilton, en un artículo de 1788 en El Federalista, conjuró una memorable imagen de los expresidentes: ‘Deambulando entre el pueblo como fantasmas descontentos, suspirando por un lugar que estarían condenados a no recuperar jamás’. (…) El presidente Taft recomendaba, en Estados Unidos en 1912, una letal ‘dosis de cloroformo o (…) los frutos del árbol del loto’ para proteger al país de los peligros de un retorno y aliviar a un expresidente ‘de la carga de pensar cómo va a mantenerse a sí mismo y a su familia, fijar su lugar en la historia, y permitir al país pasar a hombres nuevos y a nuevas decisiones’. Otro expresidente, Grover Cleveland, pensaba que la sugerencia ‘de fusilarlos’ era digna de atención».
11. Entre las peores tentaciones, que vencerás, la de coger a un joven, observarle atentamente, y alargarle un turbio día la mano diciéndole: «Hola, soy Cyrano de Bergerac».
12. El ex es uno de los tantos lujos ¡occidentales! de la democracia. Hasta hace relativamente poco tiempo el poderoso no abandonaba su palacio a pie. Como me hizo notar el joven filósofo Caballero, después del poder solo esperaban la muerte o la venganza. Hasta el propio Papa ya se permite hacer antesala ociosa y melancólica antes de ser recibido por dios. Haz honor siempre a esta deferencia de tu tiempo.
13. Algo te distingue del resto, y aprécialo: serás de los pocos hombres que morirás dos veces.
14. Y por último, no olvides que juraste guardar silencio sobre el más profundo secreto de Estado que atesoras, y que yo sé sin saberlo: llegar a Príncipe cuesta infinitamente más que serlo.
ARCADI ESPADA, EL MUNDO – 28/02/15