Ignacio Marco-Gardoqui-El Correo
La situación del automóvil es preocupante. En el primer semestre se ha registrado una caída de las ventas del 47% en el País Vasco y del 51% en el conjunto de España. ¿Quién es capaz de gestionar una empresa ante semejante situación, sin adoptar medidas drásticas? No lo piense, nadie es capaz. Ante ella, el Gobierno vasco adoptó un Plan Renove que concedía ayudas de 2.000, o más, euros a las compras. Una decisión que contrasta fuertemente con la lentitud del Gobierno central, que todavía le da vueltas al problema sin decidirse a afrontarlo.
Es muy fácil demostrar la necesidad de la idea y también las beneficios que aporta su rápida adopción. En el mes de junio, las ventas perdieron el 6% aquí y el 37% allí. Como le digo, estas cifras demuestran su necesidad y la comparativa resalta las ventajas de la celeridad. Lo cual viene a demostrar que las autonomías son útiles cuando actúan con mayor rapidez y desde más cerca del problema. Pero la comparativa deja claro también que tenemos un grave desbarajuste competencial. Aún más, todavía no sabemos si las medidas de ambas administraciones serán excluyentes o compatibles entre sí, un dilema que la ministra del ramo ha contribuido a emponzoñar con sus declaraciones. ¿Qué hacen dos administraciones -más el resto de las autonomías, claro- ocupadas en el mismo asunto? ¿Tan difícil es aplicar ese principio básico de las organizaciones complejas que dice aquello de «una competencia, un competente»?
Mucha gente se asombra de que, después de haber sido uno de los países en donde ha golpeado más duro la pandemia y por eso ocupamos puestos de cabeza en la horrible clasificación que refleja los muertos habidos por millón de habitantes, seamos ahora uno de los que peor y más tarde vamos a salir de la crisis económica causada por el maldito bicho. Aquí tiene una parte de la explicación, si une el sector del automóvil con los del turismo y sus anexos: los viajes, la restauración, los hoteles, el ocio, etc., tendrán un porcentaje tremendo de nuestra economía, solo un poco por debajo del 25%. Una suma que no se alcanza prácticamente en ningún otro país. Con el agravante de que el automóvil irradia riqueza alrededor de su poderosa y tupida red de la industria auxiliar, invierte mucho en I+D y da empleo a cientos de miles de personas.
Junte la estructura del sector y la coyuntura que atraviesa y comprenderá bien la terrible frase pronunciada ayer por el diputado general de Álava: «El territorio está en una situación económica de extrema gravedad». Y tanto.