Karina Sainz Borgo-Vozpópuli 

Entrevista

Escritor, filósofo y académico de la RAE, el barcelonés concede una entrevista a Vozpopuli para hablar de los temas de actualidad que determinan la agenda política española 

A Félix de Azúa (Barcelona, 1944) le suenan a viejo todos los progresismos, y desde hace mucho tiempo. Filósofo, poeta, ensayista y novelista, ingresó en 2017 en la Real Academia Española de la Lengua, y lo hizo dando voz a una letra que dábamos por muda, la H, correspondiente al sillón de la institución que hasta entonces había ocupado Martín de Riquer. En una sociedad donde el poeta ya no es la voz de tribu y la abolición de los sombreros se ha llevado consigo la “vieja costumbre occidental de pensar”, quién mejor que él para pasar revista a la realidad política y cultural española. 

Azúa no hace concesiones, jamás las ha hecho, mucho menos ahora. Tras ser parte fundamental de la Barcelona cultural de los años setenta y ochenta,  abandonó la ciudad en el año 2011, cuando la ola de secesionista rompía, indetenible, en el día a día de los ciudadanos. También apoyó y arropó el surgimiento del partido político Ciudadanos y formó parte de los fundadores de la Plataforma Libres e Iguales, a la que pertenecen el Premio Nobel Mario Vargas Llosa, Arcadi Espada o Cayetana Álvarez de Toledo.  

Escritor, doctor en filosofía y académico de la RAE, Azúa no hace concesiones, jamás las ha hecho, mucho menos ahora

Doctor en Filosofía y catedrático de Estética, Azúa ganó el Premio Herralde, en 1987, con  Diario de un hombre humillado. También ha publicado las novelas Las lecciones de Jena (1972), Las lecciones suspendidas (1978), Ultima lección(1981), Historia de un idiota contada por él mismo (1986), Cambio de bandera (1991), Demasiadas preguntas (1994) y Momentos decisivos (2000). En su bibliografía hay también poesía y teatro así como una amplia obra que le ha valido el Premio Nacional de Ensayo y de la que es obligatorio mencionar El aprendizaje de la decepción (1989), La invención de Caín (1999) y Esplendor y nada (2006).

Entre sus libros más recientes destaca Volver la mirada (Debate), una serie de ensayos sobre pintura y arquitectura en los que medita sobre la verdadera naturaleza del arte y no en el ruido, en esa inmensa carpa del ocio y el espectáculo en el que se han convertido hoy museos y obras de arte, pero también el escenario de las ideas y la práctica política, para la que tiene no pocas críticas. Sus palabras más ácidas las reserva para aquellos en quienes recae la responsabilidad de la cosa pública. «La burguesía española es de las peores en Europa. No ha tenido que luchar», asegura. También comparte sus opiniones sobre el lenguaje inclusivo y la situación de incertidumbre que domina el parlamento español. 

En los museos sólo vemos ocio y espectáculo, ha dicho. ¿Qué vemos en los parlamentos?

Pues puro espectáculo. El parlamento ha ido cambiando. En una institución que se inventa nada menos que en 1790, y aunque han pasado más de dos siglos, siguen hablando como un parlamento del siglo XVIII.

Pero hubo un ciclo virtuoso  del parlamentarismo, ¿qué pasó, se esfumó?

La Revolución termina con Napoleón, en 1804, en 1814 vuelve la monarquía  y continúa prácticamente hasta la revolución del 48.  Hay un momento entre mediados del siglo XIX y las guerras mundiales en el que los parlamentos, básicamente en Inglaterra y en Francia, cumplen una función admirable. Son sociedades burguesas muy cohesionadas, que respetan a sus élites y a la gente que sabe: a los técnicos, a los especialistas, a los universitarios, es un momento de gran prestigio de la universidad. Todo eso se va hundiendo a partir de la segunda guerra mundial hasta llegar a ahora, cuando nos quedan las puras ruinas de todo aquello.

«Se ha organizado una clase política de muy baja calidad, sin estudios, muy ignorante y bastante mercenaria»

En el caso español, ¿cuánto pesó la interrupción del franquismo en la práctica parlamentaria?

Nosotros empezamos a tener democracia el 82, con el primer gobierno de González, que es cuando comienza a democratizarse el país realmente. Hablamos de treinta años…

¿Si España está mejor ahora que entonces, por qué predomina esta sensación de desastre y hacetombe?

Son muchísimos elementos, pero creo que ha sido fundamentalmente por el fracaso de la clase política. Se ha organizado una clase política de muy baja calidad, sin estudios, muy ignorante y bastante mercenaria. El 80% no tiene ideas políticas propias, están a sueldo de un partido y no les importa absolutamente nada.

En su próximo libro Paul Preston plantea cómo a lo largo del siglo XX las élites sabotean el progreso en España…

Tiene razón. La burguesía española es de las peores en Europa. No ha tenido que luchar, lo ha tenido  todo regalado, todos los privilegios, y continúa aún en su parte más alta. Por eso, en cuanto surgía la más mínima posibilidad de perder ese privilegio, reaccionaban de una manera violenta. A una clase política incompetente le corresponde una élite financiera detestable.

«El milagro es que a pesar de todo, la justicia en España funciona, muy despacio y muy mal, pero funciona»

Esa elite financiera que señala ahora tiene que rendir cuentas ante la justicia por hechos punibles, todo sea dicho.

Efectivamente, está pasando. El milagro es que a pesar de todo, la justicia en España funciona, muy despacio y muy mal, pero funciona. A diferencia de todos países europeos, la justicia española está castigando y metiendo en la cárcel a responsables de muy alta categoría y eso es un rasgo distintivo de la democracia española. Yo diría que lo único que se mantiene de la democracia europea en España.

¿Cuál es la relación de las élites con la cultura?

El problema político es muy difícil de remediar porque hay una tendencia muy peligrosa en la sociedad española, en la que una parte considera que la cultura es un asunto de minorías. Eso es peligrosísimo y no responde a otra cosa que unos niveles de preparación bajísimos, de niveles muy pobres de lectura y estudios. Es muy peligroso  considerar que la cultura pertenece a las élites, que es lo mismo que ocurre a la pedagogía. La universidad y los institutos están absolutamente destrozados  y destruidos por la influencia de la política.

Determinada parte de la izquierda usa ideológicamente la cultura, todo sea dicho.

Tanto a los socialistas como los del PP, la cultura no le interesa para nada, sólo le interesan los negocios, pero a la izquierda verdadera, Podemos y los trescientos nombres de la izquierda verdadera, son los que consideran que la cultura es una cuestión de privilegiados y de ricos. Pero hay un elemento todavía más peligroso: la mayoría de los líderes de Podemos, Pablo Iglesias y los otros, salen de la universidad y salen de una universidad corrupta.

«Hay unos políticos que quieren que la gente hable como a ellos les gusta. Es una actitud de un señoritismo completamente rancio»

¿La RAE que dirige Santiago Muñoz Machado es más proclive a entrar en tema de lenguaje inclusivo que la de Santiago Villanueva?

Conozco muy bien al nuevo director, Santiago Muñoz Machado. Es una estupenda persona y  es extraordinariamente diplomático. Es uno de los abogados más fuertes de Madrid  y conoce muy bien a las élites políticas y financieras de las que hablábamos y ha resuelto en buena medida el problema económico que de la Academia. Pero sobre el lenguaje inclusivo, insisto: Santiago  va con mucho cuidado, sobre todo con ciertos políticos vengativos.

La Real Academia no puede aceptar el lenguaje inclusivo, no por ideología, sino porque la academia no tiene esa función. La Academia recoge el habla popular en el mejor sentido de la palabra popular, pero resulta que hay unos políticos que quieren que la gente hable como a ellos les gusta. Es una actitud de un señoritismo completamente rancio, como los señoritos de las novelas de Galdós que le dicen al servicio cómo tienen que llamarlo. Es un señoritismo disfrazado de democracia e incluso de pantocracia. Es totalitario.

¿Qué opina del manifiesto de los intelectuales de izquierda que pedían una coalición de izquierdas? ¿Y del apareció después manifestando su decepción por la no-investidura?

En el manifiesto de Almudena Grandes, que no recuerdo muy bien el nombre, estaba lo más antiguo del país. En cierto modo hay que darse cuenta de eso que Félix Ovejero ha llamado la izquierda reaccionaria y que no es otra cosa que la forma actual del viejo concepto del establishment. Toda esa gente es el establishment.

El ciclo de Podemos duró muy poco, ¿Vox caducará en aún menos tiempo?

Estoy convencido. De todos modos, este es un país muy sorprendente: tenemos la extrema derecha más de izquierdas de toda Europa. Es una gente que pide perdón, son educadísimos y que proponen cosas y a los dos minutos se echan para atrás. No son como italianos que están dispuestos a hundir barcos llenos de gente.

«Este es un país muy sorprendente: tenemos la extrema derecha más de izquierdas de toda Europa»

Más de uno se va a llevar las manos a la cabeza con eso. En el espacio público, Vox ha sido presentado como Salvini.

Es el Búnker socialdemócrata que controla la prensa, la radio y la televisión y que  ha lanzado toda la maquinaria de propaganda contra Vox porque ahí tienen un chico expiatorio. Pero es todo puro teatro.

¿Ciudadanos dejó solos a los catalanes que quieren pertenecer en España?   ¿El votante de C’s en Cataluña se siente abandonado?

Es una pregunta tan radicalmente actual, que no se puede responder. No tenemos ni idea de qué va a suceder en Septiembre, entonces es inútil plantearse posibilidades, porque no lo sabemos. Yo soy de los que está en contra de la estrategia de Ciudadanos actual, pero al mismo tiempo tengo suficiente modestia para pensar que Rivera tiene razón y en las próximas elecciones sube como la espuma. Pero sí da la impresión de que está traicionando los ideales primeros. 

«Yo soy de los que está en contra de la estrategia de Ciudadanos , pero quizá Rivera tiene razón y en las próximas elecciones sube»

¿Pedro Sánchez es frívolo o malvado?

Hay una idea de la sabiduría clásica dentro de la cual todos los malvados son idiotas. No se puede ser inteligente y malvado, por lo tanto a mi entender Pedro Sánchez no es malvado es simplemente tonto.

¿Estamos celebrando un fin de ciclo o abriendo otro?

Si me preguntas a mí,  sirve de poco. Por edad todo me importa un pimiento.  Lo único que me interesa es la literatura, el arte y el pensamiento, pero tengo una cría de siete años. Así que no tengo más remedio que sentirme implicado en el mundo contemporáneo. Cuando pienso en el mundo que va a heredar no siento miedo. Me da la impresión de no van a poder con estos críos que ahora tienen diez años, y que ya en la cuna tenían un Tablet.

«En España las generaciones jóvenes han sido educadas en la ignorancia y  el sectarismo. Tenemos un material de baja calidad»

Hace unas semanas, en Barcelona, Carlo Feltrinelli aludió que habíamos pasado de la era Gutenberg a la era Zuckerberg

Ese es el pesimismo de los viejos. Estos chavales tienen más armas que quienes desean explotarlos. Es posible que se hundan, pero a mí me parece que son listos y sabrán defenderse.

Si el relevo generacional político es precario, ¿cómo será en el mundo intelectual? ¿Siente usted que tiene generación de relevo?

No… Siendo sincero, pienso en los intelectuales de ahora que tienen de 40 años para abajo y a lo mejor me salen dos o tres. Me parece que en España, y es un problema que no tienen Alemana ni Francia, las generaciones jóvenes han sido educadas en la ignorancia y el sectarismo. Dentro de Europa, tenemos un material de peor calidad.