DAVID GISTAU-EL MUNDO
RESULTAN comprensibles la decepción y la rabia de las víctimas. Pero el recibimiento heroico y festivo, como a ganadores del Tour, que reciben en sus pueblos los asesinos en serie de ETA son útiles para desenmascarar impostores. Hace apenas unos días, los españoles recibíamos en el Parlamento lecciones de democracia, ecologismo, Orgullo y feminismo de las mismas siglas que representan esta inalterable endogamia del odio que legitimó los asesinatos y todavía sigue haciéndolo. Al menos, la dosis de daño que sí tenían derecho a causar, tal y como lo estableció Otegi sin aclarar qué muerto en concreto es el primero de más.
Repartidas las credenciales progresistas, el PSOE no tenía ningún reparo en considerar a Bildu un igual que apenas presentaba algunas «discrepancias» relativas al pasado y que en el Parlamento proclamaba ser un partido «de la vida» en contraposición con la tiniebla franquista aposentada en esos mismos escaños. Los españoles representados por el PP, por Cs y por Vox era de peor naturaleza moral y de hecho necesitaban ser reprogramados en la nueva Transición para alcanzar la condición democrática plena desde la cual Bildu los observaba ya con el mohín de desprecio que merecen los bárbaros, peor aún, los pistoleros. A nadie en el PSOE le pareció oportuno discutir esto. Al revés: ningún criterio de exclusión civil rozaba siquiera a Bildu, impactaban todos contra los subhumanos que viven primitivamente a la derecha de Sánchez.
Es verdad que, en nombre de la normalización y de la apetencia colectiva de olvidar la sangre –esa sangre– cuanto antes, se han cometido grandes ambigüedades. También en el PP. Cómo olvidar a Maroto presumiendo de las conversaciones con su peluquero batasuno con el que coincidía en la idea de la integración fulminante. A quien protestara por esto se le decía que no entendía nada porque era de Madrid, mesetario, y además un resentido. ¿Habrá cambiado Maroto de opinión ahora que de repente es de Segovia y tiene hasta recuerdos de infancia quebrando platos en Cándido?
Los recibimientos a etarras ponen en su lugar el ideal de la superación y recuerdan que una sentina moral infecta permanece idéntica aunque no vea interés estratégico en asesinar. Para hacer campaña a partir del fracaso en la investidura, Sánchez dijo que él no cambia principios por poder. Qué gran semana para demostrarlo. Adelante.