EL MUNDO – 14/05/15
· «Ciudadanos disputa al PP votos y espacio político». Así lo advierte el secretario general de FAES, Javier Zarzalejos, siempre bajo la batuta de José María Aznar, incidiendo en lo que para los analistas es obvio.
Los populares son conscientes de esta realidad; así se lo recuerdan todas las encuestas. La formación de Albert Rivera ha dado el salto desde Cataluña a todo el país con la intención de acabar con el PP, como David contra Goliat. Tanto es así que el think tank de los conservadores aprecia ya que ambos partidos han tomado el rumbo de la «colisión».
La fuerza emergente hasta ahora ha tenido éxito como demuestran los sondeos; el último el del CIS que le vaticina una entrada estelar en todas las Comunidades y pronostica para ellos a nivel nacional un 14% del voto, lo que a día de hoy les situaría en cuarta posición y con perspectivas de ascenso.
Ante este panorama, quienes ocupan los puestos de mando en el partido y en el propio Gobierno, han desplegado una campaña para intentar frenar a la desesperada la sangría de votantes que padecen en beneficio de la joven fuerza. El objetivo es alertar a los electores de centro derecha que ahora se inclinan por la novedad de la marca naranja que, en ningún caso, se debe votar pensando que los de Rivera serán a la postre un apoyo moderno del original, es decir, del PP.
Tras los comicios llegará el momento de los pactos y se harán menos ascos a las siglas, pero hoy lo que toca es parar en la medida de lo posible el ascenso de una formación que, en opinión de Mariano Rajoy, se ha construido con la técnica del «aluvión» y se fundamenta sobre un programa repentino y plagado de «ocurrencias».
FAES abundó ayer en el análisis
El objetivo de C’s, apunta la fábrica de ideas de los conservadores, «no puede ser otro que el de acabar con ese PP que a partir de 1990 reúne a todo lo que está a la derecha de la izquierda y derrota a ésta en tres de las cinco elecciones generales habidas desde 1996, dos de ellas con mayorías absolutas».
«Eso no significa», puntualiza el secretario general de FAES, «que no pueda haber colaboración, ni un terreno de entendimiento en esta o aquella comunidad autónoma o en este o aquel ayuntamiento. Lo que sí quiere decir es que se trata de proyectos políticos diferentes», de manera que, concluye, tras el 24-M sus «opciones de poder» se plasmarán, «a menudo», en decisiones que perjudicarán al PP y que buscarán sustituirlo.
Este escenario también lo tienen claro en Génova y en Moncloa. Ayer, el Congreso de los Diputados fue un hervidero de comentarios y corrillos en los que fructificaba un mensaje: acotar el empuje de la formación de Rivera. Todos los discursos destilaban prevención.
Así, por ejemplo, uno de los ministros menos esperado en este debate, Cristóbal Montoro, no dudó en llegar a reprochar duramente al PSOE, con el que ayer debatía a cuenta del programa de estabilidad económica remitido a Bruselas, su propensión a «embarrar y enfangar» el terreno de juego que pisa el Gobierno sin apercibirse de que «con eso quienes se benefician son los partidos que no están sentados en la Cámara». A buen entendedor: Ciudadanos y Podemos.
A Montoro, según él mismo admite, los planteamientos de Rivera le llegan «al alma», especialmente aquel que restringe a los nacidos en democracia la posibilidad de catapultar al país hacia la recuperación y la regeneración. El titular de Hacienda no da crédito a la «genialidad» y en ello llega a coincidir punto por punto con el ex secretario general del PSOE, Alfredo Pérez Rubalcaba, que en su cuenta de Facebook se declaraba «estupefacto» ante la «soberana tontería» del líder de Ciudadanos. «Disculparle», decía, «es como perdonar los penaltis a los sub-21».
Pero no sólo la distinción generacional que ha hecho Rivera da artillería al PP. Hay más: la idea de intentar imponer las primarias tampoco es de recibo para los populares. El portavoz del PP en el Congreso, Rafael Hernando, afirmó que Ciudadanos «va de ocurrencia en ocurrencia» y aprovechó para pedirle que «cuando hable de los demás se aplique antes el cuento»; y lo decía no sólo por la idea de las primarias, sino también por la cruzada que pretende haber emprendido el nuevo partido contra la corrupción.
EL MUNDO – 14/05/15