Fábulas del CIS

ABC 05/02/15
LUIS VENTOSO

· ¿Un 55,9% de voto de izquierda y solo un 27,3% conservador?

EL problema del PSOE lo tiene diagnosticado hasta mi tía Matilde, más afecta a la brisca que a la politología. Solo lo ignoran los

aparachiks zapateristas incrustados en la cúpula de Ferraz. El PSOE se ha sometido a un suicidio programado:

Promoción como líderes de canteranos del aparato que jamás han ganado unas elecciones cómo cabeza de cartel (y ahí caben el profesor Sánchez; Susana Díaz, ungida por un Griñán que se iba por corrupto; y por supuesto la pertinaz señora Chacón, que no acaba de asumir que nadie la quiere, la recuerda o la necesita, salvo ella misma).

— Renuncia a la defensa de España y su Constitución democrática y pasteleo con los separatistas. Si algo enoja al español de a pie es la murga faltona de los independentistas. Pero el PSOE, y no digamos su sucursal catalana, les guiñan el ojo con entreguismo.

—Condena de la experiencia. Con todo lo que se le ha avinagrado el carácter, pese a su pulsión otoñal por el dinero y la lamentable corrupción de su último Gobierno, si mañana el PSOE olvida a los chisgarabís que lo dirigen y presenta al viejo González volvería a ganar. Pese a todos los problemas del personaje.

— Pensamiento light y cero en economía. La socialdemocracia está en crisis intelectual en toda Europa, buscando discurso. Pero su sucursal española ni se entera. Creen que la política consiste en solemnizar clichés huecos («un tiempo nuevo», «necesitamos un giro a la izquierda»).

— Pérdida de la centralidad. Jugar a ser una Izquierda Unida menos burda nunca les dio votos.

Como el PSOE ha abandonado el centro y es uno más en el escaparate de la izquierda, parte de los votantes más jóvenes y radicalizados, o los que quieran epatar, se pasarán a Podemos, que es fresco y le toca más la zanfoña al sistema. El PSOE, el partido que más tiempo ha gobernado España, no resulta creíble como opción radical.

Al escorarse el PSOE a la izquierda, donde ahora mismo hay overbooking (Podemos, IU, Rosa Díez), el PP se ha quedado con el monopolio del centroderecha (Vox es residual y Albert Rivera, progresista). Y aquí llega el derrape del CIS. Según su encuesta, el PP solo obtendría el 27,3% de los votos, mientras que los partidos de izquierda, sin incluir siquiera a Ciudadanos, suman un 55,9%. Eso no pasa ni en la Venezuela de Maduro. En 1982, en pleno idilio con González y con el PCE recién estrenado, la izquierda sumó el 52,1% de los sufragios. En el 2004, el 47,4%. En 2008, con Zapatero en alza, el 48,6, y hace cuatro años, el 39,6%.

Pero ahora, según el CIS, España se ha despertado puño en alto. Rajoy, que no deja de ser un centrista moderado, va a perder al 17% de los que le votaron hace cuatro años (cuando el país crece de nuevo tras una grave recesión). El partido que agrupa a todo el centro-derecha solo obtiene una ventaja de 3,4 puntos sobre Podemos, que pelea a codazos con PSOE y lo que queda de IU.

Por todo ello, aventuramos a este CIS un grado de éxito equiparable al de los vaticinios de doña Avelina Fernández Medela, prestigiosa meiga gallega que pronosticaba a Pujol el más esplendoroso de los futuros.