EL MUNDO, 29/4/12
El PP hereda una situación que habían contribuido a generar
Rajoy tiene que administrarla, por eso dice que no ha cambiado nada
El presidente Rajoy afirmó el jueves que la política antiterrorista y penitenciaria del Gobierno no ha cambiado y es verdad. Lo que ocurre es que le habíamos entendido mal. Es decir, la mayor parte de la sociedad se fijó en lo que decían los ‘populares’ en la oposición y no en lo que hacían.
Por eso, después de leer en su programa electoral que iban a tener una actitud proactiva en la ilegalización de las formaciones proetarras o después de que afirmaran vehementemente que los acercamientos eran un insulto para las víctimas, algunas de las decisiones que han adoptado en el gobierno han causado cierta sorpresa. Nada de eso hubiera ocurrido si se hubieran manejado los datos con cierta precisión.
En 2008, tras el fallido proceso de negociación con ETA, el Gobierno y el PP firmaron un acuerdo contra el terrorismo de cinco puntos. Fue un pacto absolutamente blanco, aparentemente sin enjundia, en el que se decía básicamente que había que luchar contra ETA y respetar a las víctimas, y, sobre todo, que la iniciativa en la política antiterrorista la tenía el Ejecutivo.
A partir de ese momento, el Gobierno socialista diseñó una estrategia por la que miraba hacia otro lado mientras la izquierda abertzale se musculaba, y detenía etarras, con la convicción de que los dirigentes de Batasuna estaban tan interesados en no desaparecer por culpa de ETA, que iban a procurar que la banda se comprometiese a dejar de atentar.
El Gobierno socialista puso en marcha la ‘vía Nanclares’ y facilitó la salida de presos como ‘Txelis’, ex ‘número tres’ de ETA, utilizando el artículo 100.2 del reglamento penitenciario.
Entonces, el Tribunal Constitucional legalizó Bildu con los parabienes del Gobierno. En ninguno de los casos, el PP puso el grito en el cielo de forma seria. Sus dirigentes reconocieron en privado que estaban informados de todo y no quisieron asumir la posibilidad de que una crítica pudiera ser expuesta por el Gobierno como un modo de poner palos en las ruedas a un final de ETA que la debilidad operativa de la banda hacía inminente.
Y si había alguna duda sobre lo que estaba en marcha, sobre aquellas gestiones que se habían realizado en secreto y sobre las que el Gobierno había ordenado a las Fuerzas de Seguridad que no investigasen (porque se encontraban, por ejemplo, los encuentros entre los dirigentes de Batasuna y del PSE en los últimos tiempos), el presidente Zapatero tuvo buen cuidado en explicárselo al ministro del Interior el día que le visitó en el palacete de Castellana número 5.
De modo que los ‘populares’ heredaron una situación que habían contribuido a generar y que ahora tienen que administrar; tanto desde el punto de vista político comopenitenciario.
Por eso el Gobierno de Rajoy puede decir que no ha cambiado la política penitenciaria (pactada además con el Gobierno vasco), porque, pese a las críticas públicas, en la oposición avaló, entre otras decisiones de su antecesor socialista, la ‘vía Nanclares’. Aunque tampoco en este punto los ‘populares’ son totalmente precisos porque, con los socialistas, para acceder a esta cárcel había que pedir perdón a las víctimas. Aunque fuese un perdón de trámite.
EL MUNDO, 29/4/12