Entrevista FLORENCIO DOMÍNGUEZ – EL CONFIDENCIAL – 30/10/16
· El Memorial de Víctimas del Terrorismo y el Instituto Valentín de Foronda de la Universidad del País Vasco (UPV-EHU) han puesto en marcha de forma conjunta un “ambicioso” proyecto de investigación sobre la memoria del terror en Euskadi que este viernes quema una etapa en San Sebastián con una jornada que pondrá voz a los testimonios de las víctimas como testigos del horror vivido.
Derrotada ETA, ahora la batalla se centra en derrotar los intentos de contaminar el relato por parte de la izquierda ‘abertzale’. Y aquí hay mucho en juego. El director del Memorial de Víctimas del Terrorismo, Florencio Domínguez, advierte de que la antigua Batasuna está acometiendo un “gran esfuerzo” para imponer un doble escenario: el de la justificación de su pasado, el terrorismo cometido, y el de exculpar, diluir, las responsabilidades de los terroristas con el argumento de que fue un cruce de violencias, un conflicto en el que todo el mundo tuvo responsabilidades. Su estrategia conduce a la situación que describía Hannah Arendt, quien afirmaba: “Donde todos somos culpables, no lo es nadie”. Por ello, frente a la actitud del que fuera brazo político de ETA, este doctor en Comunicación Pública por la Universidad de Navarra remarca que “hay que oponer un relato democrático que ponga el acento en que el terrorismo fue una opción voluntaria de quienes lo practicaron y que no los arrastró la historia a matar”.
PREGUNTA.- ¿Los testimonios de las víctimas son más necesarios que nunca ante los intentos de la izquierda ‘abertzale’ por construir un relato falso?
Si no contamos nuestro relato, estamos ante una posible vuelta de la violencia RESPUESTA.- Forman parte de ese ejercicio social que ha de hacerse de deslegitimación del terrorismo. Si no hacemos esto estamos dejando brasas encendidas que pueden servir a una nueva generación para volver a la violencia en algún momento dado. Para evitar que vuelvan a producirse episodios como los de Hernani o Azpeitia, en los que unos chavales homenajearon a unos terroristas, debe extenderse la conciencia social de que el terrorismo fue ilegítimo, que no tuvo ninguna justificación y que tiene que prevalecer la defensa de los derechos humanos frente al uso de la violencia como método político.
P.- ¿Existe el riesgo de que vuelva la violencia en el futuro?
R.- No a corto plazo. ETA fue derrotada y, por tanto, no está en muchas condiciones de volver. En este momento no encontraría respaldo social suficiente para mantenerse, sí algún grupúsculo pero una cosa irrisoria. Pero es un riesgo que hay que contemplar de cara a las nuevas generaciones. Es algo que ahora no lo podemos prever y, por eso, lo mejor es dejar sentado que la violencia pasada fue ilegítima para que nadie tenga la tentación de volver.
P.- ¿Los testimonios de las víctimas siguen incomodando?
R.- El testimonio de la víctima incomoda en primer lugar a los que fueron los victimarios. Tienen que afrontar que su violencia no era una cosa abstracta, genérica, que no era una lucha contra el Estado sino contra personas con nombres y apellidos a quienes hacían sufrir deliberadamente. Y también puede haber sectores de la sociedad que digan ‘esto es ya es historia pasada y mejor no recordarlo’. El deseo de no recordar para evitar tener que plantear preguntas colectivas sobre la actitud de la sociedad, que durante años fue indiferente al sufrimiento de las víctimas. Quizás incomode a quienes no quieren hacerse estas preguntas.
En la sociedad española en su conjunto y en la vasca de manera más evidente se ha producido una situación de relajación. El terrorismo que nos angustiaba es historia pasada, página cerrada y ya está. Pero es conveniente tener una mirada abierta hacia el pasado y sobre todo una mirada crítica. No hay más que ver, aunque es otra escala, que en Alemania 80 años después de la guerra sigue habiendo una actitud educativa para que las nuevas generaciones conozcan lo que fue el Holocausto, el régimen nazi, para prevenir. En nuestro caso tenemos que hacer algo parecido.
P.- Pero hay quien ve que la actitud crítica de las víctimas dificulta el proceso de paz y convivencia. ¿Se puede avanzar en este escenario?
R.- Lo que las víctimas han defendido siempre individual y colectivamente es la defensa del Estado de derecho. Han confiado en que el Estado de derecho haría justicia frente a la injusticia que sufrieron. Entonces, la exigencia de justicia no puede ser un obstáculo para la pacificación ni para nada. La justicia es una secuencia básica para que pueda hablarse de pacificación o normalización.
P.- ¿La agresión a dos guardias civiles en Alsasua y las posteriores amenazas a víctimas de ETA pertenecientes a Covite es la evidencia de que la izquierda ‘abertzale’ no ha cambiado y sigue amparando la violencia?
R.- Sí. El primer paso para la paz es el cumplimiento de la ley por parte de todos. Algo hemos avanzado en ese terreno pero ese mundo de ETA todavía no ha terminado de interiorizar el acervo común del comportamiento social, la existencia de unas normas a las que se tienen que ajustar. La novela de Fernando Aramburu ‘Patria’, que es muy buena, tiene una escena que coincide con lo de Alsasua, el tratar de ver la presencia de las víctimas en el espacio público como una provocación. Cuando en la novela de Aramburu la viuda del asesinado vuelve a su pueblo, la familia del asesino piensa que viene a provocar. Es la misma actitud que en Alsasua.
P.- El odio que exhibieron los radicales es muy difícil que desaparezca. ¿No está muy lejos de alcanzarse aún la convivencia?
R.- Sí, pero más quedaba hace cinco años. Además de ese foco, que era más extenso que ahora todavía, había un grupo terrorista en activo que era la referencia de todo el grupo social que se articulaba en torno a la izquierda ‘abertzale’, que lo justificaba, lo defendía, les daba apoyos materiales, les permitía la renovación humana… Alsasua es una zona dura. Es uno de los focos de disidencia hacia la estrategia oficial de la izquierda ‘abertzale’. Desde luego no ha desaparecido el odio. Probablemente hará falta más tiempo.
P.- ¿Cuánto hay de estrategia en ese cierto reconocimiento del daño causado por parte de la izquierda ‘abertzale’?
No ha desaparecido el odio entre los radicales, pero quedaba más hace cinco añosR.- No han llegado a eso todavía. Solo son cortinas de humo. Las últimas declaraciones de Otegi diciendo que no eran conscientes del daño que cometían es casi un agravio. Ustedes mataban y ya saben lo que supone matar para una familia. No diga que vivían en mundos paralelos. Era una estrategia deliberada. No lo hacían por casualidad. Son ganas de incordiar, de provocar, el decir que no nos dábamos cuenta. Lo mismo pasó con la declaración de hace dos años del Kursaal, cuando pidiendo disculpas por si no habían sido suficientemente sensibles con el dolor de las víctimas. Ojalá hubieran sido insensibles con el dolor de las víctimas durante años.
Es que salían a la calle a gritar «gora ETA militarra» en grandes manifestaciones. Eso no es ser insensible, sino ser agente activo del dolor. La izquierda ‘abertzale’ sigue teniendo pendiente una autocrítica de su pasado por sus connivencias con el terrorismo. Otra cosa es que no lo quiera reconocer porque si lo hace, pondría en cuestión toda su trayectoria de décadas, de subordinación a ETA, y eso es muy difícil. Pero el hecho de que sea difícil no quiere decir que no tenga que hacerlo en algún momento.
P.- ¿ETA nunca pedirá perdón a las víctimas y reconocerá el daño causado?
R.- No parece. Como grupo, no parece probable. Al menos a corto plazo.
P.- Una vez que ETA está derrotada, ¿cuál es el mayor riesgo ahora?
Ahora que ETA ha desaparecido del espacio público, el mayor riesgo es para la propia formaciónR.- ETA ha desaparecido del espacio público. No está en la preocupación cotidiana de los ciudadanos, no es el asunto principal de la agenda política. Desaparecidos los atentados, la vida pública se ha relajado, no tiene la tensión del pasado y el problema de ETA es problema para la propia ETA y para sus miembros, no para el conjunto de la sociedad. El problema de los presos de ETA es problema fundamentalmente de sus familias y de los propios presos. A la sociedad no le quita el sueño en qué cárceles están los presos y cuántos años les quedan por delante.
P.- ¿La cuestión de los presos es una cortina de humo para la izquierda ‘abertzale’?
R.- Lo que busca la izquierda ‘abertzale’, igual que ETA, es un final con cierta dignidad y con impunidad. Se ha visto, por ejemplo, en Colombia. Un elemento que ha contribuido a dividir a la sociedad en Colombia sobre los tratados de paz es la impunidad que en los acuerdos se establecía para los miembros de las FARC. En el ámbito internacional ya es pasado el tiempo en el que se pensaba que todo conflicto se solucionaba con un borrón y cuenta nueva. Ahora es mucho más difícil que en la comunidad internacional se acepte que las vulneraciones graves de derechos humanos no tengan que dilucidarse ante la justicia. Eso lo ha reconocido hasta Currin cuando decía que la amnistía no está bien vista ahora en el ámbito internacional. Se ha modificado la situación y se tiene mucho más presente los intereses de las víctimas que en el pasado en situaciones de conflicto.
P.- ETA querrá un final similar al de las FARC. ¿Es viable?
R.- Las diferencias entre las FARC y ETA es que ETA ha sido derrotada y las FARC no. Las FARC han sido acorraladas, han perdido terreno en los últimos 15 años, el Gobierno ha avanzado posiciones, pero no han sido derrotadas y han podido negociar un acuerdo. Los poli-milis pudieron negociar un acuerdo en su momento cuando estaban en activo. ETA ha echado el pulso hasta el final, lo perdió y no puede pretender ahora tener un trato como si no hubiera sido derrotada.
P.- ¿Que las nuevas generaciones vean a ETA como algo lejano es positivo o negativo?
Al poner cara a las víctimas tiene mucho más impacto el mensaje de prevención de la violencia en los destinatariosR.- Es lógico por calendario. No han tenido una vivencia personal directa del terrorismo. Los chavales que tienen entre 19 y 25 años prácticamente no han conocido el terrorismo de ETA en general. El desconocimiento es natural, pero las instituciones tienen que rellenar esas lagunas de información, con actividades de comunicación, en los propios centros de enseñanza, en las escuelas, en las universidades. En este sentido, es buena la iniciativa que lleva la voz de las víctimas a las aulas. Es una línea de trabajo que recomienda la ONU, el testimonio de las víctimas como contranarrativa del odio porque personaliza los efectos de esa violencia. Al poner cara a las víctimas tiene mucho más impacto el mensaje de prevención de la violencia en los destinatarios.
P.- ¿Existe el riesgo de que se equipare a las víctimas?
R.- El principal problema que ha tenido el País Vasco durante décadas ha sido el terrorismo de ETA. Esto no quiere decir que víctimas de otro tipo de violencia, del GAL o del Batallón Vasco Español, no hayan sufrido. ¡Claro que han sufrido! Pero no hay que desenfocar cuál ha sido el problema principal de la sociedad vasca durante décadas. Se puede hacer los reconocimientos a las víctimas que se quiera teniendo cuidado de que eso no contribuya a diluir las responsabilidades de ETA o a mitigarlas.
P.- ¿Qué opina de la Ley vasca de Víctimas Policiales que acaba de ser recurrida por el Gobierno?
No hay que desenfocar cuál es el problema principal de la sociedad vascaR.- Depende de cómo se ejecute, de cómo se lleve a la práctica. ¿El recurso? Si hay un contencioso jurídico entre dos administraciones lo normal es que se acabe resolviendo en los tribunales. El Gobierno de Patxi López hizo una ley de otra manera y no tuvo recurso. Ahora se ha hecho de forma diferente y ha habido recurso.
P.- Intuyo que es crítico con esta ley.
R.- No por el hecho en sí. Solo si su aplicación contribuyera a tratar de diluir lo que ha supuesto ETA en esta sociedad. Esto no sería bueno. Que se reconozca a las víctimas de abusos por parte de funcionarios de la Administración por sí mismo no es negativo si se hace con el cuidado suficiente para no emparejar a unas víctimas con otras, si no nos lleva a la situación de ‘todos somos culpables’.
P.- ¿Y se corre este riesgo?
R.- Dependerá de la forma en la que se aplique.
Florencio Domínguez es el director del Memorial de Víctimas del Terrorismo.