El colaborador de EL CORREO, que tenía 64 años, estaba ingresado desde finales de marzo
Combativo, lúcido, bondadoso y aferrado a la verdad como única certeza, sin amilanarse nunca ante el terror, sus cómplices y sus heraldos. Así era José María Fernández Calleja, Calleja para el planeta del periodismo, oficio en el que tocó todos los palos con su pluma y con su voz y que ETA quiso acallar amenazando su vida durante varias décadas. Lo hizo siempre con el mismo arrojo, sensatez, claridad y resistencia.
Escritor, profesor, articulista con columna en este periódico y analista político fajado en mil batallas, Calleja perdía este martes la que llevaba varias semanas librando contra el coronavirus. Su muerte, a los 64 años, causó un profundo pesar en los ámbitos periodístico y político en los que se ganó el respeto de todos diciendo verdades como puños y sin bajar jamás la mirada ni acallar su libérrima voz ante nada y ante nadie.
Valiente y claro informador cuando otros no se atrevían a plantar cara contra ETA y su entorno, Calleja se empeñó en llamar las cosas por su nombre hasta el último momento. ‘Diario de la fiebre’ fue su última columna. En ella daba cuenta de sus rutinas «para vencer al bicho» de la soledad que a veces le atenazaba y de cómo cada día aplaudía a las ocho para dar ánimo a los sanitarios y a sí mismo. Su horizonte era retornar a la docencia en septiembre, un anhelo segado por la implacable Covid-19 tras pasar doce días en la UCI de un hospital madrileño.
Poner negro sobre blanco las siniestras estrategias y complicidades de ETA se convirtió en un empeño al que Calleja dedicó casi el grueso de su carrera y que le obligaría a vivir escoltado durante largos años. A alejarse del País Vasco que tanto amaba y rehacer su vida profesional en Madrid, donde alternó la televisión y la radio con el columnismo, el análisis en distintos medios.
Vasco nacido en León el 16 de mayo de 1955 y criado en Valladolid, Calleja era licenciado en Historia, doctor en Ciencias de la Información y profesor de Periodismo en la Universidad Carlos III de Madrid. Abanderado de la libertad desde joven, su lucha contra la dictadura lo convirtió en preso político del franquismo en los primeros 70. Comenzó su andadura profesional a principios de los 80 en la delegación de la Agencia EFE en el País Vasco, desde donde saltó a la televisión pública, Euskal Telebista, donde presentó el informativo principal en una de las etapas más sangrientas de la historia de ETA y se convirtió en diana para la banda. Calleja explicaba cómo entonces al llamar «asesinos» a los etarras por primera vez desde el medio público «los técnicos temblaban» y el presentador temía que le cortaran la emisión.
En su tránsito de la información diaria a la opinión, pasó a ser uno de los más acreditados tertulianos en los años de oro de este formato televisivo. Fiel a sí mismo, directo y combativo, brilló en todas las cadenas que reclamaban su presencia y al margen de su línea editorial. Fue una asidua presencia en programas como ‘La respuesta’ y ‘Ruedo ibérico’, ambos en Antena 3. Hábil moderador en el debate político y apegado a la actualidad, entre 1999 y 2010 dirigió y presentó ‘El debate de CNN+’ y en 2011 colaboró en el magacín ‘Las Mañanas de Cuatro’. En TVE participó en ’59 segundos’, en La Sexta en ‘Al rojo vivo’ y en Telecinco en ‘El gran debate’, donde colaboró entre 2012 y 2013.
Capaz de desenvolverse con soltura y en todos los medios, en la radio dejó su impronta en ‘La brújula’ de Onda Cero, ‘Herrera en la Onda’ y ‘Julia en la Onda’, y en 2015 se convirtió en contertulio del programa ‘Hoy por hoy’ de la SER.
Autor de una docena de libros, Fernando Aramburu, creador de ‘Patria’, explicaba en su adiós a Calleja que su libro ‘Contra la barbarie. Un alegato en favor de las víctimas de ETA’ le sirvió de «estímulo creativo» y le proporcionó «datos e ideas» cuando escribió ‘Los peces de la amargura’.
Aferrado a la verdad como única certeza, pasó de la información a la opinión en una carrera en la que brilló en todos los medios géneros
El ensayo ‘Arriba, Euskadi, la vida diaria en el País Vasco’, su retrato de la realidad de la sociedad vasca sumida, según Calleja, en «una radical esquizofrenia» le procuró en 2001 el Premio Espasa. ‘Lo bueno de España’, una reflexión sobre los hechos históricos, las iniciativas y los personajes que nos permiten sentir «un orgullo razonable de nuestro país» fue su último título, publicado en febrero pasado. Para Calleja, este libro era «un elogio de la democracia española», al que quiso borrar «los aspectos de los que los españoles podemos sentirnos razonablemente orgullosos en nuestra historia más reciente».
Más allá de la política, Calleja ha sido también un avistado analista de asuntos sociales y periodísticos que trató en ‘La violencia como noticia’ (2013), en torno al compromiso ético de los periodistas con la ciudadanía y la necesidad de elegir bien las imágenes y las palabras, o ‘Cómo informar sobre violencia machista’, su aproximación a lacra de la violencia de género.