Pedro J. Ramírez -El Español
Estamos entrando en el salón principal del Hotel Finisterre de A Coruña, cuando Feijóo se topa con un grupo de media docena de invitados en el que el exalcalde Paco Vázquez lleva la voz cantante.

-Ya sé que has estado con mi hijo y te ha dicho que tienes que ganar.

-A eso es a lo que voy a Madrid.

-Te mandamos al exilio… Ja, ja, ja, tercia otro de los presentes.

-El hijo de Paco es uno de los mejores otorrinos que tenemos, me explica Feijóo.

-Ah, ¿pero has ido a su consulta?

-No, no… me lo he encontrado por la calle y me ha dicho eso.

-El problema es que los socialistas del Viejo Testamento ya no tenemos a quién votar, se lamenta Vázquez.

-Os queda Yolanda…

-Esa sí que no se sabe dónde está…

-En el ala derecha del PSOE…

-A lo mejor es que Sánchez prepara un pacto por la derecha y la socialdemócrata es ella…

-Sí, pues el otro día un conselleiro recordaba sus terribles amenazas en el Parlamento gallego

-Es que ha pasado de perroflauta a ‘El diablo viste de Prada’.

Nuestras voces se confunden, de ironía en ironía. Feijóo se limita a sonreír con su característica cara de palo. Pero, entonces, un hombre alto de cráneo limpio, rubricado por sus canas y gafas de persona respetable, le hace la gran pregunta de la noche. La gran pregunta del momento.

-Tengo una duda, ¿vas a ser lo suficientemente poliédrico?

En lugar de contestarle, Feijóo me arrastra hacia el estrado mientras me da sus coordenadas.

-Es Ramón Reñón, el hombre que ha abierto más tiendas de Zara en el mundo. Se jubiló el año pasado. Llevaba el departamento inmobiliario de Inditex. Muy amigo de Amancio.

-Hace unos años se habló de qué eras tú el que iba a fichar por Inditex.

-Eso fue en el 2015 o por ahí. Fíjate lo feliz que viviría ahora…

-Pues, prepárate para lo que te espera…

-Oye, lo tengo asumido, pero fíjate cómo será la cosa que nadie más ha querido el puesto.

-Y hace cuatro años tampoco lo quisiste tu…

-Porque entonces sí había otros candidatos. Nadie me podía reprochar que no me presentara. Ahora no había nadie más.

***

Estamos celebrando el tercer cumpleaños de Quincemil, el diario coruñés de EL ESPAÑOL, impulsado con espectacular éxito por Pablo Grandío. Hay más de 300 asistentes bajo la gran araña del imponente salón, incluidos cuatro exalcaldes de la ciudad. Dos socialistas, uno del PP y otro de En Marea/Podemos.

Cuando entra Feijóo el murmullo transversal sube tres tonos. Unos lo expresan más que otros, pero en conjunto se percibe una mezcla de expectación y orgullo ante el hecho de que un gallego vaya a competir de nuevo por la presidencia del Gobierno de España en democracia: como Fraga y Rajoy, como Casares Quiroga y Portela Valladares. Nadie incluye a Franco en ese cómputo.

La pregunta del millón es la del poliedro. ¿Será capaz Feijóo de sumar una mayoría social, necesariamente heterogénea, más amplia que la de Sánchez para ganarle en las urnas y de encontrar luego aliados también diversos para llegar a la Moncloa y gobernar?

La forma más sencilla de conseguir ambas cosas es «ser uno y muchos hombres a la vez», por utilizar la definición del dios Proteo en un poema de Borges. Curiosamente hace cuatro años vinculé esa imagen a Sánchez y hace dos a Feijóo, cuando la hipótesis de que alguna vez llegaran a enfrentarse parecía descartada.

¿Será capaz Feijóo de sumar una mayoría social y de encontrar luego aliados también diversos para llegar a la Moncloa?

Es verdad que ambos son ya valores contrastados en cuanto a su capacidad de captar apoyos variopintos, pero también es cierto que lo han hecho de manera distinta y en ámbitos y circunstancias diferentes.

Sánchez se ha comportado como un camaleón audaz, en medio de la vorágine de una política nacional marcada por las guerras civiles del PSOE, el auge y declive de Ciudadanos y Podemos, las repeticiones electorales, las investiduras fallidas, el ‘pacto del insomnio’, su constante incumplimiento, la política atlantista con ministros comunistas, los acuerdos con los separatistas mientras se espiaba a los separatistas, la gestión de la pandemia entre la morgue del Palacio de Hielo y el éxito de la vacunación masiva o la guerra de Ucrania en la que el primer día descartábamos enviar armas y el segundo ya las estábamos embarcando.

Al cabo de estos años muchos se preguntan quién es de verdad Pedro Sánchez. Probablemente nunca lo sepamos.

Pedro Sánchez se ha comportado como un camaleón audaz

Como él mismo dice, Feijóo ha jugado en cambio «desde el córner» de la política gallega, pero el dominio de su espacio ha sido total: cuatro campañas electorales, cuatro victorias por mayoría absoluta, acumulando los votos de todas las familias del PP, amén de muchos que en las generales o locales votaban a Vox, a Ciudadanos, al PSOE o incluso al Bloque y a las Mareas de Podemos.

¿Cúal es la flor de su secreto? Siempre le he percibido como un gestor con ideas y valores o si se quiere como un político pragmático obsesionado con la eficiencia y la cuenta de resultados que los gobernantes ofrecen a los gobernados. Por eso cuando en el acto del jueves me tocó hacer de telonero, terminé poniéndole el toro en suerte con el «españoles, a las cosas» de Ortega.

Feijóo recorre algunos meandros comparando el periodismo con su querido servicio de Correos, explicando lo importante que va a ser el nuevo hospital para A Coruña y apoyándose en el título de Cazar leones en Escocia —con Cruz Sánchez de Lara en primera fila— para advertir de que también en Galicia puede surgir el rey de la selva.

Pero enseguida recoge el guante para explicar que «a su edad» —acaba de alcanzar la plenitud de los 60— ya no va a cambiar. Que el Feijóo que llega a la calle Génova es el mismo que conocen todos los gallegos. Y a continuación desgrana su credo con la misma estructura que empleó en su día Esperanza Aguirre, pero otro contenido:

«No me resigno a leer noticias en las que no me siento identificado. No me resigno a que la ocurrencia valga más que la gestión. No me resigno a que las políticas vacías valgan más que las cosas del comer. No me resigno a que la pugna se centre en encontrar motivos para dividirnos y no razones para encontrarnos. Tampoco me resigno a que la política de repartir carnés, carnés de español, de gallego o de gente trabajadora, suplante a las soluciones reales para los españoles, para los gallegos y para la gente trabajadora».

***

Al escucharle transmitir una vez más serenidad y consistencia, ante un público plural que percibe el sentido del acontecimiento, me doy cuenta de que tal vez lo que atrae de Feijóo no es que le diga a cada uno lo que quiere escuchar sino que les diga a todos aquello que comparten. Que construya a partir del mínimo común múltiplo, en lugar de empecinarse en buscar como tantos otros el máximo común divisor. Que tenga esa capacidad de convertir el «yo» en un «nosotros», que él mismo suele invocar. Que no sea un hombre con muchas caras, sino un hombre con una sola cara aceptable para muchos.

Feijóo no es un líder carismático ni un personaje hipocorístico de esos a los que se trivializa con un diminutivo. No va a mover a las masas ni a contentar a los hooligans. Como acaba de demostrar esta semana, el guion lo escribe él. Las críticas por escabullirse de la ratonera de la foto junto a Vox en Valladolid, le entran por un oído y le salen por el otro.

Lo conveniente era lo que hizo, reunirse con la patronal y los sindicatos para modular con ellos su propuesta económica. El martes la noticia era que no había querido posar junto a Abascal. Le alabo el gusto. Pero esas no son «las cosas», sino la espuma de «las cosas».

Feijóo no es un líder carismático ni un personaje hipocorístico de esos a los que se trivializa con un diminutivo

Desde el viernes la noticia es que el nuevo equipo del PP —cómo se nota la mano de Juan Bravo— ha elaborado una propuesta compacta y viable de aplicación inmediata para bajar el IRPF a quienes ganen menos de 40.000€, primar con un «impuesto negativo» de 200 o 300€ a las rentas más bajas, reducir el IVA del gas y la electricidad, bajar el impuesto sobre carburantes, acelerar el reparto de los fondos europeos y reducir el gasto superfluo del Estado.

Y la noticia es que Feijóo se lo ha enviado a Sánchez como «un conjunto de propuestas que ponemos a disposición de la Nación» como parte de una «política de entendimiento» y como prueba de su propósito de «trabajar juntos». Nadie de su entorno ha llamado «mentiroso» ni «tramposo» al presidente del Gobierno, ni menos le bailará el agua a quienes cada mañana le llaman «criminal» y «asesino».

Feijóo es el adalid del «bilingüismo cordial» pero escribe «Nación» en singular y con mayúscula. La renovación del Poder Judicial llegará más pronto que tarde, pero antes Sánchez tendrá que remangarse y dialogar en serio sobre una propuesta económica que es sensata. Garamendi me dijo al día siguiente de verse con Feijóo que acababa de estar con un «presidente del Gobierno». En el gran salón del Hotel Finisterre también se percibía eso.