EL MUNDO 22/07/13
SANTIAGO GONZÁLEZ
La presidenta del PP vasco ha anunciado su intención de pedir explicaciones a sus predecesores sobre las últimas acusaciones de Luis Bárcenas, según las cuales hubo artificios contables en el partido relacionados con la compra de la sede bilbaína, en una operación que implica un blanqueo de dinero que los populares vascos habrían transferido a Madrid para afrontar pagos de la hipoteca. Arantza Quiroga ha anunciado su intención de pedir explicaciones a sus predecesores para velar por la honestidad de los representantes de su partido en el País Vasco.
La derecha siempre ha sido un poco así, desconfiada con respecto a los propios compañeros hasta la crisis de identidad, como le pasaba a Pío Cabanillas, en aquella legendaria afirmación que acuñó para los diccionarios de citas: «Yo ya no sé si soy de los nuestros».
«Nunca pertenecería a un club capaz de aceptarme como socio», dijo Groucho Marx, acuñando una consigna que han aceptado como divisa los populares vascos. En su pugna con la izquierda han interiorizado que su lugar en la parábola del fariseo y el publicano es el de este último, pedir perdón por sus pecados, mientras el fariseo, que era de izquierdas, oraba de pie, en la nave central del templo, yo te doy gracias, Señor, por haberme hecho progresista, estar en el lado soleado de la calle y de la historia, no como ese miserable, facha que hace muy bien en avergonzarse de su condición y esconderse en el rincón.
En la práctica, las declaraciones de la presidenta, aun contradictorias con la proclamación de la inocencia del partido proclamada por el secretario general, suponen una aceptación de la acusación de L.B.. No sería yo capaz de sostener que el ex tesorero miente, pero parece exagerado que la dirección del partido no reclame pruebas adicionales de las palabras de Bárcenas, que el tesorero con cuentas de decenas de millones de euros tenga más presunción de veracidad que sus antecesores que presidieron tantos funerales que ella misma cita a favor de sus posiciones. No está bien que los populares vascos quieran quitarle a Pedro J. la sábana de los domingos para hablar del caso Bárcenas. Hay algo de sobreactuación en ello.
La presidenta debería considerar que ella es la máxima dirigente del partido y que tiene acceso a las cuentas del PP vasco, que le basta pedirlas y examinarlas en compañía de gentes expertas en contabilidad, pero que tal vez, sin demérito para la presunción de inocencia que protege a Bárcenas, debería anteponer la que cubre a Carlos Iturgaiz y a María San Gil, sobre los que no pesa ninguna imputación judicial.
Hace unos años, tras la crisis provocada por la dimisión de María San Gil, pregunté a un dirigente de los populares vascos que por qué no aceptaban la oferta de Loyola de Palacio para postularse a la presidencia del partido. «No puede ser», me replicó. «Loyola es una facha». No diré más, game over.