«La banda no ha extraído ninguna lección de la tregua. Para la organización, la paz y la normalidad están asociadas a que se satisfagan sus exigencias políticas», asegura en esta entrevista el periodista y escritor.
El periodista, escritor experto en terrorismo y columnista de EL CORREO Florencio Domínguez acaba de publicar el libro ‘ETA en Cataluña. De Terra Lliure a Carod-Rovira’. Como todos sus anteriores títulos, esta obra es indispensable para entender la historia de la banda -y de la política española, dados los acontecimientos narrados- y para comprender acontecimientos recientes vinculados a la organización terrorista.
-Su libro detalla la reunión de Carod Rovira con ETA en 2004. ¿Esa cita demuestra la utilización de Cataluña como un campo para experimentar el empleo de la política como continuación de la lucha armada?
-ETA toma esa decisión desde la debilidad armada y tras una sucesión de fracasos políticos en el País Vasco. Hay que tener en cuenta que poco antes de la reunión con Carod, Batasuna había intentado materializar la propuesta de Bergara para formar listas conjuntas nacionalistas, pero fue rechazada. Al fracasar, ETA cambia la casilla de juego y se va a Cataluña. Allí utiliza a Carod, que ya se había ofrecido varias veces para tener conversaciones con ellos, y lo emplea como arma contra el nacionalismo vasco. Para ello le concede un regalo, una tregua local, que estaba negando en el País Vasco.
-Usted destaca en el libro la falta de respeto de ETA hacia sus compañeros de viajes, en este caso, los independentistas catalanes.
-La actuación de ETA en Cataluña sólo ha tenido en cuenta sus cálculos estratégicos. La banda llega a Cataluña con una visión ‘guevarista’. Quiere crear focos de insurgencia con los que debilitar al Estado, tal y como lo intentaron los ‘polimilis’ en 1975. Luego llegaron los ‘milis’, que buscaban una situación desahogada ante la presión que sufrían en Madrid. Siempre han actuado en función de sus intereses, sin mostrar la mínima solidaridad o apoyo.
-Uno de los puntos de inflexión es el atentado de Hipercor.
-Ese atentado se produce recién celebradas unas elecciones al Parlamento Europeo -las primeras en las que participa España-, en las que HB obtiene un resultado magnífico en Cataluña. Pese a todo, un mes después ETA castiga a los catalanes con una masacre en un centro comercial en la que mata a 21 personas. No le importó el respaldo social que la izquierda abertzale había obtenido en la región, donde tuvo casi tantos votos como en Navarra.
-Usted describe cómo, en ocasiones, ETA vigila la política catalana para buscar nuevas estrategias. Un caso es el de la Ley del Catalán.
-ETA tiene capacidad para hacer interpretaciones sesgadas de cualquier proceso político y de fagocitar aquellos elementos que le interesan. En 1998 analiza la Ley del Catalán que se debate en el Parlamento de Cataluña y se dispone a utilizarla contra los jueces del País Vasco. Cree que se puede plantear en Euskadi un nivel de exigencia idéntico al del catalán con el objetivo de que la lengua sea una forma de poner de manifiesto que los jueces son extraños al país y que se tienen que ir. Esta táctica la venían aplicando desde 1996 y la Ley del Catalán les reforzó. En el fondo era una forma de deslegitimar a la judicatura, en una campaña previa para atentar contra los jueces.
-En su libro analiza documentos de ETA sobre la negociación de los que se desprenda que ETA nunca realizará cesión alguna.
-La concepción de la negociación por parte de ETA no es la que tienen los partidos o los sindicatos, la que tenemos todos de llegar a un punto intermedio que satisfaga a las dos partes. Para ETA, la negociación es una forma de legitimación y siempre presenta exigencias maximalistas. No se plantea ceder, y sólo quiere saber cómo se aplican sus demandas.
-Da la sensación de que ETA no ha extraído ninguna lección de la ruptura de a tregua
-No. Para ETA, la paz y la normalización están asociadas a la satisfacción de sus exigencias políticas. Para el grueso de los ciudadanos, la paz es que no haya vio- lencia y que las demandas políticas se alcancen por vías políticas. La banda no ha renunciado a pedir un precio político por abandonar las armas.
«Papel importante»
-Leyendo su libro, ‘Josu Ternera’ aparece como el hilo conductor de ETA desde los años 70 hasta hoy.
-‘Josu Ternera’ ha sido un personaje central en ETA. Desde mediados de los setenta hasta su detención en 1989 tuvo un papel de primer nivel. Después ejerció su influencia en el conjunto de la izquierda abertzale, sobre todo al salir de la cárcel. Ahora que ha vuelto a la clandestinidad, no se sabe bien dónde está, pero su reaparición en las conversaciones con Carod-Rovira es un indicio de que desempeña un papel importante dentro de la banda. Ahora que ETA carece de líderes y que ‘Mikel Antza’ acaba de ser detenido, la banda puede sufrir un problema de dirección. Los posibles sustitutos sirven para mantener una organización, pero es difícil que alguno tenga el carisma para imponer sus posturas, sobre todo, al entorno político. A menos que ‘Josu Ternera’ esté ejerciendo ese papel.
-¿Cuál cree que ha sido el análisis que ETA ha realizado del 11-M?
-Es evidente que ha influido en el proceso de retorno a la actividad terrorista de ETA, porque han vuelto de una forma escalonada. Eran conscientes de que la conmoción en la sociedad española ha sido brutal y de que no podían volver a cometer una masacre hasta que ese impacto social no se modificara. Por eso empezaron con pequeñas bombas simbólicas, en la campaña de verano, para que se supiese que el conflicto no ha acabado. Sin embargo, a finales del año pasado calcularon que están amortizados los efectos del 11-M y que ya pueden causar víctimas.
EL CORREO, 12/2/2005