‘Ha sido un parto delicado, el niño ha salido peleón’ declaraba sonriente Alejandro Fernández nada más ser confirmado a regañadientes por Alberto Núñez Feijóo como primer candidato del PP a las elecciones autonómicas del 12 de mayo, en las que el PP espera pasar de los pobres tres escaños actuales de 2021 a los 13/15 que ahora le conceden las últimas encuestas.
Más de dos años ha tardado Feijóo en decidir el liderazgo catalán del PP tras la denuncia de A. Fernández contra el acercamiento a Junts en agosto de 2023, y en secreto, para explorar el posible apoyo a su investidura por parte Puigdemont. Al que el gallego, ante el asombro general de toda España, había calificado de político ‘respetable’, sin decir verdad ni entender algo tan sencillo como que ese pacto con Junts era inviable porque nunca lo habría aceptado Santiago Abascal desde Vox.
Pero Feijóo, que había tirado por la ventana los últimos días de la campaña electoral de las elecciones generales del 23-J, permitiendo la permanencia de Sánchez en el poder, andaba desarbolado por su ‘amarga victoria’ y con Isabel Ayuso (ahora más alejada) en sus ‘talones’.
Aunque el líder del PP ya había caído bajo el embrujo del ‘apaciguamiento’ que pregona desde hace años el poder económico catalán (Fainé, Brufau, Godó, Reynes, Sánchez Llibre y ahora Nin desde el Círculo de Empresarios) tras el que se esconde el discurso de la ‘concordia’ con el que Pedro Sánchez justifica la ley de amnistía, mientras reduce el golpe de Estado catalán de 2017 a ciertas cosas del pasado sin importancia, ‘pelillos a la mar’.
Cuando José María Aznar le entregó al corrupto Jordi Pujol, para ser él investido presidente, la cabeza de Alejo en una bandeja de plata del hotel Majestic de Barcelona
Feijóo había intentado, pero no pudo por miedo a una rebelión (liderada por Cayetana Álvarez de Toledo que es la única que está en su sitio en el PP) hacer con Alberto Fernández lo mismo que hizo José María Aznar en 1996 con Alejo Vidal Quadras (el que había logrado 17 diputados en Cataluña). Cuando el ex presidente del Gobierno y del PP le entregó al corrupto Jordi Pujol, para ser él investido presidente, la cabeza de Alejo en una bandeja de plata del hotel Majestic de Barcelona.
Pero ahora con ‘el niño peleón’ Fernández en la cabecera del cartel catalán del PP, Feijóo parece haber entrado por fin en razón. Y se dispone a abordar la serie electoral de la primavera que tendrá su primera ‘estación de penitencia’ en el País Vasco el 21 de abril, su prueba de fuego en Cataluña el 12 de mayo y su ‘domingo de resurrección’ en los comicios europeos del 9 de junio.
En los que van a influir los resultados de las elecciones vascas si EH Bildu le gana el pulso al PNV gracias al ‘blanqueo’ de Ortuzar y Sánchez a Otegui. Y sobre todo sí Puigdemont derrota a ERC en la cita electoral catalana y le exige a Sánchez la Generalitat como segunda parte del pago, tras la ley de amnistía, de la investidura y la estabilidad de la legislatura.
Sacrificando en ese caso Sánchez a Salvador Illa (como Aznar a Vidal Quadras. Y poniendo a prueba Puigdemont, con el discurso del renacer del ‘procés’, la furia y el odio que Oriol Junqueras y ERC sienten por el prófugo de Waterloo al que consideran un traidor y un cobarde por huir de Cataluña tras el golpe catalán de 2017 mientras ellos entraban en prisión.
Y todo esto, mientras Sánchez sigue haciendo de las suyas en Telefónica y en RTVE y cuando en Sumar, Yolanda Díaz, que acaba de fracasar en Galicia, no ha conseguido aunar a la extrema izquierda, porque Errejón se queda con Madrid, Colau con Cataluña, Mes con Baleares (y se pasa a los Bildu, ERC y BNG en los comicios europeos), IU sigue perdida en las puertas giratorias de Andalucía y los de Podemos, que ahora dirige Iglesias desde una taberna del barrio Lavapiés de Madrid y con el altavoz de TVE, esperan colocar a Irene Montero en la Cámara de los diputados de la UE.
La marcha de Litith Westrynge de uno de los 5 escaños que tenía Podemos en el Grupo Mixto del Congreso, que luego recuperó Sumar, le hizo perder a Iglesias una de las seis llaves con las que se podría amenazar la estabilidad de Sánchez en la presidencia del Gobierno y que compartían con Junts, ERC, EH Bildu, PNV y Sumar.
Ábalos, como bien lo sabrá su ex amigo Santos Cerdán, puede ser un peligro ‘mortal’ para Sánchez, al igual que podría serlo el comisionista Aldama que ya está procesado y tiene todas sus cuentas y sus propiedades embargadas
Pero ahora Podemos cuenta en el Grupo Mixto con un posible e inesperado aliado para sumar los cinco escaños que dan derecho a ‘llave’ como podría serlo José Luis Ábalos, expulsado del Grupo Socialista por el caso Koldo. Pero un Ábalos que, ahora, parece haber recuperado en el PSOE (y sobre todo en La Moncloa) peso e influencia política gracias al estallido del caso de Begoña Gómez. La esposa de Pedro Sánchez, de la que se dice que podría haber intercedido ante su marido en favor del recate de Air Europa, la compañía aérea del Grupo Globalia que financió proyectos empresariales de Begoña Gómez.
Ábalos puede ser ahora el hombre que sabía demasiado, como ex ministro de Transportes y jefe de Koldo y sus compinches comisionistas, como el tal Víctor Aldama, socio de Javier Hidalgo el hijo del presidente de Globalia, y todos ellos relacionados y en reuniones en Globalia con Begoña en los días del rescate de Air Europa por el Consejo de Ministros, en el que Sánchez no se inhibió de participar a pesar de la relación de Begoña con Globalia.
De manera que Ábalos, como bien lo sabrá su ex amigo Santos Cerdán, puede ser un peligro ‘mortal’ para Sánchez, al igual que podría serlo el comisionista Aldama que ya está procesado y tiene todas sus cuentas y sus propiedades embargadas. Y que, acorralado y desesperado como parece, podría tirar de la manta y ‘cantar’ ante el fiscal para evitar la cárcel y salvar parte de su fortuna nacida de las comisiones fraudulentas por venta de mascarillas a los ministerios de Transportes e Interior y a las CC.AA. de Canarias y Baleares, que presidían el ministro Torres y la actual presidenta del Congreso, Armengol.
O sea, cuidado con Ábalos, Koldo y Aldama y a no olvidar que a Al Capone lo cazaron porque su contable confesó que no pagaba los impuestos y no por los numerosos crímenes que el capó de Chicago perpetró.